‘The Mandalorian’ regresó la semana pasada a Disney+ por todo lo alto con ‘El Marshal’, a mi juicio el mejor episodio de la serie hasta ahora. Eso le ponía las cosas muy difíciles a ‘La pasajera’ para mantener el nivel o incluso superarlo. Una vez visto, no tengo ningún problema en decir que se queda un poco por detrás, pero no por ello esta aventura bajo cero con dosis extra de Baby Yoda deja de ser una gozada.
A partir de aquí encontraréis spoilers del episodio.
El personaje interpretado por Pedro Pascal está empeñado en encontrar a otros mandalorianos, pero no va a ser tarea sencilla. Está claro que su camino acabarán cruzándose en algún momento con el de Boba Fett, pero eso no sucede en ‘La pasajera’, donde Jon Favreau, que vuelve a ocuparse de escribir el capítulo pero no de dirigirlo -aquí esa posición queda en manos de Peyton Reed, responsable de las dos películas de ‘Ant-Man’-, está especialmente inspirado con lo que no deja de ser un capítulo de transición.
Sencillo pero muy efectivo
Tras una breve prólogo para poner en peligro una vez más a Baby Yoda y mostrar de nuevo las habilidades de Mando para conseguir escabullirse de cualquier peligro al que tenga que enfrentarse, nuestro protagonista vuelve a acudir a Peli Motto (Amy Sedaris) para conseguir información en una cantina que nos resulta familiar, algo que le obliga a poco menos que convertirse en el transportista de una mujer y sus huevos.
Eso da pie a situaciones algo más ligeras por la incapacidad para comunicarse entre ellos y por el mayor protagonismo de un Baby Yoda que sigue siendo muy cuqui y que además en esta segunda temporada parece moverse con una mayor naturalidad en la primera, pero también un poco liante por el apetito que le entra tras ver cómo se cocina algo de carne de dragón en los primeros minutos del episodio.
A partir de ahí, el episodio se podría resumir en tres bloques. El primero es la huida de Mando de los dos soldados rebeldes a bordo de los míticos X-Wings que permite a Reed deleitarse con las escenas de vuelo a bordo de un planeta helado que nos hace pensar de inmediato en ‘El imperio contraataca’. Dudo que esto sea casualidad, pues el planeta desértico de ‘El Marshal’ ya nos traía a la mente ‘Una nueva esperanza’ en más de una ocasión. Para cerrar el ciclo faltaría un planeta boscoso en el episodio de la próxima semana.
El segundo es más calmado y sirve primero para romper la barrera idiomática entre Mando y su pasajera y también para dar inicio al tercero. Aquí Baby Yoda vuelve a pasar a primera línea con Reed intentando destacar lo adorable que es pese a que esté comiéndose huevos de otras especies, primero de la pasajera y más tarde de lo que resultan ser una especie de arañas de hielo que no se toman muy bien la intromisión en su hogar y cuyo origen no por casualidad también está en unos diseños finalmente descartados para ‘El imperio contraataca’.
Por último queda la frenética huida en la que vuelve a quedar claro que Disney no ha escatimado en gastos en ‘The Mandalorian’. La sensación de tensión está bien alimentada por Reed pese a que uno nunca llegue a temer realmente por sus vidas y ese momento con la araña gigante tumbando la nave a punto de despegar resulta especialmente estimulante. Dejo a criterio de cada cual valorar hasta qué punto puede estar sacado de la manga que los dos rebeldes lleguen justo al rescate en ese momento, pero la propia naturaleza escapista de la serie da pie a soluciones así sin que uno las vea como un mero deus ex machina…
Con más humor sin perder de vista el resto
Una cosa que se nota bastante en ‘La pasajera’ es que la serie vuelve a una duración más en la línea de la primera temporada, ya que apenas llega a los 41 minutos contando tanto el resumen inicial como los largos créditos finales. En líneas generales puede parecer una simple pasatiempo, pero si uno reflexiona un poco sobre la trama puede ver que es un episodio en el que se resalta la fuerza de los lazos familiares -tanto directos como más figurados-, con una madre intentando preservar su linaje, otras (las arañas) reaccionando ante lo que ven como un ataque, Mando volviendo a ejercer de padre protector de Baby Yoda y al mismo tiempo empeñado en conectar con otros mandalorianos.
Todo ello aliñado con una presencia del humor más notable que en la mayoría de episodios, siendo ese probablemente uno de los motivos de la presencia de Reed tras las cámaras. Puede que haya alguna escena que busque con demasiado descaro la sonrisa del espectador, pero lo cierto es que en ningún momento desequilibra un episodio que se pasa volando.