Esta noche, este domingo a la noche, ni bien aparezca la primera estrella en el cielo, empezará el día más sagrado del pueblo judío: Iom Kipur, el Día del Perdón. Como el calendario hebreo es lunisolar, los días empiezan y terminan con la puesta del sol. Y en Argentina eso significa que este año la festividad comienza a las 18.36 del domingo y finaliza a las 19.33 del lunes. La celebración, que suele hacerse junto a otros y en la sinagoga, se adaptará a los tiempos que corren. Es que, por la pandemia, esta vez la conexión deberá ser más espiritual que física y la tradición entrará en diálogo con la creatividad.
Traducida como Día del Perdón o, con un poco más de precisión, Día de la Expiación, esta festividad es el cierre de Rosh Hashaná, el año nuevo judío, el 5781, que empezó la noche del viernes 18 de septiembre. Los Iamim Noraim, o Altas Fiestas, son un ciclo de diez días que ponen el eje en lo personal y en lo colectivo: tiempo de balances, resoluciones, deseos y, sobre todo, de tener la capacidad de pedir disculpas a las personas que ofendimos y de poder perdonar a los que se portaron mal con nosotros y muestran un arrepentimiento sincero.
“Moisés decía que si uno persiste en el odio, sigue siendo esclavo del pasado y del resentimiento; si uno quiere ser libre, tiene que ser capaz de soltar el odio. Esa lección sigue vigente hoy en día”, según explicó Lord Jonathan Sacks, uno de los rabinos más importantes de Reino Unido.
“Moisés decía que si uno persiste en el odio, sigue siendo esclavo del pasado y del resentimiento“
Lord Jonathan Sacks
Rabino Jonathan Sacks
Por las restricciones impuestas por el coronavirus que trastoca nuestras vidas hace meses, los judíos de todo el mundo rezarán por Zoom y Facebook, y en algunos casos de manera presencial con protocolos de distanciamiento social. En diálogo con Clarín, un rabino británico que vive en Londres, una rabina israelí que trabaja en Tel Aviv y un rabino hispano-israelí que está en Buenos Aires cuentan cómo se preparan para este día y comparten sus reflexiones acerca de cómo se puede encontrar esperanza en estos tiempos aciagos.
Cambio de reglas
Iom Kipur está concebido como un día distinto a todos los demás, está pensado como una pausa en medio del vértigo y el ruido al que estamos tan acostumbrados. Es un día para alejarse de lo material y enfocarse en lo espiritual y de esa manera estar preparado para empezar el año con todo. Jatimá tová, el saludo que se dice hoy, se puede traducir como “que seas inscripto en el libro de la vida”.
Por todo esto, la tradición establece que por 25 horas no se puede trabajar, comer, beber (aunque muchos beben agua), bañarse, mantener relaciones sexuales, ponerse cremas, perfumes, zapatos de cuero… ni usar electricidad. Esta última prohibición fue levantada en una relectura acorde a los tiempos que corren. Iom Kipur es nuestro día más sagrado, sí, pero la vida es un valor aún más sagrado”, dice Galia Sadan, una israelí de 53 años que es hija de latinoamericanos y oficia como rabina en la comunidad reformista Beit Daniel de Tel Aviv, conformada por alrededor de 200 familias.
“En Israel se decidió que la gente pueda venir a las sinagogas. La nuestra va a estar abierta aunque les dijimos a nuestros congregantes que no vengan, que este Iom Kipur mejor miren las tefilot (plegarias) en Facebook porque es peligroso reunirnos personalmente. Nunca imaginé que iba a pasar esto pero tenemos que adaptarnos. Vamos a hacer una transmisión por streaming y la sinagoga va a estar abierta con un protocolo para los que quieran venir”.
Rabina Galia Sadan. Este año predicará por streaming. Foto Cortesía Galia Sadan
Los congregantes que vayan hasta el templo deberán respetar el cupo máximo de personas habilitadas, tomarse la temperatura al entrar, usar barbijo y alcohol en gel en todo momento y respetar el distanciamiento social.
“A menudo, estas fechas son el único momento del año en que logramos reunir a toda la comunidad judía en la sinagoga. Es incluso un chiste que nos contamos entre nosotros cuando decimos que hay gente que no se conecta con la colectividad hasta que llegan las Altas Fiestas. Por eso este año, en que la gente no se puede ver cara a cara, es tan difícil”, dice Lev Taylor desde Londres mientras repasa los apuntes de la prédica que dará por Zoom para 200 congregantes desde el living de su casa.
El joven, nacido en 1989, está cursando el último año de sus estudios rabínicos en la capital inglesa y a menudo plantea relecturas en clave bíblica de asuntos de coyuntura y de cultura pop. “Nuestro desafío como líderes religiosos fue convencer a la gente de que somos parte de una comunidad aún más por vernos en Zoom y no en persona. No vernos cara a cara es apoyar a nuestros mayores y miembros vulnerables y ese es el verdadero sentido de lo que significa formar una comunidad”.
“No vernos cara a cara es apoyar a nuestros mayores y miembros vulnerables y ese es el verdadero sentido de lo que significa formar una comunidad”
Lev Taylor
Seminarista
Al cierre de esta nota, Reino Unido registraba casi 42.000 muertes por coronavirus y ese contexto no es ajeno a la tarea religiosa de Taylor. “Muchos integrantes de nuestra comunidad han perdido seres queridos por el Covid y en una sinagoga llegaron a hacer hasta siete funerales en un día. Muchos están atravesando un duelo y es algo muy difícil de hacer de manera online, cuando nuestros ritos en torno al duelo están tan conectados con el hecho de estar juntos en persona. En la tarde de Iom Kipur, tenemos el servicio de Izkor para recordar a todas las personas que murieron. Este año va a haber más nombres en la lista, tanto de gente que murió por el virus como de gente que murió y sus familias no pudieron ir a los respectivos funerales. Es un tiempo que requiere de una extrema sensibilidad y reflexión”.
Para Eliyahu Peretz, un rabino israelí nacido hace 40 años en España que está asentado desde 2019 en Buenos Aires, este Kipur es “sustancialmente diferente» y eso hace que esté en nuestras manos «encontrar el significado y resignificar la experiencia”. Más allá de las dificultades, Peretz asegura que Kipur es “el día más feliz del año” porque es el momento cúlmine en el que uno puede mirar atrás y pensar acerca de las acciones que ha hecho para sí y para con los otros. “Es cierto que no podemos darnos los abrazos que tanto nos gustarían, pero eso no impide que nos podamos profesar afecto y cariño”, dice.
Un poco de luz en medio de tanta oscuridad
¿Cómo se puede hacer para encontrar y sembrar esperanza en un momento de tanta angustia colectiva? ¿De qué manera podemos encontrar inspiración en un contexto que pareciera darnos únicamente malas noticias? Los tres rabinos consultados para esta nota ofrecen sus puntos de vista.
“Tenemos que conectarnos con las personas y hacer lo que queremos hacer: si no es ahora, ¿cuándo?”
Galia Sadan
Rabina
Para la rabina Sadan, se puede pensar en Kipur como una oportunidad para no dejar pasar el tiempo. “Ninguno de nosotros sabe cuándo va a morir y este año la muerte está más presente que en otras circunstancias. Tenemos que conectarnos con las personas y hacer lo que queremos hacer: si no es ahora, ¿cuándo?”.
Peretz considera que si bien “podemos sentir que nos está faltando la sonrisa del otro” de todas maneras “tenemos la chance de propiciar que en los hogares continúe habiendo una sonrisa. Y para eso tenemos que ser responsables con las medidas sanitarias para que nadie se vea perjudicado por nuestras acciones”.
Y Lev Taylor propone: “Debemos tener esperanza porque no hay alternativa a la esperanza. Vivimos en un mundo atravesado por una plaga, por el cambio climático, y en muchos países sentimos que a nuestros gobiernos no les importa y ponen el afán de lucro por sobre las necesidades de las personas. Es un tiempo difícil, pero si renunciamos a la esperanza lo único que hacemos es entregarnos a la desesperación. Uno de mis héroes nos enseñó que debemos obrar con el pesimismo de la inteligencia y el optimismo de la voluntad. Esto es: podemos mirar el mundo a nuestro alrededor y sí, hay muchas razones para estar tristes, asustados y llenos de dolor, pero también debemos enfocarnos en nuestro propio rol y saber que el mundo depende de lo que nosotros hacemos. Me mantengo optimista, a pesar de todo, en creer que podemos crear un mundo mejor”.
PK