Fade to Black, aparte de ser un temazo de Metallica del año 1984, es también el nombre que recibió la primera secuela oficial del mítico Flashback de 1992. Salió tres años más tarde, llamando la atención por el cambio radical en su perspectiva.

De ser considerado el sucesor espiritual de todo un icono como Another World, también de Delphine Software, el auge de las 3D provocó que la segunda aventura de Conrad Hart cobrase un cariz totalmente distinto. Y esto ha provocado a la larga una retro-rotura descomunal, al envejecer fatal a nivel gráfico y jugable.

Escapando de Nueva Alcatraz en un mundo en 3D

Fade to Black

Ambientado 50 años después del primer Flashback, aquí Conrad despertaba de un letargo viendo de nuevo a los seres a los que había destruido su planeta en la primera aventura. Sí, esos alienígenas apodados Morphs, con aspecto de largarto mutante y capacidad de mimetizarse en aspecto de humanos para engañarnos, nos cogían por sorpresa, arrastrándonos hasta la Nueva Alcatraz de la Luna.

Por suerte, de esta prisión surgía un aliado, llamado John O’Conner, que nos facilitaba la huída con una PDA para comunicarnos con él y abrir la puerta de la celda, aparte de una pistola. Sin embargo, la sensación de estar ante un juego diferente era más que palpable, al pasar de un juego de scroll lateral a uno dentro de un mundo en tres dimensiones, irónicamente más plano en su verticalidad.

Basta comparar la imagen de arriba con el vídeo de abajo…

De aquel entorno de jungla con el que arrancó Flashback, pasamos a un ambiente completamente cerrado y menos vistoso en esta secuela. Por suerte, eso sí, la prisión futurista (año 2190, por cierto) era tan solo uno de los múltiples escenarios a visitar, aunque gráficamente hubiese un bajón importante si comparábamos las cinemáticas de su escena de introducción con las del propio juego en acción.

Hoy en día sus polígonos con sombreado Gouraud resultan muy minimalistas. Pero es que la elección de una vista desde el hombro no fue tampoco algo que funcionase a la perfección, haciendo aguas con el apuntado a la hora de disparar, con la propia cabeza de Conrad entorpeciendo la visión. Ni siquiera fue una mecánica satisfactoria con el control por culpa de lo lento que resultaba el movimiento si queríamos esquivar dando pasos laterales o al agacharnos.

Fade to Black no ha sabido envejecer nada bien

Fade to Black

La esencia Flashback que tanto nos cautivó en 1992, se iba diluyendo poco a poco. Ese control medido, heredero del Prince of Persia de Jordan Mechner, se complicaba aquí con una torpeza y lentitud inusitadas, propias en parte de un mundo en 3D que llegaría a su cénit al año siguiente con Super Mario 64. Es que media un abismo si comparamos ambas obras. ¡Y tan solo les separa un año!

Desde luego que no ayudaba el diseño de sus salas, con gran parecido entre todas las de una misma región. Y es que de la prisión inicial, la más austera de todas, pasábamos a otras con mayor colorido, pero igual patrón: una nave alienígena, un templo… El problema es que se convirtió en un juego más pasillero en el que todo se resumía a resolver puzles pisando determinadas baldosas o activando ciertos mecanismos con la mano, mientras eliminábamos la presencia de enemigos en un juego de «a ver quién dispara más rápido». ¿Y el salto? Aquí quedó relegado tan solo a evitar que pisásemos alguna baldosa trampa. Quedó bastante huérfano.

Yo sigo sin explicarme por qué cierta revista de nuestro país le dio mejor nota a la versión para PlayStation de Fade to Black (que debutó en 1996, un año después que en MS-DOS) que el primer Resident Evil, porque en su día me pareció muy inferior y rejugarlo ahora demuestra que ha envejecido fatal. Como el anciano al que tenemos que escoltar en una de las fases de la historia… O, peor si cabe, en un tramo en el que controlamos una nave que no para de rebotar. Muy irritante.

Que vaya a haber una secuela de Flashback, es algo que sin duda nos alegra, porque todo parece indicar que Microids apostará por el mismo estilo del clásico de 1992, teniendo además al mismísimo Paul Cuisset, artífice de la saga, como supervisor. Aunque esto también nos invite a ser cautos, porque no solamente trabajó en la «primera» secuela de 1995, sino también en el fallido reboot de Flashback en 2013. En el peor de los casos, tenemos el prometedor Lunark.