En Netflix ya sabían que tenían un gran éxito entre manos con ‘Valeria’, pues antes de su estreno ya empezaron a trabajar en una segunda temporada, y además compraron los derechos de ‘Fuimos canciones’, otra novela de Elísabet Benavent. Pocos meses después dieron luz verde a la película basada en ese último que finalmente llega a la plataforma este miércoles 29 de septiembre.
La verdad es que no esperaba gran cosa de ‘Fuimos canciones’, ya que con ‘Valeria’ disfruté bien poco, hasta el punto de considerarla la peor serie española realizada por Netflix hasta la fecha. En el caso que nos ocupa no ha «conseguido» lo mismo entre las películas españolas de la plataforma, pero sí que se ha quedado bastante cerca.
No todo es malo
Al igual que en ‘Valeria’, la amistad entre varias mujeres es uno de los grandes ejes de ‘Fuimos canciones’, pero aquí son tres en lugar de cuatro. Tampoco es que haya espacio para más, porque uno de los aciertos de la película firmada por Juana Macías está en saber dar con la dinámica adecuada entre los personajes interpretados por Valverde, Susana Abaitua y Elisabet Casanovas.
No es que sea algo memorable, pero uno se cree esa amistad y cómo cada una de ellas lidia con sus problemas y aconseja a su manera con el de las otras. Además, los personajes están suficientemente diferenciados para que no haya repeticiones innecesarias entre sí, pero no tanto como para que sea imposible creérselas juntas.
Además, cada una de ellas tiene su respectiva trama personal para que no sean personajes totalmente dependientes de la protagonista. Y es que, obviamente, María Valverde es la que tiene más peso del trío, pero al menos se va alternando con la suficiente frecuencia como para que uno nunca llegue a cansarse completamente de ninguna de ellas.
A cambio, cualquiera de las tres tramas resulta poco estimulante en sí misma, no tanto por lo que plantean, desde el descubrimiento de la propia sexualidad hasta la superación de la pérdida -y es que, sí, las historias de las amigas son más interesantes sobre el papel que la de la protagonista-, sino por la ejecución de las mismas, más cercanas a la anécdota que a hacer una exploración sugerente de las mismas.
Demasiadas pegas
Todo eso maquillado con una cierta búsqueda de la modernidad, tanto en la narrativo mediante la ruptura de la cuarta pared para que la protagonista se dirija de forma directa al público como en el intento de dar cierta frescura visual al resultado, sea por ciertas soluciones utilizadas por Macías o por el intento de conectar mucho la historia con Madrid, aunque ahí es cierto que hay mucho menos margen para hacerlo que en ‘Valeria’ por una mera cuestión de duración.
Además, todo está supeditado al final a una trama central con un contenido algo rancio por mucho que quieran encubrirlo. Ni siquiera el encanto de Valverde es suficiente para que eso te llegue a enganchar, funcionando mejor, incluso aunque se apoye en multitud de lugares comunes, todo lo relacionado con su vida profesional que la romántica.
Y es una pena que así sea, pues sí que se detecta algo de química entre Valverde y Álex González -se percibe sobre todo cuando se hacen putadas mutuamente-, lo cual bien canalizado podría haber sido la base de una comedia romántica bastante más disfrutable que ‘Fuimos canciones’, pero que en esta heredera bastarda de ‘Sexo en Nueva York’ va perdiendo gas hasta acabar en la mera indiferencia.
Entre la superficialidad reinante y cierto regusto a libro de autoayuda en algunos detalles del guion, ‘Fuimos canciones’ llega a coquetear con lo irritante en más de una ocasión. Por suerte, no llega a caer en ello como sí sucedía con ‘Valeria’, principalmente porque algunos apuntes cómicos no están mal tirados y por lo inspirada que está Valverde, sobre todo en esas situaciones, ya que cuando toca dar un giro hacia lo más dramático tampoco es que sobresalga.
En resumidas cuentas
La nueva película española de Netflix probablemente conquiste a aquellos que disfrutasen con ‘Valeria’ o sean seguidoras de la obra de Benavent, pero el resto encontrará pocos estímulos en una cinta bastante discreta en la que solamente destaca el trabajo de María Valverde, y no siempre.