Hay que decirlo. Su condición de diva no define -ni conduce- la charla. Susana Giménez parece “inalcanzable” sólo cuando cruza el charco y se resguarda en su chacra uruguaya (donde reside desde 2020): ahora recibe a Clarín con la calidez de una sonrisa familiar.
El pretexto más inmediato es LOL: Last One Laughing Argentina, el reality humorístico -o competencia de comediantes- de Amazon Prime Video, que la devolvió a la pantalla el 17 de marzo, con un volantazo más en su bagaje televisivo.
“Es una cosa impresionante. Imaginate, si para la promoción arman esto, lo que es el estudio con 50 cámaras…”, advierte la conductora emblema de la TV, a horas del estreno “en cuotas”: con una primera tanda de dos episodios, seguida de otras dos el 24, hasta llegar a los dos finales el 31 de este mes.
“Acá soy la jueza, pero me da lástima”, se sincera Susana. Es que la versión argentina del formato japonés que recorrió el mundo lleva a la diva -secundada por el influencer Grego Rossello– a confiscar que entre los 10 comediantes elegidos no haya risas que los dejen fuera de juego.
“Van a convivir 6 horas en una casa y el que se ríe pierde. Espero que les vaya bárbaro y se diviertan. Hay mucha expectativa. Yo, cada vez que estreno cualquier cosa, tengo miedo. Siempre tengo miedo… A que no guste, que esto, que lo otro. Soy miedosa. Me pasa también en el teatro, en la tele y en todos lados”, asume.
La villana del certamen
-¿Te costó sacarte el chip más susanesco para incursionar en un rol casi antagónico?
-Me encantó. Pero no me gustaba sacarles la tarjeta colorada a los participantes, que era ésta (la saca de una mesita y la muestra). Porque primero les das la amarilla, como una advertencia, pero ya con la roja los tenés que echar. Yo les decía: “Perdónenme chicos, pero se rieron”. Ahora soy la jueza, pero me da lástima.
-¿En la vida sacás muchas tarjetas rojas?
-¡No! Ojalá…
-¿Sos muy paciente?
-Sí, soy paciente, tolerante. Pero la saco cuando hay que sacarla. Soy justa siempre. Ahora, cuando ya te rompe mucho… chau. Hay varias cosas que me pueden sacar (se ríe). Pero, en general, soy una persona muy alegre y no me gusta la batalla, la pelea, ni la mala onda.
-Otra novedad del formato es que le das lugar a un joven coanfitrión. Eso habla de un gesto que no abunda en las grandes figuras.
-Sí, lo trajeron a Grego, que es divino, simpatiquísimo y también estaba nervioso. Pero no es que conducía. ¡La jefa era yo! Pero como nunca hice eso y tenían miedo de que me sintiera sola, encerrada con las 50 cámaras, vino para ayudarme un poco. Él es amoroso y a mí me vino bien. Por ahí nos consultábamos: “Che, ¿se rió o no?”. Porque teníamos que estar atentísimos a todo lo que pasaba.
-¿Mejoró tu interacción con las redes sociales o seguís siendo peligrosa con el teléfono en la mano?
-¡Yo soy un peligro para mí! Porque hago cada cosa… No soy muy cibernética y hago macanas. Por ahí aprieto y me sale un pie o cualquier cosa. Pero enseguida tengo gente que me dice: «¿Qué publicaste? Pero, ¿qué publicaste?”. Y me lo borran. Aprendí a las piñas, pero igual pienso que es el futuro. Yo siempre leo y veo mucho las redes.
«El otro día vi que un elefante cruzaba una ruta. ¡Y los camiones paraban! Y el elefante le sacaba todas las hojas, todo lo que traía, se lo comía y después el camión seguía. Esas cosas tan raras que hay en el mundo… Yo he estado en India y nunca vi eso tampoco. Me divierte mucho TikTok, también«, reconoce Susana.
-¿Te animaste a hacer alguno?
-No, no me animo. Me encantaría hacer cosas y bailes, pero tenés que aprenderte la coreografía, y no me da. Pero me gusta verlo. El otro día vi a una señora de 101 años que bailaba tap y me quedé muda. Y dije: “Qué fabuloso, es joven de espíritu y eso es importantísimo”.
Fan del Oscar y de Darín
Ex pareja de Ricardo Darín, lamenta que Argentina, 1985 no haya ganado el Oscar como mejor película internacional.
-Sí, todos esperábamos ganarlo, pero igual tuvieron tantos premios y la vio tanta gente… Y la siguen viendo. Me dio pena que no lo ganara, pero ellos también desconfiaban un poco, digo Ricardo (Darín) y Florencia (Bas).
-¿Hablaste con Ricardo después?
-No, hablé con la “Flora”, pero antes. Y, bueno… Había una película que era la favorita (la categoría de filme extranjero quedó en manos de la alemana Sin novedad en el frente) y después una con chinos que ganó como 28 premios.
-¿Fallaron las cábalas? ¿Tenías alguna?
-No, pero me vi toda la red carpet, estuve 4, 5 horas sentada. Es mi programa del año.
-Tu debut como host en «LOL Argentina» coincide con el debut de Wanda Nara en «MasterChef». ¿Cruzaron algún mensaje?
-Me preguntaron qué me parecía y ya querían buscar roña. “¿Te parece que te podrá reemplazar?”, me dijeron y les contesté que no dijeran pavadas. Wanda Nara es muy graciosa y yo la quiero muchísimo. Cada vez que he ido a verla en Milán o París me he reído mucho, porque es un personaje.
-La búsqueda de una sucesora no es de ahora, viene casi de antaño.
-¡Pero, por favor! Desde que tengo 25 años están buscando una heredera. Y no la van a encontrar (risas).
¿Más vale reír que llorar?
-«LOL» es un éxito de audiencia en muchos países. ¿Creés que los argentinos necesitan reírse un poco?
-Pero ¿cómo se van a reír, si hace 25 días que no tienen luz? Esas familias no se pueden reír nunca. Con 40 grados de calor… No pueden poner un ventilador, no pueden tomar algo frío. Es inhumano y nadie te da una explicación de por qué pasa eso.
-Desde el 2020 estás viviendo en Uruguay. ¿Cómo es estar lejos en este contexto?
-Y… veo los noticieros porque tengo que saber lo que pasa. Me resulta doloroso, pero es una realidad. Yo no puedo estar ausente de lo que pasa, pero me tengo que coser la boca, porque me conozco.
Harta de los concursos
-¿Te da ilusión volver al formato tradicional de tu programa? ¿Lo ves compatible con la televisión de hoy?
-Habían comprado unos formatos para mí, pero era otra vez lo mismo. Yo vivo haciendo concursos… Imaginate que durante 35 años hice todo: de canto, de grandes, de chicos. Pero mi programa sí me interesaría. Tenemos pensado la vuelta para el segundo semestre, pero no sé, porque es un año político. Entonces es difícil reírse y no hablar de una realidad.
-¿Decirle que no al otro formato fue pura intuición?
-Yo tengo una intuición total, para mi vida y siempre la usé para mi carrera. No es que no haya tenido fracasos al principio. Debuté con Las mariposas son libres, un éxito brutal, pero me habían hecho firmar dos contratos, porque recién empezaba y tuve que hacer otra obra después, que era una porquería.
«No fue nadie y la hicimos con Satur (Claudio García), que en ese momento estaba con Rolando Rivas, taxista y teníamos que llegar en patrullero al teatro. Cuando salíamos había mil personas afuera y cincuenta adentro. Fue lo peor que me pasó», recuerda.
Cómo es el programa de streaming
El que se ríe pierde. Es la única regla de fuego que rige en la nueva casa televisiva de Susana: un colorido living con monitores que registran, durante 6 horas de competencia, cada movimiento de 10 comediantes encerrados en una casa con 50 cámaras.
No hay fórmula ganadora. El truco está en resistir y, al mismo tiempo, provocar la risa del oponente que tiene una sola oportunidad, la tarjeta amarilla, previa a la expulsión.
El “experimento” televisivo de origen japonés, y replicado en el mundo, empezó a tomar forma a fines de julio, en México DF, con una valija por participante y siete días de aislamiento previo.
“Nos pusieron antifaces del hotel a la casa, nos hicieron pasar por laberintos. Fue re traumático para mí”, comenta Dan Breitman, que es parte del grupo elegido junto con Migue Granados, Charo López, Lucas Spadafora, Juampi González, Yayo Guridi, Mica Lapegüe, Julián Lucero, Darío Orsi y Martín Rechimuzzi.
“Es más un experimento que una obra de comedia. Y te descoloca porque es otro idioma, es hacer reír sin risa y eso te enloquece mucho”, suma Charo López.
Y continúa Julián: “Es difícil, porque yo tengo la risa fácil. Entonces practicaba muecas, intentaba poner cara seria y trabajar la cara antes de que arrancara un acto, por si me sorprendía algún chiste. Otro conflicto era el ego del artista, el hacer cosas y quedar de garpe todo el tiempo”.
La única dispersión, en lo que dura la maratónica batalla a puertas cerradas, es la intervención de Susana, dueña de las tarjetas que van sacando de juego uno a uno.
“Con Susana había un micromundo chiquito, teníamos sketch y compartimos un código. A mí me encanta la comedia y conducir, en ese sentido es el trabajo de mis sueños. Yo llegué antes a México y estuve 4 días desayunando, almorzando y ensayando con Susana en un hotel del DF. Con un plato que decía mi nombre y el de ella al lado, esperando a ver qué pedía de desayuno para contarle a mi abuela”, cierra el influencer.
“Nos pasaba de decir: ‘¿Hasta dónde podemos hacer chistes, le faltaré el respeto? No puedo joder con Susana’. Y era todo lo contrario. Es como pelotear con Messi”, coinciden los protagonistas que jugarán por el premio de 5 millones de pesos, donados a una ONG elegida por el ganador.