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En el principio fue un coche estrellándose contra una joyería. Y luego la desvalijaron en tres minutos. Así comenzó y triunfó en 2020 la película Hasta el cielo, en la que el actor Miguel Herrán (“Río” de La casa de papel) era el líder de una banda de “aluniceros”, este modus operandi en el mercado negro de objetos robados en Madrid.

El viernes pasado llegó a Netflix la secuela (en modo episódico), Hasta el cielo: la serie.

Acción, thriller, seducción, traiciones, policías oscuros y muertes juveniles. Y unos jóvenes de los suburbios que se hacen ricos estrellando autos contra joyerías (en las vitrinas o lunas de cristal, de ahí “aluniceros”, que figura en la Real Academia Española).




Salto de cartel: la actriz y bailarina Asia Ortega, que estaba en el filme, ahora pasa al frente como jefa delictiva.

Y saqueándolas antes de que caiga la Policía. No vale spoilear qué le pasó a Miguel Herrán en el filme, aunque él no está en Hasta el cielo: la serie. Pero vuelven casi todos los demás.

La película fue un éxito brutal y también está en Netflix. Ahí se seducen Miguel Herrán (como Ángel, un “Río” más desatado), Carolina Yuste (la peligrosa morocha Estrella), y Asia Ortega (su esposa bella y buena). Con una salvedad: esta última es hija del capomafia en este mercado negro de artículos robados, Rogelio (el experto Luis Tosar).

El juego de los (nuevos) roles

En la serie, Asia Ortega pasa al frente como la líder de los aluniceros.

Y no sólo por eso la serie es mucho mejor. El filme no lograba equilibrar sus secuencias por todo Madrid e Ibiza con el apurado drama romántico de sus tensos personajes. Ya a la mitad se tornaba algo repetitivo. Los momentos de Asia Ortega les daban aire a las dos horas, pero ella no era el personaje central. Hasta ahora.




La banda de atracadores está integrada por varios raperos españoles e influencers famosos.

Este nueva ficción equilibra el drama, el romance, el delito y la acción a toda velocidad. Consta de ocho episodios de 40 minutos por Madrid, otros puntos de España e incluso París, para desarrollar tramas y subtramas y conocer mejor a la banda de aluniceros y a las fuerzas en pugna en el mercado negro de objetos robados. Y las legales, no menos oscuras.

El director Daniel Calparsoro y el guionista Jorge Guerricaechevarría mantuvieron al resto del reparto y sumaron al actor Álvaro Rico (el sinuoso y refinado Polo, uno de los estudiantes-villanos de la serie Élite) como Fernán: él representa un interés amoroso para Sole (Asia Ortega), y el nuevo coequiper de robos con autos, en reemplazo del Ángel de Miguel Herrán.

Hasta el cielo: la serie cuenta con numerosos nombres ilustres del cine y las series de España. Uno que descolla es Fernando Cayo: quien fue el insufrible Coronel Luis Tamayo de La casa de papel ahora tiene el rol de Duque, el policía honesto y obsesionado. Vuelve Patricia Vico como la corrupta abogada Mercedes (un poco a la manera de Better Call Saul). La mejor consejera sobre cómo lavar dinero tras estallar vidrieras madrileñas.




Luis Tosar interpreta a Rogelio, el cerebro del mercado negro de objetos robados y rival de su hija.

Pero el eje central está en los ambiciosos planes, a toda marcha, de la banda de aluniceros. También en los juegos de poder entre los personajes de Álvaro Rico y Asia Ortega, esta gran actriz y bailarina de 27 años en claro ascenso tras haber protagonizado la serie El internado: Las Cumbres, terrorífica y retorcida.

La trama sigue apostando al juego colectivo

El atractivo de esta ficción es lo grupal. Los códigos entre Sole, Fernán y sus laderos: la influencer Alana “La Hija del Jeque” Porras, como Rosa, y los raperos Ayax Pedrosa como Motos, Dollar Selmouni como Gitano y Jarfaiter como Toño. Y, por encima de todo, el gran Tosar como Rogelio: el Padrino de todos los quinquis o mercheros, en la jerga española.

Quienes hayan visto el filme del 2020 saben de lo que es capaz el padre de Sole, manejando influencias o dando órdenes a cierto policía-killer (el actor Tomás del Estal, de 56 años). Bien al estilo narco, la serie expande la contracara de la imagen familiar de Rogelio y del amor por su hija Sole, ahora sin su Ángel.

¿Cómo tomará Rogelio que Sole busque liderar el negocio y la banda? ¿Habrá crisis de doble poder? “Ángel, por favor, que no la vea llorar”, le decía Rogelio en la película al personaje de Miguel Herrán. “Ah, y aléjate de esa puta”, agregaba el líder del tráfico y venta de objetos robados de Madrid. “Y no, Ángel, no me refiero a tu amante Estrella, sino a tu corrupta abogada”.




Álvaro Rico se suma a la banda de “Hasta el cielo: la serie”. Era Polo en ´”Elite”.

De nuevo, mejor no spoilear lo que pasaba en Hasta el cielo con todos ellos. Pero ahora se ven las consecuencias. Otro punto a favor de la flamante ficción de Netflix es el de las carreras antes de cada robo. Los delincuentes se ponen sus pasamontañas, surcan autopistas y calles madrileñas y se estrellan contra joyerías como si fueran inmortales.

De fondo suenan espesos ritmos electrónicos y urbanos. Así, el sonido y las cámaras vuelven magnética cada escena. El reloj corre y son sólo tres minutos para robar y huir de los comercios. Luego se verá la otra cadena del negocio: la circulación y puesta en valor de las joyas y objetos en el mercado negro.

La serie tiene vida propia

Pero no es imprescindible haber visto la película: la serie atrapa como universo propio y los matices de la protagonista, Asia Ortega, van mejor con los secretos y los engaños que surgen entre los distintos bandos. No sólo en Madrid: la serie crece en su escala internacional.




Miguel Herrán ya no forma parte de la banda. El protagónico de la historia ahora cae en Asia Ortega.

Esta banda no tendrá el carisma de la de La casa de papel, pero tiene otro plus: se inspira en un caso verdadero. Al director Daniel Calparsoro lo atrapó en 2013 el documental que realizó el periodista Manuel Marlasca, sobre los aluniceros en Madrid, para el programa de TV Equipo de investigación.

¿Qué cautivó al director? “La organización de las bandas y la modalidad de atraco -dijo- son muy buenas para llevar a la ficción”. Habrá que ver el impacto local que logra la serie. Eso sí, ojalá que estrellar autos contra los comercios siga pareciendo algo increíble en la Argentina.

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