A fin de diciembre, el 27, Martín Bossi inicia la temporada en Mar del Plata con el espectáculo con el que estuvo de gira por Miami, Montevideo y Europa: Londres, Dublín, Madrid, Barcelona, Sevilla, Valencia, Palma de Mallorca y Bilbao. Se trata de Bossi Live Comedy. Todo ello viene reafirmando el éxito de la trayectoria de este artista que, acompañado por músicos en vivo, hace de su propia visión del mundo, una fuente para configurar un espectáculo que ha congregado a público de ciudades diversas.

—¿Cómo describirías este espectáculo?

—No es un show sino que son experiencias. Con música y comicidad, tiene el desarrollo de un showman. Hablamos de algo que no es ninguna novedad: de las necesidades humanas, de si el ser humano ha evolucionado o no, traemos a la luz las tendencias, las nuevas costumbres, los nuevos valores, hacemos preguntas en voz alta. No hay banderas; la única bandera es el amor, en esta época de guerras, y para los argentinos, que somos adictos al enfrentamiento por todo y en un momento de tanta pobreza de todo, de pobreza cultural, de falta de ideas y de falta de memoria. Es una experiencia en la que, durante dos horas, cometemos el acto de rebeldía de estar juntos jugando en familia. Hace mucho tiempo que yo dejé de lado la parodia, dejé de copiar, para transformarme en un entretenedor que hace preguntas necesarias, en voz alta.

—¿Qué canciones incorporás?

—Las canciones vienen por una necesidad del espectáculo. Desde Beethoven hasta Bad Bunny, desde Bach hasta J Balvin. Analizamos la música clásica, las nuevas tendencias musicales, hablamos de las nuevas series, comparamos las películas románticas de antes con la violencia que hay en las películas de ahora. Pero no se trata de un personaje o de una canción; es más un encuentro, es más una misa que otra cosa.

—¿Cómo fue la experiencia en la gira internacional?

—Este espectáculo lo probé en Miami, en Londres, en Irlanda, en España. La globalización, que nos ha hecho que perdamos las especificidades, que nos quiere a todos igual, con una sola música y un solo idioma, en este caso me benefició porque en todo el mundo nos pasa lo mismo: en todo el mundo hay crisis cultural, falta de amor y empatía. Y como este espectáculo plantea unión, la gente baila abrazada, festeja, celebra, desde Londres a Miami, desde un boricua hasta una persona que vive en Inglaterra.

—¿En qué idioma hiciste el show, fuera de la Argentina?

—Yo hago el espectáculo en mi idioma, que amo y venero. Está la cosa cultural de que hay que aprender a hablar en inglés, pero no, acá el que quiera ver mi espectáculo lo hará en mi idioma, el cual amo y respeto. Así que cualquier persona que hable el español ha entendido el espectáculo.

—¿Por qué el título está en inglés?

—Es más una cosa del marketing espectacular, es el título que pidieron los productores. ¿“En vivo comedia show”? Pero adentro, hablamos en castellano, está en español, lo hacemos en mi idioma. También cantamos alguna que otra canción en inglés. En realidad, más que el idioma, veneramos la idea: si hay melodía y si hay buen gusto, bienvenido sea. Pero por una cuestión de comodidad, yo hablo castellano y me gusta que, adentro del espectáculo, el que entra aprenda mi idioma. De la experiencia de esta gira, saqué dos conclusiones: que me seduce mucho llevar este mensaje por el mundo y también me corrobora el país hermoso que tenemos, el cual cada vez que me voy extraño mucho, y elijo morirme acá ante todo.

—¿A qué te referías antes con que somos un país falto de memoria?

—No voy a entrar en detalles políticos. No es mi tarea. La política divide y yo soy un comediante que une. Hay opositores de un partido y de otro; yo soy opositor en líneas generales a la política, o no a la política, porque es necesaria para un país, sino a los políticos. Yo soy una persona que básicamente cuestiona el poder de turno. De chiquito siempre cuestionaba al maestro, al cura, a mis padres. Siempre fui un rebelde con causa. Nos va como nos va por no tener memoria. En los afectos, perdimos la memoria de que el amor y la risa son la base de todo. Estamos más que desmemoriados, muy manipulados.

—¿Quiénes nos manipulan?

—No son los gobiernos sino algo muy superior. El hombre siempre fue manipulado, primero por la religión. Ahora no necesitan tanto las religiones para manipular; hoy tenemos Google, las grandes plataformas, Instagram, Tik Tok. Abrís Tik Tok y ya sabés la música, el mensaje que te quieren imponer. Las grandes plataformas plantean siempre cosas parecidas: la violencia, la venganza, enfrentamiento entre géneros. Bad Bunny, el rey del pop: solo una gran planeación de marketing puede lograr hacerle creer a la gente que es el rey del pop un tipo que canta y dice el mensaje que dice. Estamos en un momento de replantear el trato hacia el otro género, el respeto. El tipo y sus letras cosifican violentamente. Hace 30 años el rey del pop era Michael Jackson y ahora, Bad Bunny. Ahí está el ejemplo de que los que manipulan no son gobierno. Creo que ya no gobiernan los que son gobierno. Quizás en cien años haya un solo gobierno en todo el mundo.

—No solés mostrar tu vida privada. ¿Por qué?

—Me preparé lo suficiente para que la gente quiera verme por el hecho artístico que sucede cuando actúo. No necesito mostrar mi separación ni el embarazo de mi compañera ni contar si me masturbo, o si me gustan las orgías. Si algún día lo necesito, veré si lo hago o no. No creo que a cualquier costo quiera llenar un teatro. Además, está el tema del poco valor de la verdad. Yo tengo una vida verdadera y una vida de ficción a la cual ya no combato, sino que acompaño. Mañana se dice: “A Martín se lo vio haciendo footing al lado de Bob Esponja en Parque Chas”. Yo ya no lo combato. Ya no digo que a Bob Esponja no lo conozco. Digo: “Bueno, sí, Bob Esponja es una gran persona”. Después tengo mi vida real, que es mucho menos marketinera, pero entendí que hay que acompañar un poco la ficción.

—¿Qué te motiva a subir al escenario, cuánto de ego hay en esa acción?

—En este espectáculo estoy bordeando los 50. Como dijo Cacho Castaña: punto y coma de la vida. Una frase hermosa. A esta altura, no tengo pudor de decir por qué me subo a un escenario. Yo hago esto pura y exclusivamente para que me quieran, por una necesidad de afecto profunda, no por ego. Básicamente es una necesidad, de chico, de que me quieran. Lo hacía en una mesa de domingo delante de diez familiares; después, en el colegio delante de cuarenta compañeros. Entonces lo hago delante de un país o de un teatro. Necesito afecto básicamente.

—¿Cómo encarás una temporada en medio de una crisis a nivel nacional?

—Tengo 49 años y varios gobiernos. Voy a hablar de política por un segundo. No llegamos al 60 por ciento de pobreza y un mil por ciento de inflación por culpa de un gobierno. Esto es resultado de un conjunto de gobiernos que han colaborado para que esto suceda. Esto no es producto de cuatro años de ineficacia. Es esto, como dijo el Presidente, con el cual comparto algunas cosas y otras no. Comparto la idea y rezo por que le vaya bien hasta en las ideas que yo no comparto; quiero que me tape la boca y me muestre la salida. Yo ya no tengo ideales, tengo ideas, por eso no soy esclavo: las personas que tienen ideales son esclavas, las que tenemos ideas no tanto. Eso hizo que, a mis 49 años, sea y seamos expertos en crisis. Creo que no sé vivir en un ámbito que no sea de crisis. ¿Dónde no hubo crisis?, ¿en qué momento? Un poquito, un rato, en algún gobierno. Así que no hay nada nuevo para mí.