seriedad,-humor-y-mirada-critica:-la-receta-de-“solo-una-vuelta-mas”,-el-programa-de-diego-sehinkman-que-impuso-su-sello-en-las-noches-de-tn

El desafío era enorme cuando empezó Solo una vuelta más (TN), un programa nocturno que surgió con la intención de darle un enfoque distinto a las noticias del día. La actualidad se había vuelto más imprevisible y angustiante de lo corriente. Hacía apenas una semana que el presidente Alberto Fernández había decretado el aislamiento social, preventivo y obligatorio. Todo era incertidumbre. Pero en ese contexto, el ciclo que conduce Diego Sehinkman se las ingenió para encarar la agenda periodística de una forma distendida. Dándole, justamente, una vuelta más. Sin perder la seriedad, pero sin invadir a la audiencia de miedo. Entendiendo cuando descomprimir y cuando alertar; buscando que el televidente se vaya a dormir relajado.

El conductor demostró su habilidad para modular las emociones de su equipo y orquestar un intercambio cordial de opiniones. ¿El resultado? Ideas limpias para que el espectador saque sus propias conclusiones.

Esa habilidad para interpretar a su entorno y mediar entre sus compañeros, el comunicador y psicólogo reconoce que se debe a cómo conviven dentro suyo ambas profesiones. “Estudié y trabajé en ambas carreras durante muchos años. No tengo una palanquita atrás en la que paso de nafta a gas, de psicólogo a periodista. Viene todo junto, integrado”, asegura en diálogo con TN Show.

Luego, explica en qué aspectos se puede notar su condición de analista: “La mirada de psicólogo me permite explorar cuáles son las ideas y las creencias de fondo que generan determinadas conductas o declaraciones en los entrevistados. Es decir, ir a buscar cuál es la idea o la creencia medular que impulsa tal o cual política”.

Sehinkman dice que siempre busca encontrar cuál es el resorte o lo que gatilla una declaración, una frase o una acción. Un análisis que tiene como objetivo ofrecer una visión panorámica de los acontecimientos políticos y sociales. “Me permite plantear escenarios que también den una esperanza. Y, cuando se puede, generar una dosis de optimismo. El optimismo es un impulso vital como dormir y comer. Usamos una serie de herramientas para que no sea un programa estresante”, detalla.

No se puede concebir un “Rivotril televisivo”, el conductor lo deja en claro durante la charla. Pero sí se puede evitar una visión catastrófica que paralice a los televidentes ante una coyuntura que puede ser agobiante. “Nosotros invitamos a otra cosa. Invitamos a pensar qué palancas se pueden accionar de su propia vida para enfrentar una realidad que es complicada”, reflexiona.

Serios pero no solemnes

Todo el equipo de Solo una vuelta más rescata la dinámica del panel. Un grupo en el que las opiniones muchas veces se chocan, pero en el que siempre se impone el respeto. No hay chicanas ni provocaciones. Se debaten ideas y no se pierde el foco de las noticias. “Es un equipo muy bueno con roles definidos, complementarios. Serios, pero no solemnes”, subraya Diego.

Después, destaca algunas de las virtudes de sus colegas: “Osvaldo tiene un aporte valiosísimo con su punto de vista, Pablo de León tiene información de primerísima mano que es como la arcilla sobre la cual se hamaca la conversación, Adriana Amado viene del mundo de la academia y nos trae un montón de información de datos que habitualmente no están en la conversación pública. Eso es invalorable. Rolo le da un despliegue bárbaro más allá de su expertise en materia de seguridad. Tiene olfato periodístico y también mucha calle que le aporta volumen a la mesa”.

Sehinkman considera que el humor es una de las improntas del ciclo. En ese sentido no quiere dejar pasar cuánto le suma al ciclo la presencia de Ariel Tarico: “Es fundamental su participación con cada uno de sus personajes”.

Además, para que el programa siempre proponga temas e invitados que enriquecen la conversación pública, el equipo detrás de cámara es clave. “La producción con Maximiliano Heiderscheid y Yanina Montanaro hace posible este programa que sale cinco veces a la semana y tiene un montón de invitados. Ellos logran encontrar qué es importante para compartir con la audiencia”, asegura.

El respeto y el humor como base de un diálogo crítico

Los panelistas del equipo sostienen que no son amigos, pero que entre ellos prevalece el respeto y la admiración. “La verdad es que fue hermoso como se armó el grupo porque básicamente venimos a intercambiar ideas sobre la información que cada uno trae. A veces no tenemos el mismo punto de vista pero es interesante porque nos escuchamos. No priorizamos el lucimiento personal. Nos respetamos como profesionales y eso hace que sea interesante”, aclara Osvaldo Bazán a este medio.

Además, agrega: “Hay una buena onda permanente. No estamos intentando caernos bien, eso ya lo sabemos. Por eso podemos criticarnos y lo hacemos mucho, porque sabemos desde qué lugar lo hacemos”.

Revelando un poco cómo es la interna del equipo, el columnista cuenta que tienen un grupo de WhatsApp en el que se van planteando los temas a tratar en la mesa. “Hay demasiada información a lo largo del día y nosotros tenemos ese momento para sentarnos y empezar a pensar y analizar todo lo que pasó”, explica.

En sintonía con su compañero, Rolando Barbano describe el vínculo en el panel como desafiante: “Hay periodistas a quienes respeto mucho. Tienen opiniones muy diferentes a la mía y me obligan a estar a la altura. Las diferencias son las que nos permiten que el debate sea más picante”.

Justamente ese detalle hace que el programa se desmarque de otras propuestas televisivas sobre la actualidad. “En el zapping nocturno, la gente se encuentra con caras distendidas en Solo una vuelta más. Pero en la mayoría de los programas de política parece que se tienen que poner adustos y serios, como si estuvieran diciendo cosas importantes”, analiza Adriana Amado. “Creo que cuando le podés dar una vuelta humorística es porque te la tomás de una manera más profunda. Para reírte de las cosas tenés que entenderlas mucho, no podés ser superficial. Eso hace que mucha gente nos acompañe cada noche. Ya de por sí cuesta bajar las revoluciones, imaginate si todo el tiempo ratificás que están tocando los violinistas en el Titanic”, argumenta convencida.

Amado cuenta que no se imaginaba formar parte de un programa diario: “Vine como invitada y quedé. La verdad es que la pasamos bien y le podemos dar una vuelta diferente a la actualidad”. Un desafío que la hizo experimentar por primera vez el vértigo del vivo. “Lo más shockeante fue el velorio de Diego Maradona. También cubrimos cuando querían llevar a la casa a Lázaro Báez y la muerte de Mauro Viale. Nosotros estamos con una agenda de temas y eso de improvisar al aire fue toda una aventura. Nos dimos cuenta de que funcionaba”, remarca.

El programa está tan aceitado que la periodista Lucía Salinas admite que encajó inmediatamente en el grupo cuando se incorporó hace poco más de un mes para la edición de los domingos. “Parte del equipo me era familiar, Pablo es amigo y compañero en Clarín y con Osvaldo comparto los jueves en Ya Somos Grandes. Es una dinámica amena y distendida como se ve al aire. Fue fácil adaptarse y sumarse”, señala.

Para que el ida y vuelta en el panel sea enriquecedor, los periodistas parecieran compartir ciertos códigos. Ellos se explayan y confrontan, pero nunca intentan anular las opiniones del otro. No es una competencia para saber quién tiene la razón. “La verdad es que puedo expresarme libremente y no es el discurso habitual que todos dicen. Yo en general tengo posturas un poco distintas al resto de la mesa y lo podemos discutir, debatir. La gente destaca eso”, valora Pablo de León.

Como impulsor y mediador del debate, Sehinkman demuestra que tiene el timing para que se escuchen todas las voces. Y esa es una virtud que Pablo no quiere dejar pasar: “Desde que él estaba en Mitre y yo en La Red, estoy hablando del año 2004 o 2005, que queríamos hacer algo juntos. Rescato que es un tipo muy generoso. Mi fuerte es la información y él me da mucho lugar para que pueda desarrollarla”.

Los vínculos en pandemia y una lista de pendientes

Pese a que no son amigos, los integrantes concuerdan en que existe un excelente clima dentro del equipo periodístico. Incluso, lamentan que la pandemia haya impedido que se conocieran un poco más por fuera de sus compromisos laborales. “Solo pudimos salir dos veces juntos. Y estábamos como chicos. Nos sentíamos en una situación rara, pero en realidad era lo más normal del mundo: comer en equipo, sacarse el barbijo, intercambiar ideas y relajarnos. Fue toda una novedad para nosotros”, revela De León. Luego, entre risas, añade: “No hablamos de política. Hablamos de nosotros e hicimos algo que hacemos todos los periodistas: sacarle el cuero a otros periodistas. Fue muy divertido”.

Destacando el buen ambiente que se impone en el programa, Barbano cuenta una situación difícil de la que el ciclo salió fortalecido. “Al poco tiempo de haber ingresado, me contagié de COVID-19 y eso generó una gran hecatombe en el programa. Todos se tuvieron que testear, algunos de ellos tuvieron que aislarse y salir a la distancia”, relata.

En ese sentido, con total agradecimiento, explica cuál fue la postura de sus colegas: “Para mí en lo personal fue un momento difícil porque es gente a la que aprecio y quiero mucho. Sentí que los había puesto en una situación complicada, pero como son un equipazo me hicieron sentir que no tenía nada porque preocuparme. Estuvieron acompañándome todo el tiempo, bancando la situación y esperando mi regreso”.

En ese sentido, con total agradecimiento, explica cuál fue la postura de sus colegas: “Para mí en lo personal fue un momento difícil porque es gente a la que aprecio y quiero mucho. Sentí que los había puesto en una situación complicada, pero como son un equipazo me hicieron sentir que no tenía nada porque preocuparme. Estuvieron acompañándome todo el tiempo, bancando la situación y esperando mi regreso”.

Todo el panel remarca que el programa encontró su impronta, su sello. Solo lamentan que en esta época hostil no puedan fortalecer su vínculo más allá de lo profesional. “Hay dinámica de equipo, un muy buen clima de trabajo. Básicamente, lo que nos falta son asados. Pero eso ya no está en nuestras manos. Yo estoy feliz con el equipo, con el canal. Y obviamente, por la oportunidad”, concluye Sehinkman.

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