¿Cómo es una Virgen del siglo XXI? Muy distinta a la “oficial”, seguramente. Esta pregunta responde, con audacia, la escritora argentina Gabriela Cabezón Cámara en su novela La Virgen Cabeza. Allí tiene un rol protagónico una Virgen hecha de cemento que habla con una prostituta travesti, que tiene voz – aunque sea mediada-, que reflexiona sobre el propio cuerpo, su maternidad, sobre sus deseos, que se posiciona en el centro de la escena, que acompaña las disidencias sexuales y que “vive” en una villa miseria del conurbano.
Esta Virgen que construyó la escritora es la que materializa una “nueva” Virgen y lo que llamó la atención de CRUDO Films. Con la dirección de Jimena Monteoliva, se realizará la adaptación cinematográfica de la obra y así, aparecerá esa Virgen aggiornada en la pantalla grande.
La misma productora de Kryptonita – película basada en la novela homónima de Leo Oyola – se interesó en una historia que narra realidades disidentes y marginales, con su Virgen controversial. “Es una Virgen más deseosa, deseante”, dijo Gabriela Cabezón Cámara a Clarín, y agregó que “por la clase de interlocutora que elige es una virgen menos conservadora que sus colegas, que habitualmente suelen hablar con otro tipo de personas y con otras vírgenes”.
“Lo sagrado es ilegislable e indomable. Igual que la lengua”
Gabriela Cabezón Cámara
Escritora
En el libro, la escritora menciona textualmente que su virgen, antes que un hijo que murió en la Cruz, hubiese preferido que se casara con María Magdalena y que viviera. “Es una maternidad de la que ella no puede gozar, porque también le es arrebatada. No sos dueña ni de querer que tus hijos vivan ni de hacerlos sobrevivir. No tenés potestad sobre tu hijo, o sea, no sos nada. Ni hablar del cuerpo”.
¿Por qué una Virgen en el centro de la escena y no un santo? Cabezón Cámara tenía fresca la cursada de Literatura Medieval Española, en la facultad, y el surgimiento de las religiones monoteístas. Pero le pareció curioso un detalle: en la Edad Media emergió la figura de esta mujer que empieza a ser casi tan importante como Dios mismo. Y que, con el correr del tiempo, adquirió relevancia para la fe de un gran sector de la cristiandad.
“Ese surgimiento me pareció muy interesante. En principio, me parecía más apasionante cómo en el marco de las instituciones religiosas aparecen novedades. De golpe alguien que no existía para la teología, existe. Como antes había Purgatorio y ahora no hay más. Siempre me resultan graciosas e interesantes. Me había dejado pensando. A raíz de eso, revisé la figura de esta mujer. Me fijé en todo lo que decía en las escrituras sagradas canónicas y no dice nada, solo ‘que se haga en mí tu voluntad’, o sea, te pertenezco, te obedezco, amo; y soy la madre de aquel y minimizan lo que hace en general”. Pero en el libro es la Virgen la que manda – a través de otro personaje – a buscar soluciones a los problemas de la villa. Una voz y una voluntad potentes.
“¿Por qué la Vírgen va a hablar como una española ‘dieciochesca’ y no como una guaraní del siglo XXI, o como una alemana, o como una china o como una congoleña?”
Gabriela Cabezón Cámara
Escritora
En La Virgen cabeza, la figura divina tiene su propio lenguaje, “en un castellano medio parecido al de la Reina Sofía”, con mixtura del lunfardo y del uso de palabras en inglés. La escritora recordó que mientras leía sobre la Virgen de San Nicolás, un elemento le resultó inesperado: las pericias forenses que deben hacerse para determinar si, efectivamente, aquellos que dicen haber escuchado a la Virgen lo hicieron realmente hacen foco en el registro del lenguaje que usan. Así, la autora mencionó que “una de las pruebas de que la señora en cuestión había hablado con la Vírgen era que hablaba como una española ‘dieciochesca’. Me parece tan loco y tan gracioso. ¿Por qué la Vírgen va a hablar como una española ‘dieciochesca’ y no como una guaraní del siglo XXI, o como una alemana, o como una china o como una congoleña?”.
¿Y acaso la Virgen no puede vestirse más moderna? Algunas cosas no cambiaron y esta Virgen del siglo XXI está en proceso de deconstrucción. “Si pensás en el personaje original, era una mujer del pueblo y después queda cristalizada en la imaginería del Renacimiento. ¿Por qué se va a vestir así y no como nosotros? Porque sí. Si aparentemente hace dos mil años que vive, puede tomar cualquier clase de ropa, pero quedó vestida así.”
Esta estatuilla de cemento de la novela de Cabezón Cámara representa a todos aquellos que viven en la villa,igual que ella. La escritora argentina va más allá: “el mismo catolicismo es una operación de apropiación y resignificación constante y en Latinoamérica se ve. La religión y la Iglesia son como la RAE: pelean por tener el poder de decodificar y de alguna manera legislar lo ilegislable: la fe y lo sagrado. Lo sagrado es ilegislable e indomable. Igual que la lengua.” Y esta Virgen del siglo XXI es indomable.
El libro ofrece muchas escenas visuales y quedará esperar para ver la adaptación cinematográfica. Sin embargo, Cabezón Cámara tiene una entre sus favoritas y que le encantaría ver en la pantalla grande: otra de las protagonistas, llamada Cleopatra, hablando con la Virgen, rodeada de las demás travestis y la población de la villa y las esculturas de los santos y de la misma Vírgen y Susana Giménez apareciendo en una silla de ruedas voladora. “Todo eso a mí me resultaría muy divertido”, aseguró.
Quizá la Virgen de Gabriela Cabezón Cámara es más parecida a la de Menocchio – el molinero del siglo XVI quemado en la hoguera por hereje que nos hizo conocer Carlo Ginzburg en El queso y los gusanos -. Una Virgen que- según él – había perdido la virginidad, pero que era «reina y emperatriz», una mujer educada y cuyo hijo no había muerto para redimir a la humanidad.
Habrá que esperar la película.