El primer episodio de la temporada 3 de ‘Ted Lasso‘ (que estrena este miércoles Apple TV+) cierra con el entrenador encarnado por Jason Sudeikis en plena rueda de prensa. Ante la sangre que le han pedido que haga en respuesta a los comentarios de Nate (Nick Mohammed), él hace lo que cree que debe hacer: poner su cara amable. Sin embargo, hay un matiz entre decepción y resignación, que marca el rumbo.
Es curioso ponerte a ver esta nueva entrega con la incertidumbre de si es, tal como apuntan sus creadores —que no Apple TV+—, el final de la serie. Sobre todo porque muchas decisiones de guion que encontramos en los cuatro primeros episodios (los facilitados a la prensa) parecen tomadas con ciertas pretensiones tanto conclusivas como expansionistas.
Algo que se ve en cómo, de un año a otro, la serie ha ampliado el foco de su historia proponiendo tres escenarios diferentes. Uno es nuestro ya familiares oficinas y vestuarios del Richmond, que se enfrentan a los pronósticos atroces que les posicionan como últimos en la próxima Premier League.
Otro escenario es la sede de su gran rival, el West Ham United de Rupert (Anthony Head) que cuenta con el mismísimo y despechado «Wonder Kid» (Nick Mohammed); el tercer escenario es la aventura de Keeley (Juno Temple) como la CEO de su propia empresa de PR.
Ampliando, que es gerundio
De esta manera, la sala de guionistas liderada por Jason Sudeikis, Brendan Hunt, Brett Goldstein, Joe Kelly y compañía se les ve algo más empeñados que de costumbre en desarrollar todo lo que puedan el universo lassiano. Para ello ya abandona definitivamente la estructura de 30 minutos por episodio para presentar 45 por entrega, al igual que los últimos capítulos de la temporada anterior.
Podríamos decir que hay muchas ganas de contar muchas cosas… pero, por otro lado, no son demasiado espabilados a la hora de hacerlo a la hora de presentarlas. A lo largo del metraje se nota falta de fluidez e incluso de cierta tensión en lo que los acontecimientos en el Richmond van ocurriendo y se van formando nuevas dinámicas con los personajes.
Hay desgaste causado por no quitar lastre. Si bien los bagajes personales son muy importantes para ficción, las «reglas» de la comedia impiden muchas veces el poder matizar o «descaricaturizar» situaciones. Un ejemplo claro lo tenemos con Rebecca (Hannah Waddingham), que parece volver a casillas de salida con su relación con su ex. No me refiero tanto a los avances y retrocesos habituales, sino más bien a sus reacciones más propias quizás de los inicios de la serie.
No me quiero entretener demasiado en estas cuestiones, más que nada por no meternos en cosas que veremos en las próximas semanas, pero ‘Ted Lasso’ acusa cierto cansancio por, simplemente, querer abarcar demasiado. La culpa es más de los guionistas por no filtrar que de los personajes, que son todos tan adorables y tan carismáticos que es imposible no querer más y más de ellos. Incluso las incorporaciones son potentes en este sentido.
Pero sigue siendo el ‘Ted Lasso’ que necesitamos
Más allá de estas expansiones, el núcleo sigue siendo delicioso y muy interesante. Con esa filosofía de vida de nuestro protagonista curando las almas y corazones tanto del resto de personajes como los nuestros. Si bien la temporada 2 giraba sobre el coste mental de ser Ted Lasso en lo que nos adentrábamos en sus ataques de pánico, en esta entrega vemos al Lasso cansado, prácticamente rendido.
Es en el arco del personaje de Sudeikis donde vemos que, realmente, la temporada puede funcionar como fin de trayecto para la serie. Como si de una Mary Poppins se tratase, él ha hecho el trabajo que venía a hacer y su mente está para bien o para mal a miles de kilómetros de distancia.
Independientemente de que lleguemos o no al final de la serie, la temporada 3 de ‘Ted Lasso’ sigue siendo ese lugar cálido, agradable y acogedor en el que todos nos quedaríamos a vivir y la calidad de la serie sigue siendo notable. Sin embargo, como suele pasar, a veces menos es más.