Los nombres de tres de las escritoras más conocidas de la literatura inglesa, Charlotte, Emily y Anne Brontë, figuraron durante 85 años en Poets’ Corner, el rincón de la Abadía de Westminster dedicado a grandes poetas, autores y dramaturgos, pero algo no estaba del todo bien: les faltaba el acento.
El error se solucionó la semana pasada, cuando encima de cada E del famoso apellido se agregaron las diéresis; cada uno de los puntos que las componen mide aproximadamente 8,5 milímetros de diámetro.
Es una victoria pequeña pero considerable para tres hermanas que hace casi 200 años no podían publicar con sus propios nombres, aun cuando sus novelas Jane Eyre y Cumbres borrascosas ayudaron a cambiar la representación de la vida de las mujeres en la ficción.
“Esas tres mujeres lucharon más que la mayoría para que se escucharan sus voces, para que su obra se entendiera por sus propios méritos, y eso perdura”, dijo la historiadora y editora Sharon Wright, que evidenció el error en enero cuando visitaba en Londres la Abadía de Westminster. «Al menos podríamos poner sus nombres correctamente.»
«Tres de nuestras novelistas mayores, y sus apellidos están mal escritos«, expresó Wright en la abadía el viernes. «Ni que fuera un invento.»
La historiadora envió rápidamente un correo electrónico al decano de la Abadía y este le respondió a la mañana siguiente. En cuestión de meses se corrigió la placa.
Ahora la grafía indica que en inglés la última vocal debe pronunciarse, ya que constituye una segunda sílaba: “BRON-tey” en lugar de “BRONT” o “BRANT”. Pero el acento fue en realidad resultado de cierta licencia poética por parte del padre de las escritoras, Patrick Brontë.
Llamado originalmente Patrick Brunty, el hombre incorporó el cambio al llegar como estudiante a la Universidad de Cambridge, en un intento por indicar una posición social más alta y evitar prejuicios contra sus raíces irlandesas, explicó la profesora de inglés Sandie Byrne, de la Universidad de Oxford.
Piedra de color crema
La placa de la Abadía de Westminster en sí está hecha de Huddlestone, una piedra de color crema extraída en Yorkshire, la zona del norte de Inglaterra donde vivieron las hermanas y escribieron los libros que pasarían a formar parte del canon literario del idioma inglés. Su realización fue encargada en 1939 por la Sociedad Brontë, agrupación dedicada a preservar el legado de las autoras.
Una carta de la época refiere la ortografía correcta de Brontë, según un extracto divulgado el jueves por la Abadía de Westminster. Sharon Wright cree que el error fue originado por un supervisor, en cuya correspondencia sobre la placa planeada el nombre estaba escrito de manera errónea.
Es posible que inicialmente la errata haya pasado desapercibida porque no se llevó a cabo ninguna ceremonia formal para descubrir la placa. Había estallado la Segunda Guerra Mundial y Paul de Labilliere, que era decano de Westminster, escribió en aquel momento que “cualquier cosa de ese tipo está fuera de discusión”, de acuerdo con información de la abadía.
Hoy la placa de las hermanas Brontë se encuentra al pie de una estatua de William Shakespeare de tamaño natural.
Cerca hay un busto de Robert Southey, poeta laureado de Inglaterra en vida de las Brontë, que había disuadido a Charlotte Brontë en cuanto a hacer carrera como escritora. “La literatura no puede ser asunto de la vida de una mujer”, le escribió en una carta después de evaluar sus escritos, “y no debe serlo”.
Pocas mujeres
Entre los más de 100 escritores honrados en la abadía se encuentra apenas un puñado de mujeres. A la izquierda de Shakespeare, Jane Austen tiene una placa modesta y George Eliot (seudónimo de Mary Ann Evans) está a la vuelta del rincón.
La inscripción bajo la placa de las Brontë, “Con coraje para perseverar” aproximadamente, es testimonio del arduo viaje de las hermanas en pos de la publicación a principios del siglo XIX. Para evitar ser rechazadas por su género usaron los seudónimos Currer, Ellis y Acton Bell. Recién después de la muerte de Emily y Anne fue que Charlotte reveló sus identidades.
El viernes 27, un día después de que la Abadía de Westminster revelara la placa enmendada, cientos de visitantes llenaron el Rincón de los Poetas como todos los días. La mayoría apuntó sus cámaras a la estatua de Shakespeare o posó junto a William Wordsworth, y los guías turísticos señalaron la placa del actor Laurence Olivier, un nombre más reciente.
Después de la modificación ortográfica, sin embargo, cada guía tuvo una nueva razón para llamar la atención sobre las hermanas Brontë.
“Están en la sombra y habría que sacarlas de allí para destacarlas”, sostuvo Nick Morrison, que dirige recorridas por la abadía desde hace 23 años. «Ahora que tenemos una buena excusa para repasar, está genial».
Traducción Román García Azcárate / © The New York Times