Como todo lo bueno en esta vida, la 53ª atípica —y, en cierto modo, agridulce— edición del Festival Internacional de Cine Fantástico de Cataluña ha tocado a su fin, dejando tras de sí diez días en los que el cine de género se ha convertido en una vía de escape que necesitábamos más que nunca en este horrendo 2020.

Más allá del cine —ahora entraremos en materia, tranquilos—, el certamen ha estado marcado por ese elefante en la habitación al que ha sido imposible ignorar llamado coronavirus. Un invitado indeseable que ha privado a Sitges de su habitual desfile de invitados internacionales —y de la noche de karaoke en el Nirvana—, que ha convertido en personajes secundarios los aforos, las mascarillas y el gel hidroalcohólico, y que ha puesto a prueba las cervicales y la vista de la prensa, desplazada a zonas concretas de los patios de butacas.

Pero aquí hemos venido a hablar de películas —¡y una serie!—, y en lo que a esto respecta, la situación actual de la industria ha propiciado una selección privada de los grandes bombazos anticipados de rigor, pero en la que, como siempre, se han escondido grandísimas sorpresas -y alguna que otra decepción, todo sea dicho-; incluyendo la revolución del cine húngaro con títulos como ‘Post Mortem’ y la tronchante ‘Comrade Drakulich’, o el boom del terror indonesio como relevo geolocalizado a la Nouvelle Horreur Vague gala de principios de siglo. Pero vayamos repasando paso a paso las luces y sombras de Sitges 2020.

La decepción

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Empecemos quitándonos de encima el gran mal trago que me ha dejado esta 53 edición del Festival de Sitges: una ‘Possessor Uncut’ que partía como la gran cinta del certamen y, sin duda, como una de las más esperadas, pero en la que fui incapaz de entrar a pesar de los loables esfuerzos de Brandon Cronenberg por ofrecer un relato turbio, atmosférico y lo suficientemente provocador.

Desgraciadamente, el segundo largometraje del canadiense tras su magnífico debut ‘Antiviral’ ha terminado siendo un batiburrillo de ideas que bebe de Philip K. Dick, Panos Cosmatos y David Cronenberg, y que se escuda en su potente forma y en las notables interpretaciones de Andrea Riseborough y Christopher Abbott para camuflar un fondo trillado, superficial y mucho menos lúcido de lo que cree.

Dicho esto, hay que matizar que ‘Possessor’ ha triunfado en el palmarés, haciéndose con los premios a la Mejor película y a la Mejor dirección; así que tal vez tenga el paladar atrofiado…

La bomba

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Por muy chocante que pueda resultar, el gran bombazo de este Sitges 2020 no ha sido un largometraje, sino el primer episodio de una serie de televisión. Estoy hablando, por supuesto, de un piloto de ’30 monedas’ con el que Álex de la Iglesia ha recuperado hasta la última gota de la esencia que nos maravilló en ‘El día de la bestia’ de la mano de su guionista de cabecera Jorge Guerriaechevarría.

Los ochenta minutos de duración del capítulo, que consiguieron poner al Auditori en pie tras su espectacular final, son una oda al terror y a la libertad creativa en la que hay cabida para el satanismo, las criaturas surgidas del inframundo, los horrores cósmicos lovecraftianos y ese humor costumbrista marca de la casa.

’30 monedas’ llegará a HBO el próximo 29 de noviembre y, tras este alucinante aperitivo, va a ser difícil que no termine convirtiéndose en la gran producción de terror de la temporada televisiva.

Lo esperado

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Por mucha pandemia que aparezca de la nada para poner en jaque nuestra rutina y nuestra realidad, hay cosas que nunca cambian; y entre ellas se encuentra el genio indiscutible de un Quentin Dupieux que ha vuelto a enamorar al respetable sitgetano con su descomunal último trabajo, titulado ‘Mandibules’.

Con un dúo protagonista que parece fruto de la fusión de creaciones propias de los hermanos Farrelly y los Coen, un repertorio de secundarios para enmarcar —lo de Adèle Exarchopoulos es de otro planeta—, una mosca gigante llamada Dominique, el impecable tratamiento visual habitual y un sentido del humor que vuelve a convertir el absurdo en arte, Dupieux ha creado su mejor y más accesible largometraje hasta la fecha.

Aunque, por encima de esto, puede que lo más meritorio del filme haya sido tener a los parroquianos del festival gritando «¡Toro!» durante 10 días. Lástima que no se haya llevado el Premio del público…

Lo inesperado

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Si hay algo recomendable que hacer durante el Festival de Sitges, eso es aceptar el riesgo de llevarse un buen batacazo y entregarse a títulos de un perfil más bajo para, con suerte, descubrir alguna pequeña joya oculta que, de otro modo, hubiese pasado inadvertida. Por supuesto, esta edición número 53 ha tenido alguna que otra de estas gratas sorpresas.

La primera de ella ha sido ‘My Heart Can’t Beat Unless You Tell It To’; el sobrecogedor salto del corto al largo de un Jonathan Cuartas que se ha convertido en uno de los realizadores emergentes a los que seguir con lupa de ahora en adelante. Su obra, que retuerce el mito vampírico para transformarlo en un severo drama sobre la dependencia, la enfermedad y la familia, es una antipática delicia tanto en forma como en fondo, capaz de convertir hasta el día más brillante en un mohíno pozo sin fondo.

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Junto a ella, ha brillado por encima de la media la genial ‘Come True’. Un ejercicio de estilo arrollador escrito, dirigido y fotografiado por el canadiense Anthony Scott Burns, que nos sumerge en el mundo de los sueños, los terrores nocturnos y las angustias existencialistas adolescentes con un tratamiento audiovisual excepcional y una banda sonora que hará las delicias de los amantes del Synthwave. Eso sí; su último plano va a traer cola…

Mención especial en este apartado a ‘Malnazidos’, la épica zombi guerracivilista de Javier Ruiz Caldera y Alberto de Toro —¡Toro!— de la que no esperaba prácticamente nada, y que me ha terminado brindando uno de los mejores entretenimientos del certamen. Divertidísima.

Los premios

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El palmarés de este año no ha tenido disparates como los vistos en años anteriores —tela marinera lo de ‘The Fall’ en 2007 o lo de ‘Jupiter’s Moon’ en 2017—, pero no está exento de críticas; empezando por el mencionado doblete de una ‘Possessor’ que se ha elevado como la gran triunfadora del festival, vayan ustedes a saber por qué.

Aunque puede que lo más decepcionante haya sido la ausencia total de ‘Come True’ en la lista de premiados; que bien podría haberse llevado el premio a la Mejor fotografía que ha terminado cayendo en manos de una ‘The Dark and The Wicked’ con sus momentos inspirados —no negaremos que su atmósfera visual es más que decente—, pero con algún disparate digital de los de echarse las manos a la cabeza.

Si a esto le sumamos que, incomprensiblemente, el Premio del público ha ido derecho a ‘La vampira de Barcelona’ y no a la mencionada ‘Mandibules’ de Quentin Dupieux, pequeñas alegrías como como el premio al Mejor guión de ‘Comrade Drakulich’, o los dos galardones que ha amasado ‘My Heart Can’t Beat Unless You Tell It To’ en la sección Noves Visions, terminan sabiendo a poco.

Ya era hora

Este apartado trasciende lo estrictamente cinematográfico, pero después de casi 30 años asistiendo al festival —y de alguna que otra bronca mañanera—, al bueno de Carlos Pumares le han reservado su butaca predilecta en el Auditori. No podía zanjar esta despedida y cierre sin hacer mención a este pequeño homenaje.

Mi Top 5 de Sitges 2020

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Para terminar, y deseando que la edición número 54 del Festival Internacional de Cine Fantástico de Cataluña vuelva a los derroteros de la 52 —sin virus ni mascarillas, pero con la costa sitgetana abarrotada de invitados de todos los rincones del planeta—, os dejo con mi Top 5 de recomendaciones de este Sitges 2020.

  • ’30 Monedas’, Capítulo 1 (Álex de la Iglesia)
  • ‘Come True’ (Anthony Scott Burns)
  • ‘My Heart Can’t Beat Unless You Tell It To’ (Jonathan Cuartas)
  • ‘Mandibules’ (Quentin Dupieux)
  • ‘Malnazidos’ (Javier Ruiz Caldera, Alberto de Toro)

¡Y que viva el fantástico!