Habrá quienes digan que sólo era cuestión de tiempo, que madurar también era esto y que mucho me ha durado la afición. En cambio yo, que sigo disfrutando de cualquier dibujo animado con un bol de cereales como si aún tuviese cinco años, no esperaba tener que abandonar Pokémon nunca.

Dudo que sea una cuestión de haberme hecho mayor y haber perdido la magia que me hacía disfrutar de Pokémon. En realidad creo que, por el paso de los años y también la experiencia, la manga ancha que antaño tenía con la saga ahora deja menos hueco a milongas y medias tintas.

New Pokémon Snap me ha abierto los ojos

New Pokémon Snap, el juego de fotografiar animalejos que ya está a la vuelta de la esquina prometiendo devolverme a mi preadolescencia, ha sido el detonante de una sensación que sabía que estaba ahí pero no quería reconocer.

Es el juego de Pokémon que más ilusión me hace desde… Desde hace tanto tiempo que ni lo recuerdo.

Y con esa idea rondándome la cabeza ha sido inevitable llegar a la conclusión más dura y realista. Que ese juego con el que crecí y que me acompañó en algunos de los momentos más tiernos de mi infancia, desde traficar con Pokémon con mis amigos hasta perderme un capítulo de la serie por ir a dar mi primer beso, ya no me gusta. Que me he cansado de Pokémon.

Alguno se imaginará que aquí llega el momento de incluir un “no es por ti, es por mí”, pero aunque es lo primero que me venía a la cabeza -dándole vueltas a esa idea de crecer más de lo que nunca podrá crecer Pokémon-, en realidad tengo muy claro que no es cosa mía, sino de Game Freak.

Nada me gustaría más que seguir disfrutando de esta saga. Envidio a quienes siguen gozando cada una de las nuevas entregas que llegan a las tiendas. Pero tengo la sensación de que hay muchos aspectos en los que me es imposible seguirle riendo las gracias a la saga.

Pokémon necesita un cambio, y aunque sé de buena tinta que seguirá triunfando y vendiendo a espuertas haga yo lo que haga, sí me he parado a pensar en qué debería de cambiar para que vuelva a enamorarme de la franquicia. Esto es todo lo que le pido a Pokémon para volver a él con la ilusión del primer día.

Historia: la narrativa debe evolucionar

Un chico aparentemente sin padre sale del pueblo de su infancia con la intención de convertirse en Maestro Pokémon y se encuentra con un ricachón malvado que quiere dominar el mundo a base de utilizar a los Pokémon. Al final el chico vence al mal y gana la Liga Pokémon.

Ok, lo pillo, el bien frente al mal. Pero es que esa misma cantinela la tenemos también en decenas de mangas y animes que, además de centrarse en la lucha entre la luz y la oscuridad, saben contar historias personales y aportar giros que nadie ve venir. Y me centro en esos dos ejemplos por su evidente relación con la saga, pero creo que es evidente que la mayoría de ocasiones Pokémon hace lo justo para salir del paso.

Madurez: Ghibli y Pixar llevan años demostrándolo

Hay hueco para otro tipo de historias y ni siquiera tienes la necesidad de abandonar a los más pequeños en el camino. Por eso ver hoy Toy Story no es igual que cuando la viste por primera vez hace más de 20 años. La misma razón por la que ahora no dejas de ver mensajes ocultos en Mi Vecino Totoro pese a que hace años simplemente flipabas con la idea de subir en un gatobus.

Pokémon puede seguir siendo un juego para niños, pero no necesariamente abandonando a quienes hemos crecido con ellos. Sólo es cuestión de invertir  en mejores historias y guiños que aporten más profundidad a quienes pueden mirar más allá.

Mundo: si puede conseguirlo un indie, también una empresa multimillonaria

Habrá quienes digan que ya les está bien y me parece lícito. En mi caso, en cambio, el nivel de calidad visual de Pokémon es algo que me enerva especialmente. Me niego a creer que es una decisión creativa, y desde luego tampoco es una decisión marcada por el presupuesto.

No me importa que sea más grande o más pequeño, sólo quiero llegar a la tumba con una consola en las manos y un juego de Pokémon que me haga exclamar “qué chulo” por última vez. No por realista y tampoco por espectacular, sino por coherente con el tamaño, trascendencia e infinito presupuesto de esta franquicia.

Mecánicas: hay vida más allá del piedra-papel-tijera

Mientras Game Freak viste a sus monstruos de Godzilla con un mayor tamaño y poderes que cambia poco el planteamiento del juego, la comunidad se las ingenia para inventar nuevas formas de jugar a Pokémon. En otras palabras, el Nuzlock es lo mejor que nos ha dado la franquicia en muchísimos años, y ha sido gracias a los jugadores.

La idea de un reto en el que no puedes seguir jugando con un Pokémon si cae en combate y tienes capturas limitadas es fantástica para, precisamente, darle una excusa a esos jugadores más experimentados que desean hacer algo más que repetir la misma historia con bichos distintos. Imagina cuantísimas ideas más quedan por descubrir que el equipo del juego no está explorando.

Mejor: no necesariamente más

Desde su lanzamiento, Pokémon se ha centrado en una fórmula de más, más y más, pero no siempre mejor. Cientos de nuevos bichos dan buena cuenta de cómo la estrategia empleada ha perseguido constantemente la idea de crear nuevos peluches y diseños emblemáticos en vez de mejorar lo ya existente.

No sólo hablo de cambios como los presentados con las versiones de Alola, sino también de mejores animaciones para cada uno de los Pokémon ya creados hasta la fecha, mejores escenarios, mejores puzles, mejores combates… En definitiva, un Pokémon mejor. Creo sinceramente que está más al alcance de lo que sus creadores parecen entender.