¿Otra vez sopa? Y sí, pero por lo menos ya aprendimos que cuando la sopa está demasiado espesa, para tomarla hay que saber digerirla. Por eso esta noche la torta de cumpleaños no se comerá por Zoom. Ni habrá brindis virtuales, ni velitas, ni aplausos cortados por tropiezos técnicos, como el año pasado. La experiencia, como los años, es algo que se acumula y a veces nos enseña que ya no queremos festejar al ritmo que nos impone la conexión de cada invitado. El 17 de abril del año pasado éramos un año más jóvenes, tal vez más pacientes y bienintencionados, llenos de ganas de andar organizando un cumple zoom, con globos y bonetes. Este año, por favor, “beneficiémonos con el silencio”, como diría Borges. Ya probamos que la tecnología, en estos casos, promete mucho y da bastante menos. Además, uf, hace 13 meses que nos pasamos el día entero sentados en mesas virtuales, en reuniones por Teams, en clases por Instagram… Y justo cuando planeabas una cena de “cumple real”, con choque de copas, chin chin y todo, otra vez sopa. Pero se los pido amigas, no mudemos la fiesta a las pantallas. No retrocedamos a la pantomima de hacer que celebramos con la cara pixelada y vaaaamos, que los cumplas muy feliz y que este año se hagan realidad tus deseos. Ahora que volvimos a vivir con una boa constrictora que limita nuestras salidas de escape, tengamos al menos la libertad de decir muchas gracias chicas, pero esta noche no. Basta de apagar las velitas por Zoom. En todo caso, el año que viene festejamos tres años juntos, y para atrás. Y de paso cumplimos el sueño de sacarnos años, que a esta altura no está tan mal