La ilusión con la que esperaba la llegada de PS5 y Xbox Series X se ha desvanecido con el paso de las semanas con la misma carencia de entusiasmo que Microsoft y Sony han puesto en sus presentaciones.
Esta es mi opinión, pero no es la única. Si hoy me toca a mí contar cómo he decidido que el salto a la próxima generación pase de largo frente a mis narices, mañana será Jarkendia el que explicará qué le ha llevado a dar el salto a lo grande reservando ambas consolas. Mañana toca lo dulce, pero hoy tenemos doble ración de agrio.
Por qué no he reservado aún PS5 y Xbox Series X
Un salto generacional debería ser siempre pura ilusión. Están las ganas de dar puerta a las viejas consolas, pero también el entusiasmo de ver cómo avanzamos un poco más hacia el futuro dentro de la industria.
A principios de año, coincidiendo con uno de los últimos anuncios de Sony, Jim Ryan aseguraba que más allá del SSD, el ray tracing, el audio 3D y las 4K, lo mejor de PS5 aún estaba por llegar. El tiempo ha demostrado que aquello fue un invent como una catedral.
La razón por la que estos últimos meses han sido una bajona constante, anuncio tras anuncio, es precisamente porque no había mucho más que hablar sobre las nuevas máquinas. No es que estuviesen soltando información con cuentagotas, es que tenían que medir qué decir o enseñar para no quedarse sin cartuchos.
La nueva generación dispara con balas de fogueo, agarrándose a la retrocompatibilidad y el cómo mejoran los juegos que ya tenemos, no por deferencia con el usuario, sino porque su catálogo de exclusivos de lanzamiento es el más pobre que se recuerda.
¿Pagar hoy 1.000 euros por dos consolas que empezaré a disfrutar en 2021? Francamente, no lo veo nada claro. ¿Caerá alguna de ellas antes de pisar el año que viene? Bueno, el dinero está ahorrado y preparado. El tiempo dirá.
Pero lo que tengo clarísimo es que a día de hoy no me corre ninguna prisa hacer esa inversión. Y desde luego no tengo ninguna intención de entrar en la guerra y los dolores de muelas por una reserva de PS5, y en menor medida en la reserva de Xbox Series X por culpa del PC.
Mis motivos para no dar el salto aún
Cada uno tendrá los suyos, pero estos son mis motivos para no dar el salto aún a PS5 y Xbox Series X:
- Falta de catálogo: la pregunta que toca hacer aquí es bastante simple. ¿Hay algo que me llame poderosamente la atención en PS5 o Xbox Series X que no pueda jugar en sus anteriores consolas o en PC? Siguiente pregunta.
- Nadie se atreve a dar el salto a lo grande: que EA o Ubisoft quieran tener contentos a los usuarios de ambas generaciones siempre ha sido e paso lógico. Que Microsoft y Sony también hagan lo propio es loable, pero también una muestra de lo poco que confían en tener razones suficientes para incitar a ese salto.
- El PC es mi pastor, nada me falta: no esperaba yo plantarme como pecero frente a un cambio generacional, pero aquí estamos, con una actualización de gráfica y RAM reciente y un más que probable cambio de procesador el año que viene. Ahora mismo el cuerpo no me pide mucho más que eso.
- Arriesgar como early adopter: siendo un orgulloso poseedor de una PS4 y una Xbox One day one que siguen funcionando bien -no a la perfección- igual esto está un poco pillado por los pelos. Sin embargo algo me huele a chamusquina en esos inmensos disipadores de calor y, como mínimo, me gustaría esperar a ver qué cuentan los cafres que prueben sus máquinas haciéndoles mil perrerías.
- El precio de los juegos: como ya ocurrió con los juegos de segunda mano con online de pago, las cajas de loot o los juegos de lanzamiento de generaciones anteriores que costaban casi tanto como la propia consola, el mercado acabará encargándose del asunto de los precios. Si en la actual generación voy a poder disfrutarlos por menos y el cambio que ofrecen no es espectacular, igual sale a cuenta hasta que las aguas se calmen.
- Ellos mismos me están diciendo que espere: La nueva generación empezará cuando lleguen Ratchet & Clank: Rift Apart y Horizon Forbidden West por un lado, y Halo: Infinite y Senua’s Saga: Hellblade II -el que llegue antes o en mejores condiciones- por el otro. Ese es el auténtico salgo de generación, y tanto Microsoft como Sony se han encargado de confirmarlo con comentarios más o menos directos.
- Falta de entusiasmo y novedades: ya sé lo que es el 4K y el audio 3D, ya he probado la eficiencia de los SSD y gozado de los gatillos adaptativos y la vibración háptica. Puede que no haya tocado todos esos palos en el mismo sitio, pero desde luego están lejos de ser una sorpresa o algo que me llame poderosamente la curiosidad. Para mí, este salto generacional lo marcan los juegos, no las máquinas.
- Votar con la cartera: porque correr a las tiendas y hacer que se vendan chopocientos millones de consolas es decirle a Microsoft y Sony que los cambios de precio de los juegos nos parecen bien, que el poco interés que han puesto en sorprendernos con sus nuevas consolas nos da igual, que la falta de inversión o planificación para entregarnos títulos potentes nos trae sin cuidado, que las verdades a medias como el audio 3D en cualquier auricular o los juegos que llegarán a todas las consolas son válidas, y que ir a salto de mata y a la sombra del PC es la forma correcta de marcar el paso.
Por supuesto que saltaré a la nueva generación, claro que sí, pero cuando la nueva generación me demuestre que el salto merece la pena. A día de hoy no es más que un número más, un Pro en el nombre, tal y como hacen las compañías de móviles con sus terminales.