Netflix ha incluido en su catálogo ‘Deep in the Woods (En lo profundo del bosque)’ (Promenons-nous dans les bois, 2000), una película de terror francesa dirigida por Lionel Delplanque que permanecía casi perdida desde su temprana edición en DVD en nuestro país, y cumple ahora 21 años, ya que se estrenó en Francia el 14 de junio de 2000. De poco le sirvió haber ganado el premio a la «Mejor película europea de fantasía» en el Festival de Cine de Sitges.
Realizada algunos años antes del gran boom del terror y nuevo extremismo francés, ‘Deep in the Woods’ ha pasado dos décadas olvidada. Su fama de slasher genérico adolescente de la onda expansiva del éxito de ‘Scream’ (2000) la metió en un saco junto a producciones internacionales que trataban de sumarse a la moda, como ‘School’s Out’ (1999) en Alemania, ‘Cut’ (2000) en Australia, o ‘El arte de morir’ (2000) en España, pero aunque hay parte de eso –ese póster inconfundible con guapos y guapas en fila– tenía la semilla de algo que estaba por venir.
La versión continental del fenómeno Scream
La película trata sobre una compañía de cinco jóvenes actores que son contratados para actuar en un castillo remoto para el barón Axel De Ferson cuando descubren que un loco anda suelto asesinando gente. Un punto de partida que no difiere mucho del de un ‘Halloween H20’ (1998) pero que en realidad está más preocupada de sacar la estética más hermosa de la violencia y sus pulsiones son más de giallo que de slasher, como si Kevin Williamson hubiera crecido con las películas de Jean Rollin o Jess Franco.
El debutante Lionel Delplanque tiene un estilo aséptico y elegante que acaba convirtiéndose en el verdadero valor del film, tanto que durante buena parte del metraje no hay demasiada acción y muchos pueden impacientarse, pero es el delicado desarrollo de un lugar decadente y una atmósfera misteriosa la que hace que, a diferencia del enésimo body count de la época, sus imágenes mantengan todo su magnetismo visual siniestro y resalten sus detalles perversos como las veladas insinuaciones sexuales de Francois Berleand sobre Vincent Lecouer.
Delplanque se recrea en la belleza de los bosques a medianoche con cámaras que merodean inquietantemente a través de los árboles enjutos y es capaz de orquestar algunas muertes únicas, aunque no demasiado sangrientas, como una escena en la que un disfraz de lobo “cobra vida” para atacar a Maud Buquet cuando sale de la ducha en un baño que se ha convertido en un lugar irreal lleno de vapor. No hay que rascar mucho para encontrar similitudes entre ese asesinato y algunos de ‘Seis mujeres para el asesino’ (Sei donne per l’assassino, 1964) o ‘Rojo oscuro’ (Profondo Rosso, 1975).
El neogiallo antes del neogiallo
Y es que ‘Deep in the Woods’ surgió en una época en la que Dario Argento seguía volviendo al género que le dio fama sin tener mucha repercusión, por lo que no se esperaba que nadie hiciera caso a una revisión posmoderna de Francia de los sellos distintivos del terror italiano. El director va más allá del gore artístico característico, tomando prestado mucho de Hitchcock, con tomas con punto de vista forzado, su fijación por la taxidermia, las imágenes de aves, la ducha y el voyeurismo de ‘Psicosis’ (Psycho, 1960).
‘Deep in the Woods’ tiene no pocas referencias nada disimuladas a títulos esenciales del giallo, desde el policía que aparece de cuando en cuando para recordar que hay un misterio o la escena inicial, que nos lleva directamente a los flashbacks de ‘Rojo Oscuro’ o el prólogo de ‘Tenebre’ (1982), con un regreso a los abismos del trauma infantil y las canciones de cuna de Argento. Además, el punto de partida general recuerda al híbrido de slasher y giallo de Michele Soavi ‘Aquarius’ (1987), en el que también un grupo de teatro era asediado por un asesino con disfraz de animal.
Si a ello le sumamos la pulsión erótica del cine de género europeo, modernizando incluso el fetichismo lésbico de Jean Rollin por una normalización LGTBI en su punto de partida que, aunque ahora la podamos comprar como el día a día habitual hasta en el cine adolescente, resultaba bastante rompedora e incluso controvertida en su momento, haciendo que el hecho de ser europea tuviera verdaderamente un punto progresista inédito en el terror comercial juvenil equivalente de EE.UU.
La semilla del nuevo extremismo francés
Puede que el mayor factor de identidad galo aparezca en su voluntad por deconstruir el cuento de hadas, siguiendo la tradición desde Perrault a Cocteau o Jacques Demy, eligiendo hacer una modernización de Caperucita Roja en la que los momentos más reconocibles de la historia se reflejan en la ficción a modo de metáfora meta, tras la obra dentro de la obra de los protagonistas y los elementos comunes más obvios, como el bosque o el lobo feroz y los más perversos, como el plano en el que abren una bolsa y se alterna el descubrimiento con lo que se ve desde el interior, como si fuéramos caperucita cuando se abre el vientre del lobo.
Los nudos freudianos de la historia –una madre asesinada tras leerle un cuento a su hijo–, son un interesante presagio de lo que vendrá en el nuevo cine de terror francés. No solo hay planos intrauterinos y referencias a “cesáreas forzadas” en vida que parecen haber inspirado ‘Al interior’ (À l’intérieur, 2007), sino que el tono de cuento gótico también conecta con otros esfuerzos de Alexandre Bustillo y Julien Maury como ‘Livide’ (2011) aunque carezca aún de la parte más extrema.
‘Deep in the Woods’ tuvo un recibimiento tibio y nunca ha llegado a calar dentro del canon del terror francés, pero supone una rareza estilizada que ya marcaba la diferencia en el adusto panorama del terror de fin de milenio y abría nuevas posibilidades intertextuales con el cine de terror, que hoy son la norma en autores que miran más hacia el pasado que al futuro, con la diferencia de que esta sabía envolverse muy bien en el caparazón del mainstream de su época para conectar con la herencia de un fantastique europeo más lúgubre y lleno de posibilidades.