Antonio. En la ciudad de Córdoba, y es probable que en el resto de la provincia sea igual, (casi) nadie se refiere al gran Antonio Seguí (1934-2022) por su apellido. Simplemente, (casi) todos hablan del artista de destacada trayectoria internacional y creador de los hombrecitos con sombrero sin tiempo ni lugar por su nombre de pila. Antonio esto, Antonio lo otro. Y todos, en la tierra del Fernet, el cuarteto y el Cuti Romero, saben que Antonio no es otro que Seguí. Hay, también, otras maneras de nombrarlo, más diplomáticas si se quiere: Antonio, embajador-cordobés-en-el-mundo.

El viernes, el mes de diciembre arrancó en la ciudad de Córdoba con un doble homenaje. El Chateau Centro de Arte Contemporáneo (Chateau CAC) está celebrando sus 35 años de vida con una muestra dedicada precisamente a su creador: Antonio Seguí (por si quedaban dudas).

Con el tiempo suspendido reúne 37 obras del maestro cordobés, elegidas especialmente para la ocasión por Clelia Taricco, su compañera de vida y curadora de esta muestra, que podrá verse hasta el 10 de marzo con entrada gratuita.

Fragmento de "Jardín" (2005), de Antonio Seguí. Puede verse en el Chateau CAC. Fragmento de «Jardín» (2005), de Antonio Seguí. Puede verse en el Chateau CAC.

Son creaciones de 1960 al 2000, a las que se suma la proyección de un video donde Seguí narra el trajín de algunas de sus producciones. Es la primera exposición sobre Seguí desde su muerte en febrero de 2022.

Que obras de Seguí se exhiban en el coqueto Chateau CAC no es tanto producto del azar como un razonable giro en la biografía del artista, fallecido en febrero del año pasado poco después de visitar su querido Chateau donde planeaba hacer una exposición. Quién imaginaría que allí mismo se haría su velatorio días más tarde.

"Con aire de propietario" (1983), de Antonio Seguí.«Con aire de propietario» (1983), de Antonio Seguí.

Fue el propio Antonio quien en 1987 quiso recuperar este palacete de 1890, perteneciente a David Carreras Ponce y León, totalmente abandonado y convertirlo en el majestuoso centro cultural que es hoy, un lugar de encuentro para artistas de todas las generaciones, con unos jardines laberínticos en la entrada que hacen pensar en los vistosos jardines del Palacio de Versailles (jardines, los de Versailles, ubicados casualmente cerca de su hogar parisino donde se instaló y radicó en 1963 a sus 29 años).

No fue de un día para el otro ni fue el trabajo de uno solo, por eso él renegaba cuando le proponían sumarle su nombre al CAC, cuando la recuperación y puesta en marcha del lugar había sido un mancomunado trabajo grupal.

Este espacio cultural -que en algún momento de 1972 fue expropiado y sonó como sede de gobierno provincial, algo que nunca se concretó- está ubicado, por si fuera poco, en un parque de 14 hectáreas, en las afueras de la ciudad, frente al estadio mundialista Mario Kempes, donde grandes y chicos pueden ir a pasar el día, con baños públicos, juegos, aparatos de gimnasia y sobre todo mucho verde.

"Con el tiempo suspendido" (1984), de Antonio Seguí, la obra que da título a la muestra. «Con el tiempo suspendido» (1984), de Antonio Seguí, la obra que da título a la muestra.

Cuenta el Seguí de 1988 desde la pantalla donde se proyecta su imagen en la inauguración de su propia muestra que el Chateau es “el albergue obligado de muestras nacionales e internacionales, y una opción al circuito artístico de Buenos Aires”.

Pero es también, según sus palabras, un lugar para que “Córdoba y el país pueda retener a sus artistas y el éxodo sea innecesario”. En aquel entonces, sólo existían dos museos, el Caraffa y el Genaro Pérez. Dicho y hecho: creó la Fundación Centro de Arte Contemporáneo, que inauguró un 12 de noviembre de 1988, y donó 493 obras para dotar al CAC de una colección de arte de distintos movimientos artísticos y a Córdoba, de patrimonio cultural. Su legado continúa aún hoy.

Clelia Taricco, Juan Schiaretti, Juan Pagano, Raúl Sansica y Silvina Rivero. Clelia Taricco, Juan Schiaretti, Juan Pagano, Raúl Sansica y Silvina Rivero.

La muestra

Hace cuatro semanas, se encontraba Juan Schiaretti, gobernador de Córdoba y excandidato a presidente, en el atelier de Seguí en las afueras de París, donde reside Clelia Taricco, viuda del artista. Entre charlas y anécdotas, fue lanzar la idea y ver qué pasaba. Ahí, en Arcueil -durante años especie de embajada cultural paralela-, donde el artista pintó decenas de cuadros –“El taller es mi lugar en el mundo”, solía decir-, Clelia y Schiaretti acordaron montar una muestra-homenaje a Antonio en el Chateau, donde el propio Seguí había expuesto una única vez en su vida, y eso hace 32 años.

Sólo Clelia Taricco sabrá cómo hizo para armar esta fascinante exposición en tan poco tiempo. Sonriente y amable, algo cansada es probable, se la ve a Clelia responder a todas las inquietudes que brotan a su alrededor. “Sólo quiero decir gracias por este doble homenaje a los 35 años del Chateau y a su creador, que puso todo para que esto sucediera”, señala a su turno durante la inauguración.

“Este centro está lleno de vida”, acota Juan Pagano, director del Chateau CAC, quien remarcará una y otra vez la popularidad de un artista plástico que los cordobeses conocen, adoran y reivindican a cada paso, tal como el artista los reivindicó a ellos desde el lienzo y con un pincel.

"À vous de faire l'histoire" (1964) y el desafío de Antonio Seguí de que cada uno cuente la historia. «À vous de faire l’histoire» (1964) y el desafío de Antonio Seguí de que cada uno cuente la historia.

Schiaretti, en tanto, habla por su provincia: “Es un orgullo para Córdoba que el maestro haya hecho este Centro de Arte, él, que fue una figura mundial, nunca dejó de ser cordobés, mantuvo la tonada toda su vida, hablaba en francés con tonada cordobesa”.

Así como casi todos lo llaman Antonio, casi todos subrayan que Seguí nunca dejó de ser cordobés. Que iba y venía cada vez que podía -“Antonio decía que volvía a Córdoba no por compromiso, sino por necesidad”, recuerda Clelia-. Y que pobló Córdoba con su arte. Porque sus esculturas ocupan la vía pública en distintos puntos de la ciudad para orgullo de sus habitantes que jamás de los jamases vandalizarían una obra de este ícono provincial.

Primero fue El hombre urbano, allá por 1990, una enorme escultura de acero. Se sumó, más tarde, La mujer urbana. Y finalmente, Los niños urbanos. Esta saga de esculturas forman La familia urbana y todos en Córdoba saben de qué se trata y dónde está cada una. Hay más: en 2017, el aeropuerto incorporó en su interior una escultura de madera, Voy volando, y Seguí también donó un “compadrito” de 12 metros de altura a su pizzería de cabecera.

«Mi trabajo siempre está centrado en el hombre. Una escena de calle, un encuentro fortuito, el pasar frente a un mercado, ser testigo de un accidente, me sirven de pretexto que sumado a la memoria de mi infancia, a las tiras cómicas, a las caricaturas políticas de los años 30 y al humor del que nunca me pude separar por el hecho de ser cordobés, son el cimiento de lo que yo hago», ha dicho el artista alguna vez.

De los cuadros expuestos en el CAC hay algunos que nunca se vieron en Córdoba. La exhibición está compuesta por pinturas del Chateau (posee en su acervo cinco obras de Seguí, tres pinturas y dos grabados), de coleccionistas privados (mayormente de Córdoba, Rosario y Buenos Aires) y del Tribunal Superior de Justicia de la Provincia.

Al tratarse de algunas pinturas de colecciones particulares, se trata de obras poco exhibidas en público. Es el caso de El hipnotizador de perros, un cuadro de 1979 que un argentino compró en una galería japonesa en los años 80 y ahora observa en una pared del CAC.

"El hipnotizador de perros" (1979), de Antonio Seguí. Lo compró un coleccionista en una galería de Tokyo en los años 80. «El hipnotizador de perros» (1979), de Antonio Seguí. Lo compró un coleccionista en una galería de Tokyo en los años 80.

Se observa una especie de ambiente metafísico, dentro de una misma habitación un hombre de espaldas mira a los ojos a un perro en el umbral de una puerta, y se produce una atracción, hay objetos domésticos, como una escoba, un sombrero y una ventana donde ya se vislumbra un hombrecito con sombrero, que, como él decía, hacían referencia a la infancia en Villa Allende: “Es el inicio de su etapa más urbana, más citadina”, considera el coleccionista que prestó el cuadro para la muestra.

En esa misma sala -cada una agrupa pinturas por décadas, ’60, ’70, ’80, ’90 y 2000- un enorme perro campestre en blanco y negro se yergue en posición de espera. Es una obra un tanto diferente respecto del estilo más icónico y recordado de Antonio Seguí.

Y si bien a Clelia le encantan todas las obras expuestas -al fin y al cabo, ella llevó adelante la curaduría-, la del perro le provoca especial atención. “Antonio Seguí tenía momentos, él los llamaba ejercicios de estilo, de a ratos se concentraba en algo y pintaba eso. Él hacía zoom sobre ciertas cosas”, considera en charla con Clarín Cultura y adelanta que tiene planeado hacer en el futuro un catálogo exhaustivo sobre las creaciones de Seguí.

"Esperando" (1974), un perro campestre en blanco y negro, un cuadro "distinto" de Antonio Seguí. «Esperando» (1974), un perro campestre en blanco y negro, un cuadro «distinto» de Antonio Seguí.

Escultor, artista plástico e ilustrador, a lo largo de su carrera artística, Seguí produjo más de cinco mil obras, entre grabados, pinturas, ilustraciones, esculturas y objetos que hoy forman parte de los principales museos y centros culturales de todo el mundo.

«Esta muestra propone una mirada transversal a su producción desde los años 60 y una invitación a redescubrir a través de un amplio arco temporal, un poco cronológico y también temático, sus series. Cinco núcleos temáticos van estructurando el recorrido que permiten ver cómo él fue articulando su lenguaje, con muchos de los elementos que ya estaban planteados en sus obras de los años 60 y que él después va a seguir desarrollando con el paso del tiempo en pintura, collage, óleo y grafito sobre madera», detalló Taricco.

El catálogo de la muestra "Con el tiempo suspendido". Podrá verse hasta el 10 de marzo.El catálogo de la muestra «Con el tiempo suspendido». Podrá verse hasta el 10 de marzo.

El núcleo artístico de Seguí mezcla humor e ironía, mordacidad e inteligencia, grotesco y simplicidad. Sus cuadros cuentan historias a su manera, a la vez que resultan cuestionamientos a las instituciones de poder, como es el caso de obras como Con aire de propietario (1983).

Seguí expuso por primera vez en Argentina en 1957 y realizó más de 200 exposiciones individuales en los cinco continentes. Representó a la Argentina en la Bienal de Venecia y ganó casi 40 premios, como el Salón Latinoamericano de Dibujo y Grabado de Caracas o el Gran Premio del Salón Internacional de La Habana. Además, el gobierno francés lo nombró Caballero de la Orden de las Artes y las Letras.

Cuando ya el público recorría las salas y, chin, chin, brindaba por el reencuentro con artistas, galeristas, coleccionistas, funcionarios y demás conocidos, la inauguración tuvo su bonus track de la mano de Schiaretti, que, de chomba blanca y jean, se subió al atril de presentación, hizo un gesto para que el sonidista le habilitara el micrófono y anunció lo que luego confirmaría y era un viejo anhelo: en ese mismo instante, casi las nueve de la noche del viernes 1° de diciembre de 2023, el Chateau CAC -aplausos, albricias y más aplausos in crescendo- cambió de nombre y desde entonces se llama Chateau CAC Antonio Seguí.

Ficha

Con el tiempo suspendido. Antonio Seguí, obras 1960-2000

Dónde: Chateau CAC Antonio Seguí, avenida Ramón Cárcano, Parque del Chateau, ciudad de Córdoba.

Cuándo: todos los días, de 10 a 19.

Entrada: gratis.

Córdoba. Enviada especial