Soy un confeso creyente de que el futuro del videojuego pasa por el juego en nube. Que no se me malinterprete: no es que no le tenga cariño al formato físico o el digital, pero las ventajas de jugar en streaming eclipsan -poco a poco- a las alternativas anteriores. Estuve en primera fila cuando llegó Stadia y, como es de esperar, ni me lo he pensado a la hora de subirme al carro de Xbox Cloud Gaming.
¿Las sensaciones? Muy gratas. Excepcionalmente positivas con muchos matices y puntualizaciones. La versión corta es que el servicio no está listo todavía para colmar las expectativas de calidad de los jugones más exigentes. Al menos, en lo referente a la beta a la que tengo acceso. Siendo más preciso, si quieres jugar a DOOM Eternal, Outriders o DIRT 5 en todo su esplendor de nueva generación, que es mucho, nos toca esperar a la versión final.
Dicho lo cual, ya te adelanto que en esta generación que acaba de arrancar Microsoft tiene la carta más alta de la baraja: el Game Pass hoy se proclama como el legítimo Netflix de los videojuegos, y poder jugar a su brutal catálogo donde quieras, incluyendo móviles y navegadores web, supone una jugada maestra que obliga a Stadia a ponerse las pilas y complica más la partida a una PS5 que, seis meses después de su lanzamiento, reclama cada vez más más juegos que sean realmente de nueva generación.
Luces y sombras de jugar al Game Pass desde navegadores
La maquinaria de Xbox ya va a toda vela, evitando la dependencia y los problemas derivados del muy fugaz paso de las nuevas consolas por las estanterías: si quieres jugar al recién estrenado Outriders, Ponerte al día con Resident Evil 7 en vísperas de RE: Village o continuar esa partida de Minecraft que dejaste a la mitad en 2017 justo donde te quedaste, lo tienes a golpe de click. Y lo que es más interesante: sin depender de tarjetas gráficas o de actualizaciones. Sin reclamar un triste mega de tu PC.
Pero, claro, como los colores corporativos de Xbox, el servicio todavía está verde: dejando aparcado el hecho de recuperar esos tiempos de carga que dejé atrás cuando enchufé mi Xbox Series X y la PS5, la resolución de Xbox Cloud Gaming deja mucho que desear, la respuesta al mando -incluso conectado vía cable- carece de precisión y el rendimiento es irregular en según que juegos.
A modo ilustrativo, aquí puedes ver dos capturas de Outriders en Xbox Cloud Gaming y Xbox Series X respectivamente. Una comparativa en la que los acabados, las texturas y la resolución de la versión en nube palidecen notablemente frente al de consola.
Por otro lado, aquí puedes ver las también notorias diferencias entre la versión de navegadores de DIRT 5 y la de la sobremesa con forma de monolito de Microsoft.
Entre los puntos en contra de la beta actual tenemos, además de la propia resolución y el rendimiento, una respuesta irregular y unos tiempos de carga que, según lo que queramos jugar, se hacen muy pronunciados. Así:
- En juegos como Dead Cells se pierde la sensacional agilidad de nuestro héroe y el frenético ritmo de las partidas, aunque es perfectamente jugable.
- En Outriders los tiempos de carga son más razonables que en otros juegos, pero las texturas tardan mucho en cargarse, la distancia de dibujado es muy limitada y los movimientos bruscos de cámara nos pueden jugar malas pasadas en mitad de un tiroteo.
- En DOOM Eternal la experiencia de juego es relativamente estable y el gunplay se sigue sintiendo brutal, aunque en Switch luce y se mueve bastante mejor.
- Finalmente, en Resident Evil 7 o GTA V los tiempos de carga son enormes, pero su resolución resulta toda una sorpresa y apenas he tenido problemas con el control.
Si bien la resolución y el rendimiento están muy detrás de lo que se espera en un PC medianamente preparado, merece tenerse en consideración que he tomado capturas tanto en equipos preparados para jugar como en un viejo ordenador que, básicamente, uso para escribir. Y si en los PCs más preparados el resultado está por debajo de lo esperado, en tercer equipo lo logrado ya es todo un hito.
Xbox Cloud Gaming: una propuesta de juego demoledora
Siendo justos, de cara a la versión final de Xbox Cloud Gaming espero encontrarme con una calidad de juego a la altura de esa brutal propuesta como servicio que ya se manifiesta en las pantallas de navegadores y móviles. 248 juegos en total, según veo en el listado actual de mi navegador web. Una cifra que, por cierto, irá creciendo.
Con ausencias, desde luego como una saga Age of Empires que se resiste -de momento- a perder la exclusividad de PC, o la serie Kingdom Hearts que tan bien luce en el Game Pass de las consolas Xbox. Y, no te lo voy a negar, estaba deseando echar unas partidas a Flight Simulator y ver cómo lucen sus espectaculares vistas sin el trámite de instalar los 152 GB que reclama.
Dicho lo cual, la lista de juegos disponible no solo es abrumadora, sino que además es inabarcable en cuestión de tiempo: Dejando aparcados juegos como imposibles de acabar como Minecraft, Los Sims 4 o Sea of Thieves, repasando el listado me topo con GTA V, Halo La Colección del Jefe Maestro, Skyrim, Octopath Traveller, los Final Fantasy clásicos y Dragon Quest XI.
Una selección que va más allá de la cantidad abrumadora de horas que requiere llegar a los títulos de crédito, sino que impacta por su calidad: en todos los casos se trata de joyas en las que cada minuto de cada partida se disfruta. Y lo que está por venir sin precio adicional, incluyendo The Elder Scrolls VI o Perfect Dark, me hace ser todavía más optimista con Xbox Cloud Gaming.
Xbox Cloud Gaming llega a iOS sin pasar por la AppStore
Con mucho margen de diferencia, el juego en nube de Microsoft aterriza en los dispositivos móviles de Apple. Eso sí, a diferencia de la versión de Android, lo hace desde fuera de la app de Game Pass y a través de los navegadores de Edge y Chrome como el propio Safari. Una ingeniosa salida por la tangente para evitar complicaciones con la firma de la manzana.
En todos los juegos que he querido probar ha habido un elemento común: la necesidad de conectar un mando al dispositivo. Por suerte, la más reciente versión de iOS añadió compatibilidad nativa con el mando de Xbox. ¿Casualidad? No lo creo.
Por lo demás, la gran diferencia entre las versiones de los dispositivos de Apple y los que operan con Android es que la interfaz de juego de los primeros es la misma que en navegadores web de PC. Lo cual no me ha supuesto ningún problema salvo cuando me ha convencido un juego y he tenido que abrir la app para instalarlo en remoto en mi consola o PC. Pocas quejas con la decisión.
Para mi sorpresa, el propio navegador de Apple me recomienda agregar la página web de Xbox Cloud Gaming a la pantalla principal de mi movil. Y lejos de ser un acceso directo, da la impresión de tratarse de una aplicación dedicada. Se nota que en Microsoft han calculado muy bien la jugada en este aspecto, y al tratarse de navegadores no hay conflicto con las políticas de la Appstore.
Por lo demás, la calidad de las partidas es correcta. Ni sorprende ni decepciona como ocurre en navegadores, pero tampoco asombra. Quizás, la versión final de Xbox Cloud Gaming lo convierta en una alternativa real a jugar desde móviles. Puede que incluso, con el periférico adecuado, me invite a cederle mi última partida del día en lugar de dársela a Switch. En este aspecto, Microsoft lo tiene todo por ganar y está alineando las piezas con mucho tino.
Xbox ya no es una maquinita enchufada a la tele, y con ello todos salimos ganando
Xbox Cloud Gaming está llamado a ser un engranaje esencial de la cada vez más valiosa marca Xbox: no solo refuerza la inigualable fuerza del Game Pass sino que añade nuevas posibilidades a su ya de por sí impresionante catálogo. Una colección de más de doscientos juegos en la que los éxitos de Microsoft (y Bethesda) coexisten con lo mejor de EA, Square Enix o las pequeñas grandes joyas de Devolver Digital. Entre otros muchos.
Tengo muy claro que esta toma de contacto en forma de beta sirve para mejorar la calidad de la experiencia de juego, con lo que tocará esperar a la versión final para tener unas impresiones bien fundamentadas del servicio. O, al menos, poderle exigir en propiedad cómo debe funcionar: con una resolución, rendimiento y jugabilidad propias de lo que se espera de un juego en 2021 y en adelante.
Sin embargo, Microsoft ya dibuja un futuro muy prometedor para su división de videojuegos:
- Stadia, la competencia directa de Xbox Cloud Gaming, deberá ponerse las pilas de cara a generar un modelo que le haga frente. Lo cual es paradójico, teniendo en cuenta que le llevará más de un año de ventaja.
- Por su parte, la ruptura con el hardware hace que no solo podamos disfrutar de los juegos de nueva generación en toda clase de dispositivos y equipos, incluyendo viejos PCs, sino que en caso de poder elegir, apostemos por la consola de Microsoft. A fin de cuentas, es en nuestra cuenta de Xbox donde habremos generado cientos o miles de horas de progresos y partidas.
- Además de lo anterior, Microsoft rompe con la dependencia a tarjetas gráficas y componentes necesarias para jugar en PC. O, al menos, lo hará en caso de emparejar la calidad de juego con lo que se espera del servicio. Eso sí, los juegos puestos a prueba son jugables, aunque no todos resultan disfrutables como deberían.
- Y, en un mismo movimiento, Microsoft pone una ventana a su tienda de juegos en cada bolsillo y en cada navegador. Consolidando al Game Pass, de manera legítima como el Netflix de los videojuegos.
Definitivamente, la suma de todos los elementos anteriores nos lleva a una conclusión inequívoca: la unificación de sistemas de videojuegos (PC, consolas, móviles y web) que Xbox inició en 2016 y selló con el Game Pass se está alineando para ponerle en una posición privilegiada. Y si el resto de compañías no espabila, Microsoft puede llevárselas por delante.