De oído, interpretando lo que su ayudante le dictaba y tomándose ciertas libertades, el erudito Lin Shu publicó en 1922 la primera traducción al chino de Don Quijote de la Mancha, un «caballero mágico» que la sinóloga Alicia Relinque ha «retraducido» al español un siglo después.

¿Cómo suena? Así: “En La Mancha había un lugar, un lugar cuyo nombre no es preciso que mencione, a medias situado entre Aragón y Castilla. En aquel lugar vivía un hombre apegado a las antiguas tradiciones que gustaba de usar lanza y adarga, caballo veloz y perro cazador”.

¿Y el original? Así: «En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor»

«Es otra forma de leer el Quijote pero con China metido en él. Un Quijote con mucha dignidad, desprovisto de algunas de las situaciones grotescas que conocemos», explica Relinque a la agencia Efe sobre esta primera versión en mandarín clásico del libro de Miguel de Cervantes, cuya «retraducción» se presentó este jueves en la sede del Instituto homónimo en Pekín y en su biblioteca en Shanghai.

Para publicar su Historia del caballero encantado, Lin Shu, que no hablaba castellano, escuchaba lo que un ayudante le iba contando a raíz de su lectura -e interpretación- en inglés de las versiones que pululaban entonces del Quijote.

Pese a sus errores, invenciones y adaptaciones -«los curas son médicos y él es más bien un héroe romántico», apunta Relinque- Don Quijote mantiene su pasión por Dulcinea y recoge igualmente los lances de Sancho Panza… solo que contados de otra forma.

Y Sancho Panza

«La relación de Don Quijote con Sancho Panza no es tanto de amo y criado sino de maestro y discípulo, algo muy confuciano», apunta la traductora.

También la piedad filial, tan apreciada en China, se desliza por sus páginas con «hazañas que se recordarán por los hijos y los hijos de los hijos de los hijos» mientras los refranes chinos o ‘chengyu’ se entremezclan con los cervantinos.

«Se adapta al gusto chino de la época para que resulte familiar. Lin Shu buscaba acercar los textos extranjeros a las costumbres chinas», agrega.

Y es que, además de Cervantes, el erudito chino reescribió también a Dickens, a Balzac, a Tolstói o a Goethe, entre muchos otros.

En aquella época, comenta a Efe el hispanista Chen Kaixian, «sólo una élite que había viajado a otros países y conocía otras lenguas podía acercarse a la obra de Cervantes. El objetivo era que los chinos pudiesen entender, a su manera y según las tradiciones locales, la trascendencia de un personaje como El Quijote».

Y esto era «un caballero con sentido de la justicia, vehemente, pero dispuesto a ayudar a los débiles -apunta Chen-. Lin Shu entendió a Don Quijote en su sentido más positivo».

«Las traducciones de Lin Shu causaron mucho impacto en la modernización de China y de ahí su legado», agrega Guillermo Bravo, de la editorial Mil Gotas, editora del texto para Latinoamérica en colaboración con Ginger Ape Books, que publicará la obra en España.

Relinque agrega que el reto fue, además de retraducir la obra del erudito chino al español, explicar a través de cientos de notas a pie de página las diferencias interculturales de la época.

Chino clásico

«Tenía que decidir qué registro darle a todo esto en castellano. Fue un poco disparatado y me decanté por utilizar un lenguaje literario que sonara arcaizante porque Lin Shu la escribió en chino clásico», apunta.

Relinque cree que el autor obvió las partes más quijotescas del personaje, como sus luchas imaginarias, para dotar al Quijote de lógica y dignidad y hacer concordar estas características con su reivindicación del chino erudito o ‘wenyan’.

Además, la valentía y la tenacidad de este Quijote es coherente con el reto patriota de los dirigentes chinos que, en la década de los años 20 del siglo pasado, rivalizaban con Japón.

De hecho, la traducción de Lin Shu utilizaba palabras de la época que en China eran neologismos, tales como «sociedad», «revolución» o «libertad«, las cuales «no existían en el vocabulario del país. Se habían importado desde Japón», señala Relinque.

A pesar de sus limitaciones en contenido y en extensión -sólo se recoge la primera parte de los dos tomos que escribió Cervantes-, esta primera versión de El Quijote fue recibida en China como un gran acontecimiento y sirvió de base para muchas de las traducciones que se hicieron después, según el hispanista Chen.

Chen agrega que la traducción de Lin Shu, paradójicamente, dejó de ser leída en buena medida porque utilizaba esa lengua clásica caída en desuso en la era moderna.

Por ello, la editorial china Commercial Press Pekín publicará para la versión local la traducción original de Lin Shu junto a su versión española acompañado de un estudio introductorio.

EFE y Redacción Clarín

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