Otra oportunidad. Tal vez la última. Superado con éxito el trámite de traer de vuelta a Crash Bandicoot N.Sane Trilogy con el remake de la trilogía original, ahora Toys for Bob se enfrenta al más difícil todavía: conseguir vender un juego que sea algo más que nostalgia y buenas intenciones.
No es en absoluto una tarea fácil porque Naughty Dog dejó con Crash Bandicoot 3 el pabellón bien alto. Lo suficientemente arriba para que la franquicia se fuese a tomar viento tras varios intentos de hacer algo mínimamente a la altura. Ahora Crash Bandicoot 4: It’s About Time tiene la intención y la osadía, ya desde el nombre, de intentar hacer justicia a ese legado.
¿Tu nuevo Crash favorito?
Lejos de intentar crear un debate en el que las opiniones -eso que tenemos todos y a menudo difieren unas de otras- se coman el protagonismo, diré que el primer Crash Bandicoot me parece un plataformas brutal. Uno más simple que el mecanismo de un botijo, sí, pero muy efectivo al fin y al cabo.
La segunda entrega viene a ser un más y mejor de manual. Una secuela sin grandes alardes que se encarga de cumplir con lo que marcan los cánones. Pero entonces llegó el tercero, y ahí Naughty Dog hizo magia a base de variedad, progreso, evolución de mecánicas y vida útil del juego.
Con ese panorama lo lógico sería que Crash Bandicoot 4: It’s About Time se centrase en ese más y mejor, pero lejos de seguir la estela intentan aportar su propia personalidad al juego con más o menos acierto. Una decisión que entrega un Crash Bandicoot magnífico, una auténtica gozada, pero que está más cerca del 2,5 que del 4.
Los que se atrevan con él tienen por delante un juego enorme y muy disfrutable, pero no todo lo afinado que nos gustaría. Una combinación de buenos niveles y grandes ideas que, por miedo a pasarse de frenada, sólo empiezan a ponerte contra las cuerdas en el ultimísimo tramo.
Tres niveles de dificultad, y ninguno es fácil
Aunque sólo se hayan anunciado dos hasta la fecha, en Crash Bandicoot 4: It’s About Time hay tres niveles de dificultad. El primero de ellos, el más moderno y el que agradecerán mis críos ahora que he soltado el mando, se olvida de las vidas para que llegar del punto A al punto B sea lo más doloroso posible. Si la cosa se complica en exceso y mueres en demasiadas ocasiones, puede que el juego coloque una caja de checkpoint más cerca de lo que debería.
El segundo es el clásico, el que invita a recoger todas las frutas que puedas porque conseguir una vida extra es clave para poder llegar hasta el final. Un nivel de dificultad en el que habrá hueco para tirarte de los pelos, pero que sólo en las últimas fases te hará temer por tu colección de vidas.
Por último está el tercero. Aquí la dificultad te la impones tú al apuntar a conseguir todas y cada una de las cajas, desafíos extra y partidas contrarreloj que el juego pone a tu disposición. Porque no, no es lo mismo llegar del punto A al punto B que hacerlo recogiendo 200 cajas. No se acerca ni de lejos.
Ese último modo, sea optando por la dificultad más amigable o la clásica, es el que hace de Crash Bandicoot 4: It’s About Time un juegazo como la copa de un pino que cualquier fan de la saga sabrá apreciar. El cómo lo juegues es cosa tuya, faltaría más, pero intenta ir a por todas las cajas para ver dónde ha hecho Toys for Bob un trabajo realmente admirable.
Innovación con buenas intenciones
Menos gracia me hacen los intentos de ir más allá al incluir las máscaras y los nuevos personajes. Con un progreso mucho más lineal, con menos variedad y libertad de la que ofrecía Warped, y que invita bastante menos a la rejugabilidad que ofrecían los nuevos poderes de aquél, conforme vayamos completando niveles iremos liberando máscaras con poderes que aparecerán por ahí de tanto en tanto.
Habrá secciones en las que a golpe de botón cambiaremos de dimensión para pintar una plataforma mientras desdibujamos un rayo láser, otras en las que aprovechar un giro infinito que también servirá para planear brevemente entre huecos, algunas en las que cambiar la gravedad del lugar y hacernos saltar por el techo, y otras en las que ralentizar el tiempo para, por ejemplo, aprovechar lo que antes era una peligrosa cuchilla como una plataforma.
Son las partes en las que Toys for Bob parece apretar más las tuercas al jugador, pero no sería injusto reconocer que la mayoría están poco inspiradas. Sólo esos últimos compases a los que hacíamos referencia antes, que se encargan de juntar unos poderes con otros en tramos que invitan a tirarse de los pelos, son los que le dan algo de sentido a la idea.
El resto, como en el caso de la inclusión de los tres personajes adicionales más allá de Coco y Crash (Cortex y su pistola que convierte enemigos en plataformas, Tawna con un gancho y Dingodile con una pistola capaz de absorber cajas de dinamita y luego dispararlas) resultan ser bastante anecdóticos. No molestan y aportan algo más de chicha, pero hacen difícil imaginar una quinta entrega que siga el mismo esquema.
Detalles por pulir de cara a una quinta entrega
Tras ello vienen los detalles que sí pero no. Por todas las buenas razones que hacen de Crash Bandicoot 4: It’s About Time un juego muy disfrutable hay un buen puñado que invita a soñar con algo más de mimo y recuerdo.
Personalmente me faltan jefes finales y fases en las que desconectar de lo duro de sus plataformas. Una vez más viene Crash 3 a la cabeza, que te permitía elegir entre unas fases y otras cuando estabas ya hasta la coronilla de un mundo en concreto y, de rebote, tenía niveles de fantasía para romper el ritmo y sacarte una sonrisa.
Aquí hay oso, dinosaurio y tabla de surf, pero ninguna ocupa un nivel en su totalidad y resultan ser retos algo descafeinados. He echado de menos la moto de agua, el tigre, la moto, el avión… Puede que no todas fuesen perfectas en el pasado, pero cumplían sin duda alguna su cometido. Aquí, bueno, al ser una pequeña porción en un nivel mucho más grande, pierden bastante protagonismo.
Esa mezcla supone también ciertos problemas en el control y la cámara. El ejemplo más claro está en las partes de niveles en los que la vista pasa de la cámara trasera al scroll lateral. No hay un cambio radical entre ellas como en el caso de los ascensores, así que se acaban jugando igual y en vez de limitarse el movimiento te ves obligado a tirar de cruceta para poder medir bien los saltos.
Peor es cuando la cámara te deja vendido impidiendo ver qué es lo que viene a continuación. Si bien se agradece que en ciertas partes le den un toque mucho más cinematográfico, cuando te estás jugando la última vida y se cuela un objeto en medio de la pantalla tapándolo todo es realmente desesperante.
La opinión de VidaExtra
Si hay más quejas de la cuenta es principalmente por las ganas de ver cómo Crash Bandicoot 4: It’s About Time no se convierte en un retorno aislado. La base que entrega Toys for Bob es fantástica y, salvo pequeños fallos puntuales que te hacen apretar los dientes más de lo recomendado por tu dentista, el resultado es fantástico.
Tras una trayectoria desastrosa para la franquicia, que este nuevo juego no sea mi nuevo Crash favorito no me preocupa lo más mínimo. Me conformo con que sea un plataformas tan notable como recomendable, y ahí Crash Bandicoot 4: It’s About Time da en el clavo. No sólo me ha hecho pasar un buen rato, también promete seguir ahí durante una buena temporada mientras intento completar el 100%. No va a ser fácil, pero tiene toda la pinta de acabar mereciendo la pena.
Crash Bandicoot 4: It’s About Time
Plataformas | PS4 y Xbox One |
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Multijugador | No |
Desarrollador | Toys for Bob |
Compañía | Activision |
Lanzamiento | Ya disponible |
Precio | 59,90 euros |
Lo mejor
- Un juego enorme y divertidísimo
- Volver a retomar la aventura de Crash es una gozada
- Una joya para los completistas
Lo peor
- Algunos errores de cámara bastante incómodos
- Le falta algo más de locura en la variedad de sus niveles
- La curva de dificultad no está muy bien ajustada