El estreno de Sonido de libertad, la película protagonizada por Jim Caviezel (La pasión de Cristo) y dirigida por el mexicano Alejandro Monteverde (Bella y Little Boy) estuvo precedido por una polémica. Se la asocia a una teoría conspirativa de la extrema derecha estadounidense denominada QAnon, que identifica a una supuesta trama secreta organizada por grupos de poder contra el expresidente Donald Trump y sus seguidores.
Inspirada en procedimientos contra la trata de niños y las redes de pedofilia llevados a cabo por Tim Ballard, exagente especial del Departamento de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, ha recaudado hasta el momento más de 170 millones de dólares, superando en taquilla, a películas como Misión Imposible, sentencia mortal e Indiana Jones y el dial del destino.
Para contarnos sobre la génesis del proyecto, las discusiones que generó y arrojar un poco de esperanza sobre el terrible tema que explora el filme, Clarín entrevistó a Ballard y Monteverde en los espléndidos salones de un hotel que contrastan con los ámbitos donde se rodó la biopic, que se estrenó en la Argentina el 31 de agosto.
Ballard asegura haber rescatado cientos de víctimas y ayudado a detener a más de 700 traficantes de menores. Desde 2019 es miembro del Consejo Asesor de Asociaciones Público-Privadas de la Casa Blanca para poner fin a la trata de personas.
-¿De dónde toma fuerzas para continuar?
Ballard: He estado en esta lucha por casi veinte años y es muy difícil. Debo hacer referencia a una línea de la película. “los niños de Dios no están a la venta”. Creo esto. Siento este amor y trato de utilizarlo para ayudarme a tener la pasión y la energía. Algún día, vamos a morir y a sentarnos ante Dios para tener que responder por lo que hicimos durante nuestra vida. Yo quiero tener una buena reunión y esto me da ganas de seguir.
-¿Es católico?
-Soy mormón. Estuve 2 años en Valparaíso, Chile, como misionero, pero tengo mucho respeto y amor para cada religión, para cada persona que puede reconocer que esto es una guerra espiritual.
-¿Qué sintió cuando lo convocaron para el filme?
Nunca pensé que iban a hacer esto con nosotros. Rechazamos varias ofertas de estudios grandísimos que querían contar esta historia porque no tenemos confianza en Hollywood, para nada.
Cuando llegaron (el productor Eduardo) Verastegui y (el director Alejandro) Monteverde fue muy diferente, porque ellos venían de México y llegaron con un espíritu de combatir la trata. Cuando mi esposa los conoció, dijo que sí, pero solamente con ellos. Ahí empezamos a colaborar.
Un caso real
-¿Le ha tocado ver cosas terribles?
-En cuanto a la trata de niños, sí. La operación que vemos en la película existió, y el caso de los niños Miguel y su hermanita es real.
Un hombre llegó a la frontera entre México y los Estados Unidos, a un pueblito. Había abusado a muchos niños y filmaba pornografía infantil. Alejandro quería contar esta historia porque llega al corazón de los Estados Unidos. En Colombia rescatamos otros 52 niños. Se combinaron las dos historias para proteger la identidad de los menores, pero todo es bien real.
-¿Por qué piensa que se asoció la película con el movimiento QAnon?
-Dios, ni yo no sé qué es, o si existe o no este movimiento. Es algo que surgió de alguna prensa de los Estados Unidos. Siempre he dicho que creo que QAnon es algo loco. Ellos tratan de decir que como eres parte de la película, representas eso, pero olvidaron con su mentira que la película fue hecha años antes de que naciera este concepto.
Me atacaron a mí llamándome traficante o lo que sea. La verdad es que yo pienso que hay una agenda en los Estados Unidos, hay un movimiento de normalizar sexo con niños. Bajo el título de educación sexual, se enseña en las escuelas públicas. No es pornografía, pero están cambiando sus mentes. También están tratando de cambiar la palabra pedófilo por el eufemismo de “personas atraídas por menores”. Están atacando esta película porque no quieren que todo esto se dé a la luz.
-¿Qué lo decidió a desenmascarar estas redes?
-La primera vez que vi a un niño de 5 años rescatado que salió en un video de pornografía infantil. Fue algo muy difícil dedicarme a esto, porque la mayoría de los niños estaban en otro país. Tenía que salir completamente del Gobierno para ir, sin reglas o sin pura burocracia, a intentar hacer algo por ellos.
Ese momento, al mirar los ojos de un niño que había visto en un video, cambió mi corazón para siempre. Es imposible comprender que un ser humano adulto pueda estar haciendo algo tan horrible. Es imposible describir cómo uno se siente cuando ve algo así. Es como morirse.
La palabra del director
Ballard debe atender a otros periodistas y posar para el fotógrafo. Alejandro Monteverde, el joven director, llega con retraso a la jornada y se disculpa, cortésmente, antes de entregarse a la conversación.
-¿Qué lo llevó a desarrollar este proyecto?
Monteverde: Es algo con lo que ni siquiera estaba familiarizado, no sabía ni que existía. Sabía que había tráfico de humanos, pero no de niños. En 2015, veo un reportaje sobre la reproducción de material sexual infantil. No pude dormir esa noche, y el día siguiente, le digo a mi esposa: voy a escribir una película sobre esto, porque creo que es una temática importante.
Tuve mucha resistencia. La gente me decía, no te metas en eso, va a ser difícil de venderla. Llevaba tres meses escribiendo y me llamó Eduardo, el productor, y me preguntó, ¿sabes quién es Tim Ballard? Nunca había escuchado de él. Lo contacto y cuando empiezo a hablar, me di cuenta que su historia sobrepasaba mi ficción. Terminamos adquiriendo los derechos. Fueron dos años escribiendo y me fue muy difícil. Tenía ahí al personaje, entonces como cineasta, te tienes que tomar licencias creativas para hacer una película entretenida, cinemática.
-¿Logró su objetivo?
-Hicimos una propuesta para crear un diálogo social. Era muy importante crear una película visualmente fuerte para entretener, porque esto no es un documental. El cine se disfruta. Entonces, ¿cómo hacer que la audiencia disfrute con una temática tan fuerte?
Ahí es donde mi vehículo, mi lente, era un límite de esperanza. Por eso la iluminación es muy estilizada. Hay momentos muy film noir. Para mí la luz era un personaje en la película. Penetra la oscuridad.
-¿Qué piensa sobre la polémica en sectores conservadores?
-Ignoré siempre estas polémicas porque eran muy ridículas.
-En la apertura del filme aparecen escenas de secuestros de niños ¿Son reales?
-Cuando empezamos a editar, a mí como escritor me costaba mucho trabajo creer que esto pasaba. Fue muy importante poner eso al principio para decirles, esto es lo que está pasando. Son imágenes reales de cámaras de seguridad.
-¿Siempre pensó en Jim Caviezel para el protagonista?
-No. Un día Tim me habla de este actor. Le respondí que no se parecía en nada y entonces me pidió que me reuniera y hablara con Caviezel. Cuando hablé con él me di cuenta que esta temática estaba muy pegada a su corazón porque él adoptó tres niños de China. Empezó a llorar y me dice, ese es mi personaje. Se compenetró tanto que terminó siendo casi idéntico a Tim Ballard.