Burzaco, años 60. Claudia cursa la primaria y está de vacaciones de invierno. Su mamá la lleva en colectivo hasta la Capital para hacer la actividad por excelencia del receso: ver una obra de teatro. Cuando se apagan las luces de la sala, Claudia se conmueve. Se le parte el mundo en dos. Desde entonces, el teatro es un ritual al que necesita volver. Esta vez, desde la escritura. “El teatro es mágico, al menos para mí”, dice Piñeiro.

Cuánto vale una heladera (y otros textos de teatro) reúne tres comedias y tres dramas, que fueron puestas en escena en distintas oportunidades, y que dan cuenta de la vasta creación de Piñeiro como dramaturga. En casi 300 páginas, la autora de Las viudas de los jueves y Catedrales, es fiel a su estilo: contar historias cotidianas que hablan de mucho más.

Con humor y con detalles que llevan a la reflexión, Piñeiro construye situaciones de gente común que pueden mover a la risa o al espanto. Y de forma transversal, estas obras atraviesan temáticas como la identidad, la memoria, los secretos, el reconocimiento de un genocidio, entre otras.

Mientras escribe los guiones de la segunda temporada de El reino, la serie de Netflix que se estrena el 13 de agosto, dialoga por Zoom con Clarín y afirma: “Me interesa mucho el teatro político”. Dice que su obra favorita es Un tren llamado deseo, de Tennesse Williams. Y las heladeras son toda una cuestión. Se apagan las luces y comienza la función.

-¿Qué rol ocupa el teatro en la cultura hoy?

-El teatro es fundamental. En la pandemia, que estuvimos muchos meses sin teatro, fue una de las pérdidas que más lamenté. El teatro es la ceremonia grupal por naturaleza, que queda intacta a través de los años. Pasan cosas y el teatro sigue ahí. El teatro son personas que se juntan en un lugar a escuchar a otra persona que tiene que decir una palabra. Eso tiene algo de magia, de maravilloso, de encuentro. Cuando escribís un libro, el lector se lo lleva para su casa y no sabés lo que le pasa a esa persona. En cambio, en el teatro, cuando el actor dice su parlamento, sentís inmediatamente lo que pasa en la sala, las emociones que hay o no. Es una cuestión colectiva que me conmueve, me interesa y me emociona.

“ en el teatro, cuando el actor dice su parlamento, sentís inmediatamente lo que pasa en la sala, las emociones que hay o no. Es una cuestión colectiva que me conmueve, me interesa y me emociona.”

" en el teatro, cuando el actor dice su parlamento, sentís inmediatamente lo que pasa en la sala, las emociones que hay o no. Es una cuestión colectiva que me conmueve, me interesa y me emociona."

Claudia Piñeiro

Escritora y dramaturga

-¿La escritura de teatro es igual a la de la novela?

-El teatro es el lugar de escritura más libre. Tengo la libertad de pensar e imaginar lo que se me ocurra, usar el lenguaje que me parezca apropiado. Mis novelas son muy realistas, están muy ligadas al aquí y ahora, y tengo menos posibilidades de algunas cuestiones, como, por ejemplo, el de la escritura poética. Me resulta más fácil pensar en términos poéticos en el teatro que en la narrativa.

-¿Piensa en la puesta en escena a la hora de escribir teatro?

– Limitadamente. Escribo y pienso en la representación, pero no me limito, porque luego viene un director al que se le ocurre hacer una puesta mejor de lo que sucede en mi cabeza. Escribo libre porque sé que atrás viene otro artista a terminar esa puesta como corresponde. Solamente en Manos atadas, como los actores tienen que estar mucho tiempo con las manos atadas atrás, lo probé con uno de mis hijos para ver si las cosas que ponía en la obra eran físicamente posibles de hacer. Guillermo Ghio, cuando puso esa obra en escena, resolvió de otra manera, sin estar todo el tiempo atados, además del trabajo comprometido corporalmente de los actores.

– ¿Qué sucede con la “puesta en escena” de la vida en las redes sociales?

-La puesta de la vida en las redes es agotadora. No es algo de una hora, se bajó el telón y descansamos. Hay una necesidad de puesta en escena permanente y uno piensa ¡qué difícil es esto! Y cuánto daño se hace en jóvenes y chicos que no están preparados a una exposición de ese tipo y que si no se exponen sienten que no pertenecen. Como adultos tenemos más posibilidades de elegir en qué redes sociales estar y ante la agresión, bloquear. Los más jóvenes, si no están en redes sociales, no están en ningún lado. Sobre todo, durante la pandemia, donde el encuentro es en las redes, que te llevan a mostrar cosas de tu vida privada. Parece que hay que mostrar algo de la vida privada para pertenecer a un grupo, para conocer gente o salir con alguien. Quedamos muy expuestos.

Redes sociales. «La puesta de la vida en las redes es agotadora. No es algo de una hora, se bajó el telón y descansamos. Hay una necesidad de puesta en escena permanente y uno piensa ¡qué difícil es esto! Y cuánto daño se hace en jóvenes y chicos que no están preparados a una exposición de ese tipo», dice.

-¿Le afectan los comentarios u opiniones que recibe por redes sociales?

-Me han mandado videos donde un tipo tortura a una mujer y la deja ensangrentada en el piso diciéndome: “Así vas a terminar”. O fotos de un Falcón verde diciendo: “Te vamos a buscar”. Tenés que ser una persona muy particular para que no te afecte. Trato de tomarlo con calma y tranquilidad; y que no me haga dejar de opinar. Porque también buscan generar miedo para que no opines. Hay una responsabilidad de las compañías que organizan las redes que no están asumiendo. En los últimos tiempos hemos visto agresiones tremendas, pero si dijiste “culo”, te clausuran la cuenta. Mientras tanto, me mandan un video donde torturan a una mujer. No se entiende ese criterio. Por más que digan que no son responsables, yo creo que sí.

"En el drama también nos reímos, ¿no? Eso se lo agradezco a mi mamá. Estar en las peores circunstancias y aún así reírnos y ponerle humor a la tragedia", dice. / Foto: Juano Tesone

«En el drama también nos reímos, ¿no? Eso se lo agradezco a mi mamá. Estar en las peores circunstancias y aún así reírnos y ponerle humor a la tragedia», dice. / Foto: Juano Tesone

-Todas las obras reunidas en el volumen sobrevuelan los conceptos de identidad y la importancia de nombrar las cosas y, también, sobre las instituciones, ¿qué relación hay entre sí?

-La denominación y las palabras es lo más revolucionario que hay porque están en permanente movimiento, va cambiando el lenguaje que usamos. Por eso hace tanto ruido cuando alguien dice que prefiere usar lenguaje inclusivo. Podés estar de acuerdo en usarlo o no, pero generan violencias que solo son entendibles cuando alguien siente que las palabras vienen a romper el status quo y a modificar algo. Muchas veces, quienes critican el lenguaje inclusivo son personas que tampoco usan muy bien el lenguaje y que no les interesa. Lo que les preocupa es lo revolucionario del lenguaje, que viene a modificar las cosas. Las instituciones son todo lo contrario: son estáticas y tienden a perpetuar cierto estado de las cosas. Y tardan mucho más en registrar que las personas en el uso de la lengua. En ese sentido, va a haber confrontación siempre. El lenguaje avanza mucho más rápido que las instituciones.

​»Muchas veces, quienes critican el lenguaje inclusivo son personas que tampoco usan muy bien el lenguaje y que no les interesa. Lo que les preocupa es lo revolucionario del lenguaje, que viene a modificar las cosas», piensa.

-¿Cómo influyen estas obras de teatro y su circulación en el contexto político actual?

-Hay un hecho político que no es menor en que una editorial grande publique obras de teatro de una autora contemporánea. Es un hecho político porque puede abrir a otros autores a hacer lo mismo. En los años 60 o 70 era muy común leer teatro de Arthur Miller, Tennesse Williams, Chejov, Ionesco. Había un entrenamiento de lectura que hoy no es habitual. En los colegios siempre se leía teatro, en algunos programas de secundario está, pero con forceps. Por otro lado, empecé haciendo teatro político porque Cuánto vale una heladera”era una obra pensada para Teatro por la Identidad y eso es teatro político. Un mismo árbol verde, también.

-La Argentina de hoy: ¿sería una comedia o un drama?

-Es difícil, porque creo que es todo junto. En el drama también nos reímos, ¿no? Eso se lo agradezco a mi mamá. Estar en las peores circunstancias y aún así reírnos y ponerle humor a la tragedia. Nosotros, como país, somos una mezcla de las dos cosas: hay momentos de tragedia, drama y hay momentos de humor.

-¿Cuál es la relación entre el humor y la cultura de la cancelación?

No estoy de acuerdo con la cultura de la cancelación. No me parece que haya que cancelar a nadie. Creo que hay que reflexionar y leer estando parada en otro lugar. Siempre pongo de ejemplo el libro Confieso que he vivido, de Pablo Neruda, donde en uno de los capítulos cuenta cómo violó a una mujer en el sudeste asiático. ¿Hay que cancelar a Neruda por eso? Seguramente no. Pero cuando lees ese libro y pasas por esa página tenés que tener una reflexión diferente, si no estamos en el mismo punto de partida que hace muchos años. En vez de pasar de largo, tenemos que parar, reflexionar sobre la barbaridad de violar a una mujer.

Cada uno elige lo que quiere leer. Nadie tiene que cancelar a una persona porque opina, escribe o hace un arte de una determinada manera, siempre y cuando no se esté dañando a nadie. Y hay cuestiones del humor que permiten decir ciertas cosas que a mí no me causan gracia. Eso es interesante: el humor como protección para decir lo que sea. No me causa gracia el humor con el desprecio a las mujeres, con falta de mirada de género. No digo que haya que cancelarlo, digo que no me causa gracia y no produce el efecto deseado. El feminismo cambió muchas cosas, uno no mira de la misma forma.

-La heladera como objeto aparece en varias de las obras en este volumen, ¿qué condensa?

-La heladera es un lugar de intimidad: puede estar limpia, desordenada, un poco sucia. Es un objeto que permite mostrar debilidades, inseguridades, temores, que otros electrodomesticos, no. Y también tiene lo que necesitás para subsistir, para comer todos los días. En Las viudas de los jueves, en el primer capítulo, también hay una heladera y servía para mostrar una clase que había venido a menos económicamente: abrías la heladera y no había nada. Habla mucho de la familia que vive en ese lugar y que, si no funciona, es una angustia distinta. Si no funciona la heladera, la desesperación es atroz.

Básico

VIVA 10 5 2020 20 PREGUNTAS Claudia Piñeiro

VIVA 10 5 2020 20 PREGUNTAS Claudia Piñeiro

Claudia Piñeiro nació en el Gran Buenos Aires en 1960. Ha publicado las novelas Las viudas de los jueves, Tuya, Elena sabe, Las grietas de Jara, Betibú, Un comunista en calzoncillos, Una suerte pequeña, Las maldiciones y Catedrales.

En 2018, Alfaguara publicó un volumen de sus cuentos reunidos, Quién no.

Por su obra literaria, teatral y periodística, ha obtenido diversos premios nacionales e internacionales: el Premio Clarín de Novela, el Premio LiBeraturpreis, el Premio Sor Juana Inés de la Cruz, el Premio Pepe Carvalho del Festival Barcelona Negra y el Premio Rosalía de Castro del PEN (Club de Poetas, Ensayistas y Narradores de Galicia).

Por Un mismo árbol verde, obra teatral incluida en este volumen, obtuvo el Premio ACE 2007 a la mejor obra de autora nacional.

Varias de sus novelas han sido llevadas al cine. Es una de las escritoras argentinas más traducidas a otros idiomas.

VA