las-desgracias-de-los-chimpances-de-“las-aventuras-de-bj.”:-un-entrenador-al-que-un-mono-le-arranco-la-nariz,-25-ataques-en-el-set-y-una-enfermedad-terminal

Estados Unidos es uno de los países más grandes del mundo. Su gran extensión sirve, todavía, para que guionistas, realizadores y productores creen ficciones tomando como escenario sus amplios caminos y paisajes, muchas veces, desolados. Los westerns y las road movies son, en esencia, los estilos que mejor le quedan a este set natural. “En la road movie la narración queda inevitablemente unida al contexto espacial de la ruta, es decir, el relato progresa en paralelo al desplazamiento de los protagonistas en sus vehículos”, apuntó Santiago García Ochoa en su trabajo En tránsito: un recorrido por la road movie norteamericana.

Ese movimiento hacia adelante llevó a que durante buena parte de la década del ‘70 explotaran este tipo de argumentos en el cine. Pero también en la televisión. Las aventuras de B.J. fue una serie que focalizaba en un camionero que transitaba por todo los Estados Unidos y, en el medio, luchaba contra algunos policías camineros bastante corruptos. Junto a él, viajaba su mascota: un chimpancé amoroso.

Detrás del animal hay varias historias, tapadas por el paso del tiempo. Dos de los monos que encarnaron al personaje sufrieron algunas desgracias: uno fue autor de al menos 25 ataques durante el rodaje y murió de una enfermedad terminal muy joven. Mientras que al dueño del otro, cuando lo fue a visitar al refugio en el que vivía, otro mono le arrancó la nariz y los genitales.

De qué se trataba la serie “Las aventuras de B.J.”

Creada por Glen A. Larson y Christopher Crowe, Las aventuras de B.J. entraba en la misma categoría de otras series con situaciones que vivían los protagonistas en rutas, parajes y pueblos chicos, como ocurre en El increíble Hulk, Los Dukes de Hazzard, Chips o El auto fantástico. Duró poco tiempo, entre 1978 y 1981, y tuvo 47 episodios. A pesar de su breve paso por la pantalla chica de los Estados Unidos, en la Argentina se la recuerda mucho por sus constantes repeticiones durante la década del ‘80.

La historia es la de un joven, B.J. (Billy Joe) McKay, que con su mascota, un chimpancé llamado Bear, recorre todo el país arriba de su imponente camión Kenworth K-100 rojo y blanco. Entre ciudad y ciudad, B.J. se enfrentaba a delincuentes, rivales inescrupulosos y policías corruptos que siempre querían perjudicarlo. Entre los villanos, casi siempre, aparecía el sheriff Lobo, interpretado por Claude Akins, que cobró tanta importancia que después tuvo su propia serie, en el spin-off Lobo.

La leyenda que está en la puerta del camión que se usó en la serie “Las aventuras de B.J.”. (Foto: gentileza blog de Dieciocho Ruedas)

La temática de Las aventuras de B.J. era entretenida, liviana y bastante lavada. No había mucha más oscuridad que la de un par de policías que siempre intentaban complicarle la vida a Billy Joe o algunos villanos de poca monta que buscaban sacarlo del negocio de los camioneros. Sus guiones “aptos para todo público” acercaban al público infantil que también se divertía con el simpático monito. Además, el atractivo de los gigantescos camiones que mostraba la ficción era un imán para los fierreros de pura cepa.

Protagonizada por Greg Evigan, el actor tuvo una larga carrera luego de este éxito, pero nunca más repitió un papel tan popular. El rol más conocido tras el de B.J. fue el de Joey Harris, en la serie My Two Dads, que protagonizó junto al reconocido Paul Reiser y se extendió entre 1987 y 1990.

Un camión con muchos fanáticos

Al igual que los caminos de los ‘70 y los ‘80 que lo tuvieron como testigo, el camión Kenworth K-100 rojo y blanco que manejaba B.J. cada tanto se ve en serio por las rutas. Algunos coleccionistas compraron varias formaciones que fueron parte de la serie.

La réplica del camión de “Las aventuras de B.J.” en la serie “Breaking Bad”. (Foto: Netflix)

Una réplica del vehículo aparece muy de lejos en un episodio de la recordada Breaking Bad, creada por Vince Gilligan, un fanático de los westerns y las road movies. En un plano general del capítulo “Un minuto”, el séptimo de la tercera temporada, se ve su cabina principal.

Sam, uno de los monos de “Las aventuras de B.J.”

Los monos que encarnaron a Bear son un párrafo aparte. Fueron varios los animales que se pusieron en la piel de la mascota de B.J., pero hay dos que sobresalieron. Primero, porque son los que grabaron más episodios y después por las historias desgraciadas que vivieron.

El chimpancé que más trabajó en la serie fue Sam. Nacido en África en 1974, el animal fue adoptado por el entrenador Marvin Downey, de California. Además de su participación en Las aventuras de B.J., el mono estuvo en las ficciones televisivas Rosetti and Ryan y La isla de la fantasía.

El protagonista junto a uno de los monos que representaba a Bear. (Foto: Tiger Strypes)

De acuerdo a lo que cita el podcast The Pilot Project, Sam no era tan simpático con algunos miembros del elenco que participaban en la serie: atacó 25 veces a los actores del elenco, sobre todo a hombres. Hay versiones encontradas sobre que, en algunos momentos, mordió a Evigan.

Mientras que el podcast asegura que fue así, en el sitio Film Boards, un foro de fanáticos de series viejas, un usuario que se presentó como el hijo de Marvin Downey habló sobre la vida de Sam y negó esta versión. “Ellos eran mejores amigos”, recordó.

El camión de juguete de la serie “Las aventuras de B.J.”. (Foto: Amazon)

Además, rememoró acerca de la manera en la que grababan las tomas en las que el mono estaba en la cabina principal del vehículo: “Siempre que Sam estaba cerca, lo estaba mi padre. En cada escena dentro del camión, él estaba apretujado en la parte de atrás, dándole instrucciones”.

Sam murió de una insuficiencia renal provocada por un cáncer, poco tiempo después de haber terminado su participación en la serie. Tenía solo siete años.

La tragedia que vivió Moe, de “Las aventuras de B.J.”

Otro de los animales que participó en la serie fue Moe, que no tuvo demasiados problemas en el set de filmación. La vida de Moe, en realidad, tuvo un giro radical luego de un violento episodio que vivió su dueño con otros monos y del que él fue testigo directo.

Durante muchos años -todavía pasa ahora, pero en menor escala- había personas que tenían como mascotas a animales salvajes. Fue el caso de Moe, que llegó a la casa de St. James, un mecánico y piloto de carreras que fue hipnotizado por el chimpancé. Su esposa, LaDonna Davis, vivió la misma sensación.

En 1971, un tribunal de West Covina demandó al matrimonio por violar una ordenanza que prohibía albergar animales salvajes. “Moe es como un hijo para nosotros. No lastimaría a nadie y es un miembro más de la familia”, declaró la mujer, de acuerdo a la crónica histórica del caso que hizo la revista Esquire hace algunos años.

La vida de Moe con los Davis transcurrió de manera tranquila, hasta algunos eventos que se desencadenaron a fines de los ‘90 y obligaron al matrimonio a desprenderse de ese “hijo animal” que habían adoptado. Primero, el chimpancé sufrió una descarga eléctrica por accidente cuando un soldador arreglaba su jaula, lo que lo enloqueció: lastimó a un policía y arañó a un agente de control de animales que habían ido en su búsqueda.

Unos meses después, otro hecho complicó la vida en familia de Moe. Cuando unos conocidos visitaron al matrimonio en su casa, una mujer se acercó a la jaula en la que estaba el chimpancé y puso la mano. El mono le mordió un dedo. Desde ese momento, la pareja perdió su adopción y Wildlife WayStation, un refugio para animales exóticos, se transformó en su nuevo hogar.

La peor tragedia sobrevino el 3 de marzo de 2005, cuando el matrimonio fue a visitar a su mascota por su cumpleaños 39, en otro lugar, Animal Haven Ranch, a donde lo habían transferido el último tiempo. Los Davis llevaron torta, juguetes, globos y otros regalos. Moe estaba feliz: aplaudía y gritaba como nunca.

Greg Evigan junto a uno de los monos con los que trabajó en “Las aventuras de B.J.”. (Foto: Ebay)

Como una sombra que se materializó de la nada, un chimpancé adulto de gran tamaño se acercó al lado de LaDonna. El animal debía estar en su jaula, pero estaba libre. La persiguió, hasta que logró morderla y le lastimó un pulgar.

Cuando St. James lo enfrentó, apareció otro mono. Fueron cinco minutos bestiales: los chimpancés le arrancaron la nariz, parte de la boca y los genitales. Todo terminó cuando el dueño del lugar los mató de varios disparos. Moe quedó desparramado por el suelo de su jaula, junto a los pedazos de torta. Fue testigo involuntario de la desgracia. Ya nada fue como antes.

Una investigación determinó que los animales se habían escapado de sus jaulas porque uno de los propietarios no cerró dos de las tres puertas que tenían. Hubo una negligencia. “No tenía idea de que un chimpancé fuera capaz de hacerle eso a un humano. Parecía el ataque de un oso”, comentó al diario Los Angeles Times, Curt Merrell, el capitán de Bomberos del condado de Kern, que llegó en un primer momento. St. James sobrevivió.

En 2007, Moe fue llevado al refugio Jungle Exotics.. El 27 de junio de ese año, escapó. Nunca más se supo de él. Se transformó en un recuerdo más de esos ásperos caminos rodeados de rutas que se veían en la serie.

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