El Museo del Prado de Madrid digitalizó más de 11.500 publicaciones de finales del siglo XV a principios del XX y ahora podrán ser consultados en su nueva Biblioteca Digital.

Se trata de 5.600 números de revistas y 6.000 libros especializados en literatura artística, publicados entre finales del siglo XV y principios del siglo XX, muchos de ellos pertenecientes a las bibliotecas privadas de los propios artistas, como Diego Velázquez o Pedro Pablo Rubens.

Como parte de este proyecto, el departamento de Biblioteca, Documentación y Archivo del museo ha digitalizado más de 1.700.000 páginas, revisado la catalogación de 1.400 libros antiguos y catalogado otros 220 libros raros y 2.000 estampas contenidas en las cartillas de dibujo.

En muchos casos, estos libros raros han sido escritos o ilustrados con estampas de pintores como Durero, Rubens, Giordano, Anibale Carracci, José de Madrazo, Goya, Paret, Federico de Madrazo, Fortuny, Hogarth, Doré o Toulouse-Lautrec.

Visitantes asisten a la reapertura del Museo del Prado al público en Madrid, España, el sábado 6 de junio de 2020. (AP Photo/Manu Fernandez)Visitantes asisten a la reapertura del Museo del Prado al público en Madrid, España, el sábado 6 de junio de 2020. (AP Photo/Manu Fernandez)

La jefa del área y responsable del proyecto, Marisa Cuenca, en un vídeo difundido por las redes sociales del museo que el objetivo ha sido “abrir las puertas” de la biblioteca de forma digital para que los fondos bibliográfico de El Prado puedan ser consultados por interesados y estudiosos de todo el mundo.

Así, además de favorecer la preservación de los fondos bibliográficos al reducir su uso y manipulación, la biblioteca digital se convierte en una herramienta imprescindible para la investigación histórico artística.

Escenario de un cuento

Por otra parte, ya está publicada la segunda entrega de la colección Escribir el Prado, organizada por el museo madrileño con el patrocinio de la Fundación Loewe y la colaboración de la revista Granta en español. La idea es que un escritor pasa varias semanas en el Prado y después tiene medio año para escribir un relato breve de ficción.

Chloe Aridjis. Foto: Museo del Prado.Chloe Aridjis. Foto: Museo del Prado.

Para su segunda pieza, la institución seleccionó a la mexicana Chloe Aridjis, cuyos libros están considerados por la crítica entre los mejores de la lengua inglesa en la última década. Sin embargo, la novelista reconoce vivir el acto de crear con una inseguridad de principiante, lo cual presume.

«El terror es lo que te lleva a escribir. Ante lo inseguro debes tener fe; entonces poco a poco la voz, el personaje y la historia van cobrando forma», aseguró Aridjis, a propósito de su cuento ‘Los niveles de aire’.

El de la mexicana nacida en Nueva York recrea la historia de una mujer inglesa obsesionada con San Jerónimo que propone una exposición del santo en el Prado. Su propuesta queda aceptada y se va a España a encargarse del proyecto.

El cuento recrea y vincula con el Prado la vivencia de San Jerónimo en el monasterio de Belén, donde permaneció parte de su vida; un león entra cojeando con una espina en la pata izquierda; el santo la extrae y el animal se convierte en su compañero.

«Fui a Madrid con la idea de hacer algo con San Jerónimo y su león, pero no sabía si mi personaje sería una curadora o una investigadora. La última escena de la historia la presencia el primer día y me dio una imagen que jamás imaginaba», explica.

Una mujer de todas partes

Chloe Aridjis escribe a partir de las emociones vividas después de caminar el mundo. Nació en Nueva York, vivió en Holanda, Francia Alemania y Londres, donde está su residencia actual.

«Me identifico como mexicana, pero escribo en inglés y mi vida cotidiana es en Londres; es extraño identificarme tanto con México y existir más en otra lengua y otra cultura», acepta.

Es hija del poeta Homero Aridjis, premio Xavier Villaurrutia de 1965, pero, a diferencia de su progenitor, ella escribe en inglés y es más novelista, lo que la ha salvado de la comparación con su papá, uno de los grandes autores de México en los últimos 60 años.

Es una verdad a medias que ha escapado de la influencia paterna porque la prosa de Chloe tiene un aliento poético y, según algún crítico, improvisa como poeta, dejando que cada imagen se tuerza y crezca hasta convertirse en la siguiente.

Ha publicado tres novelas: El libro de las nubes, ganadora del Prix du Meilleur Premier Roman Etranger; Desgarrado y Monstruos marinos, aunque también es reconocida por sus ensayos y sus historias cortas.

«Para mí, cada cuento ha sido distinto. A veces es consecuencia de una escena impactante que me ocurre, de algo que veo en la ciudad o el relato de alguien. Tengo muchos maestros del cuento; de joven estuve cerca de las obras de Poe y Carver, pero también están Borges, Rulfo, Kafka, Walser, los cuentistas franceses y otros«, dice.

Escribir el Prado

También es autora de Desgarrado, una novela que tiene lugar en la National Gallery de Londres. La experiencia de Escribir el Prado fue más entrañable porque en ocho semanas vivió en familia, algo impactante para una mujer solitaria.

«Creí que me iba a sentir sola en Madrid. En Londres tengo amigos, pero jamás había formado una comunidad como en esos dos meses en el Prado», confiesa.

En el museo, la autora mexicana se sintió rebasada por la belleza. Al caminar por los pasillos y detenerse ante los cuadros, sintió a San Jerónimo, de quien por mucho tiempo coleccionó imágenes, como la protagonista de su cuento.

«Hubo momentos, sobre todo al principio, en los que me pregunté cómo iba a poder traducir lo que sentía ante un cuadro. Las primeras semanas no sabía si lo iba a lograr, pero trabajé duro y ‘El nivel de aire’ salió en tres semanas», revela.

El proyecto Escribir el Prado fue inaugurado por el Premio Nobel de Literatura de 2003, John Maxwell Coetzee, que fue el primer autor seleccionado para escribir una historia situada en el museo. Así, durante tres semanas (desde finales de junio hasta mediados de julio), el escritor sudafricano fijó su residencia en Madrid haciendo del Prado el centro de su actividad y también de un centro de contemplación.

Con información de EFE.