“Los enanos no se miran”, le advierte un hombre a la protagonista del relato que abre La vida es breve, etcétera (Libros del asteroide) de la italiana Verónica Raimo. La frase ridícula, dicha y recibida con solemnidad, lleva el sello desenfadado e irónico de su autora, que se encuentra en la Argentina como una de las cinco participantes de la Residencia de Escritores de Malba, visita que es posible gracias a la colaboración del Istituto Italiano de Cultura de Buenos Aires.

La escritora italiana Verónica Raimo posa durante su estadía en Buenos Aires. Foto: Antonio Becerra.La escritora italiana Verónica Raimo posa durante su estadía en Buenos Aires. Foto: Antonio Becerra.

Durante su estadía de cinco semanas, la autora estará ocupada editando la que será su quinta novela, con fecha de publicación en febrero en Italia. “En la historia, la protagonista es una camarera de treinta y cinco años y es una historia de amor y de violencia, por un lado, y después sobre la transformación de Roma, de los procesos de gentrificación de la ciudad”, adelantó a Clarín.

Raimo había ya visitado el país el año pasado para presentar su novela Nada es verdad, finalista del Premio Booker Internacional, preseleccionada para el Premio Strega y ganadora del Premio Strega Giovani. En ella, Raimo se disfrazaba de personaje de ficción para contar la historia de una escritora que crece en una familia disfuncional, con una madre controladora, un padre obsesivo y un hermano genio.

En la colección de siete relatos que integran La vida es breve, etcétera, publicados originalmente en distintos medios, se reconocen sus marcas de estilo. Raimo escribe como quien no soporta tomarse demasiado en serio, pero al mismo tiempo se atreve a ir hacia lugares incómodos cuando hace falta. Como si fuera ese lugar, el de lo patético y lo absurdo, el más verdadero. “La vida es breve”, enuncia con seriedad, “etcétera”, añade, para restarle importancia a lo lúgubre.

La selección hecha especialmente para la edición en castellano contribuyó también a acentuar ese tono, que en la original italiana incluía algunos relatos “más dramáticos”, según define la autora. “Todos estos son cuentos en realidad escritos cuando empecé a escribir, más o menos quince años atrás. Me pude permitir publicar una colección porque a la novela le fue bien, entonces mi editorial italiana dio el ok», cuenta y subraya su alegría de ver reunida una obra que, de otra forma, quedaría dispersa.

Mujeres protagonistas

En La vida es breve, etcétera las mujeres son protagonistas. “No fue un ‘concept album’ que creé en su momento, pero en su conjunto tiene esta identidad”, aclara Raimo. En “Los enanos no se miran”, una chica se ve atrapada por la hospitalidad de la familia de una compañera de trabajo y lo que podría ser una pesadilla se convierte en una salvación inesperada. En “El encargo”, Raimo lleva al extremo un vínculo mutuamente parasitario entre una escritora en búsqueda de inspiración y su vecina. Un pepino envuelto en un preservativo, tirado en la puerta de su nueva casa, angustia a la protagonista de “El regalo”, que no logra reunir el coraje para levantarlo y empieza a añorar al ex que quería superar.

También hay una ruptura amorosa en “Presencia” y otras más en “La sacudida”, un cuento sobre la pulsión de huida en el que hay vistazos de aquel padre de Nada es verdad. En el relato que da título al libro, en cambio, la posibilidad de un amor puede ser una especie de antídoto contra el escepticismo. Por último, en “El Premio Generosidad”, una niña está dispuesta a todo por ganar un premio del colegio.

–Hay algo en común que tienen varias de tus historias, y que también está en Nada es verdad, que es la idea del absurdo. Por un lado, como una forma de huir de lo solemne y, por el otro, como una búsqueda del sentido. ¿Dónde encuentran tus personajes el sentido?

–Sí, es verdad. El absurdo, efectivamente, para mí es una condición existencial de conocimiento, filosófica. Pienso que uno de mis grandes amores, un punto de referencia y también importante en mi formación, ha sido Camus y todo su discurso sobre el absurdo. En el caso de estos cuentos, es la posibilidad de un absurdo cotidiano, accesible, de las pequeñas irrupciones en medio de la banalidad, este absurdo de enanos de jardín o un pepino en la alfombrita de entrada, etcétera. Efectivamente, quizás, razonar en términos de absurdo es también un antídoto para no frenarse nunca a pensar ‘ok, este es el sentido de la vida’. En el fondo, son todas mujeres que respecto a otros personajes que han encontrado un sentido a sus vidas, tienen una forma o de escepticismo o de ironía, de tomada de pelo. Es como que una vez que se encuentra el sentido se deja de buscar y, sobre todo, se deja de vivir en la dimensión del absurdo, que para mí es la dimensión filosóficamente más aceptable. Si debemos aceptar la muerte, debemos aceptar por fuerza el absurdo. Entonces, ¿qué sentido debemos encontrar?

–El sentido podría estar en las relaciones personales, pero en estas historias también hay muchas rupturas y relaciones amorosas fallidas. ¿Qué te interesaba explorar de eso?

–En realidad, me doy cuenta de que esto es casi un límite mío, que no consigo nunca hablar de amor en el tiempo presente, digamos, en el tiempo en el que sucede o en el enamoramiento. Hay siempre, en cambio, el relato del después del amor, del desencanto y un poco por eso el cuento «Presencia» era un intento de juntar las dos cosas. Pensar que el momento de la separación puede ser otra fase del amor, como si fuera una suerte de no linealidad, sino una circularidad. Y entonces la ausencia era una nueva forma de presencia y la nostalgia formaba parte del proceso de amor. Y en el cuento que da título al libro, que es el único que escribí a propósito para la colección, ahí pensé «ok, no quiero escribir otra historia de desamor, del fin de un amor, quiero que al menos haya un mínimo de enamoramiento». Entonces, en ese final, a pesar de que hay alguna nota amarga, al menos hay dos personas que se encuentran y se están enamorando. Para mí era fundamental.

–El cuento de «El regalo» es, quizás, el que plantea cuestiones que tienen que ver con el feminismo, las mujeres, pero desde un lugar de debilidad que no es victimista. ¿Cómo lo pensaste?

–Para mí esta es una cuestión que no tiene que ver sólo con la literatura, sino con la narración que se hace del feminismo hoy. Me parece que hay dos líneas especulares. De un lado, hay una línea, llamémoslo así, del empowerment, según la cual una mujer debe ser autosuficiente, debe tener objetivos y ser una mujer exitosa. Del otro lado, hay una narración de la mujer como víctima, aplastada por el patriarcado. Puede haber una emancipación, pero está este rol de víctima. Me interesaba buscar algo que fuera no la mitad entre las dos cosas, sino propiamente, de nuevo, contar algo que se acerca al absurdo. Es decir, ¿qué significa ser mujeres en un mundo que todavía es un mundo patriarcal, pero donde el patriarcado no es que se manifiesta de una forma límpida? En qué modo se puede ironizar, desactivar ciertos mecanismos, volverlos ridículos, absurdos. Para mí es mucho más interesante eso. Probé contar a las mujeres que están constantemente en duda, incluso sobre qué significa ser feminista, qué significa ser una víctima. Que están en duda sobre todo eso, no tienen una respuesta ni de un lado, digamos, de empowerment ni de un punto de vista victimista, sino que no hacen otra cosa que interrogarse respecto a su condición.

La escritora italiana Verónica Raimo posa durante su estadía en Buenos Aires. Foto: Antonio Becerra.La escritora italiana Verónica Raimo posa durante su estadía en Buenos Aires. Foto: Antonio Becerra.

–Es una lucha interna, también.

–La otra gran cuestión para mí es el deseo femenino. Son mujeres que son llenas de deseo y el mismo tiempo no saben realmente qué desean. Y esto creo que es una condición en la que se reconocen no sólo muchas mujeres, sino, tal vez, el ser humano. Y por eso para mí era importante no decir “ok, una vez que reconociste tu deseo, andá, seguilo”, porque a veces simplemente no sabés qué cosa es. Entonces, la posibilidad de no ser transparente respecto a los propios deseos o cambiarlos, ser incoherente es una posibilidad que no sólo va dada, va contada, y para mí la literatura puede hacerlo, puede entrar justo ahí, en la confusión, en la ambigüedad de los deseos.

–Hablando de la literatura, el arte también aparece como tema en tus relatos. En «La vida es breve, etcétera», la protagonista dice que trabaja en una película porque le gusta el director y porque necesita el dinero. ¿Qué te interesa de pensar las condiciones materiales del arte?

–Sí, también en el libro pasado, Nada es verdad, siempre busqué los aspectos que en general no se cuentan respecto al arte, a la escritura. Pareciera que hace falta siempre tener un tono enfático, pensar que se escribe por los propios demonios o por la inspiración. Siempre hay un relato demasiado heroico que, según pienso, viene de escritores como Conrad, se me ocurre decir, que de todas maneras, tenían una mujer que le hacía todo y ellos, sí, se ponían a contemplar la ventana. Pero no siempre es así. La vida material, para mí no es por fuerza un obstáculo para poder perseguir tu propio arte. La vida material puede entrar en el arte. En realidad, ya sea el arte o la literatura de muchas mujeres, demuestran justamente esto, que efectivamente el cotidiano, incluso eso que parecen obstáculos para producir arte, entran a formar parte, no solamente en un nivel temático, sino también al nivel de la forma. Deborah Levy ha escrito esta trilogía que se llama «Autobiografía en movimiento» que justamente parte de estos presupuestos: ver cómo la condición material, respecto al trabajo artístico de una mujer ha condicionado su trabajo desde un punto de vista estético y de un punto de vista de contenido, examinando la obra y la vida de varias escritoras y sus parecidos. Ursula Le Guin es otra teórica que piensa mucho sobre esto. Yo estoy muy de acuerdo y es un aspecto que encuentro fundamental.

–En «El encargo», por otro lado, hablás de los riesgos que se pueden correr en pos de sostener la inspiración.

–Los riesgos, incluso también a veces las cosas que pueden parecer humillantes, pero que en el fondo hacen parte de la vida… A veces, justamente, arriesgar o hacer algo que da vergüenza puede ser más fructífero que la inspiración en sí misma. Yo creo que las situaciones de desagrado nos dan mucha fuerza. Mis protagonistas se encuentran siempre en situaciones de incomodidad. De ahí, hacen sus elecciones. Pueden ser elecciones equivocadas, pero al menos van a algún lado. Pienso que lo mismo pasa con la escritura, cuando estamos frente a algo que nos obstaculiza, que nos molesta, que nos hace estar en una situación de no comfort, quizás de ahí logramos producir un arte que no sería el mismo que si estuviéramos en una situación de súper comfort. Al menos para mí es así.

–Pero a tu protagonista la salvás en el momento justo.

–Sí, al final, la quiero.

–Dentro de las actividades de las que participaste en tu visita, hubo un encuentro con traductores. Vos misma has hecho traducciones. ¿Cómo ves el oficio de la traducción ahora?

–Verdaderamente es una broma esto, en el momento en el que finalmente los y las traductores estaban teniendo un rol en el mundo literario, llegó la inteligencia artificial. Quiero conservar el optimismo y pensar que justamente por este motivo, porque la inteligencia artificial puede traducir, siempre habrá necesidad de un trabajo especialista que tiene que ver con la experiencia, con la sensibilidad. Los traductores son en realidad siempre mejores, más necesarios. Después, habrá libros que podrán ser traducidos con inteligencia artificial. Existen tantos libros comerciales… Pueden ser ya directamente escritos por inteligencia artificial. Y para mí, si uno quiere seguir escribiendo, incluso cuando lo puede hacer la inteligencia artificial, lo va a hacer porque ama hacerlo. Será quizás lo mismo con la traducción. El trabajo de traducción lo hacés porque es algo muy trabajoso, y, sin embargo, lo amás. Es lo que espero. Quizás me equivoco y no tendremos trabajo ninguno. Espero al menos un subsidio del estado.

Verónica Raimo básico

  • Nació en Roma, en 1978. Es escritora, guionista y traductora.
  • Ha publicado las novelas Il dolore secondo Matteo (2007), Tutte le feste di domani (2013), Miden (2018) y Nada es verdad (2022; Libros del Asteroide, 2023), ganadora del Premio Strega Giovani y el Premio Literario Viareggio-Rèpaci.
La escritora italiana Veronica Raimo posa durante su estadía en Buenos Aires. Foto: Antonio Becerra.La escritora italiana Veronica Raimo posa durante su estadía en Buenos Aires. Foto: Antonio Becerra.
  • Ha publicado el poemario Le bambinacce (2019) y en 2012 escribió el guion de la película Bella addormentata, dirigida por Marco Bellocchio.
  • Ha traducido del inglés a autores como F. Scott Fitzgerald, Ray Bradbury y Octavia E. Butler, y colabora en diversos periódicos.

La vida es breve, etcétera, de Verónica Raimo (Libros del asteroide).