La Secretaría de Cultura de la Nación recupera su autonomía administrativa y financiera. Alivio para el secretario Leonardo Cifelli y para los directores de museos y espacios culturales dependientes de su área que vuelven a abrigar la ilusión de tener cajas chicas para cubrir gastos de funcionamiento y de mantenimiento mínimos. Todo esto se vio complicado por la dependencia de Cultura del ministerio de Capital Humano, a cargo de Sandra Pettovello, que creó una “cebolla” administrativa, donde Cifelli no podía disponer de recursos sin la bendición de la ministra.
¿Qué significa en los hechos? Que la Secretaría de Cultura, cuyo rango es presidencial, vuelve a tener la potestad de decidir en materia de recursos humanos, contrataciones, licitaciones y, por decantación, volverá a sentarse con los museos a debatir las herramientas que estos necesitan para funcionar en el día a día: cajas chicas y fondos rotatorios.
De ninguna manera, como se ha publicado en varios medios, según fuentes indubitables de la Secretaría de Cultura de la Nación, “el área de Cifelli será nexo para el acceso a la información pública del Estado. Informaremos, como venimos haciendo, lo relativo a nuestra Secretaría. Y lo que este decreto 60/25 sí completa es la posibilidad de independizar la gestión que es compleja del ministerio de Capital Humano”.
El sueño de Cifelli, según pudimos saber por voceros inobjetables, es poder implementar -¡ahora sí!- las llamadas “ticketeras” en el primer cuatrimestre de este año para que los museos nacionales, del más relevante (Bellas Artes) al más pequeño, puedan cobrar entradas. En un principio será a los visitantes extranjeros.
“Eso ayudaría a que se reinviertan los ingresos por entradas en más presupuesto para los museos, avanzando hacia una cultura que sea sustentable y se autofinancie”, nos dijeron las fuentes oficiales.
Pero además el secretario tiene otro sueño: que los museos puedan alquilar sus salas para obtener más fondos propios e incluso, que los más amplios, “puedan concesionar espacios; en eso se está avanzando para este año”.
En este camino ya está, por caso, el Palacio Libertad Domingo Faustino Sarmiento, tanto con el café que tiene espacio propio en la Planta Baja, como el restaurante que supo abrir como un lugar exclusivo en el piso 9 del ex Palacio de Correos.
La libertad avanza para Cultura
“Al completarse la estructura, Cultura vuelve a estar en el SAF (Servicio Administrativo Financiero)”, nos informaron. El subsecretario de Coordinación Administrativa es Juan Ignacio Colombo, funcionario procedente de la Ciudad de Buenos Aires.
Recuperar potestad administrativa y financiera implicará definir, no solo lo relativo a recursos humanos, sino también lo concerniente a compras, contrataciones y -algo muy importante- volver a tener la Dirección General de Infraestructura, la que resuelve todo lo informático en la Secretaría y el mantenimiento en los museos y centros culturales.
Pero básicamente se pondrán en marcha obras estancadas. La recuperación del Palais de Glace es un ejemplo rotundo de fracaso de gestión de varios gobiernos.
En esencia, el Decreto 60/25 publicado en el Boletín Oficial completa la reestructuración que se dio a nivel de administración nacional en noviembre último, desgajando la Secretaría de Cultura y todos sus organismos dependientes del ministerio de Capital Humano para reconfigurarlo en la Presidencia de la Nación.
La norma recuerda que por Decreto 989/24 se modificó la ley de ministerios, suprimiendo las competencias asignadas al Ministerio de Capital Humano en todo “lo concerniente a la cultura y se incorporó la Secretaría de Cultura como Secretaría Presidencial”.
Así también en los considerandos se destaca que, previamente, por Decreto 993/24 ya se había aprobado “la conformación organizativa de la Secretaría de Cultura”, transfiriéndose unidades. Y se estableció “que la Secretaría General de la Presidencia de la Nación, a través de sus unidades con competencia en la materia, le brindaría el apoyo jurídico, legal y de control interno necesario para su plena operatividad, entre otras cuestiones”.
En la práctica equivale a decir que la Secretaría de Cultura de la Nación dependerá de las decisiones de la secretaria general, Karina Milei. En los hechos se formaliza legalmente lo que ya venía funcionando tal y como quedó plasmado en la norma.