Atletas, se buscan”. El cartelito había aparecido en el palier de uno de los monoblocks de Avellaneda y enseguida la novedad dio vuelta por el barrio y llegó a la escuela. ¿Habrá que ser muy flaco? ¿Alto? ¿Buscarán chicos con experiencia? Había una sola certeza: los interesados tenían que presentarse en Racing Club, donde el cordobés Domingo Amaisón -un ex maratonista que había ganado 5 medallas en un solo Sudamericano- probaba voluntarios para entrenar. ¿Vale si soy de Independiente? La pregunta circulaba en las esquinas de amigos, convulsionadas por la sorpresiva oferta. ¿Tendremos que correr con la camiseta del rival en el pecho? Un pelotón de adolescentes curiosos se acercó a conocer a ese campeón todoterreno que había sido tapa de El Gráfico. Prometía ropa deportiva para todos, zapatillas y, lo más importante, ¡pileta libre durante los tres meses de verano! ¿Qué hay que hacer para no cansarse en la primera vuelta del Cilindro? ¿Qué pasa si toco la valla con la rodilla? ¿Cómo se agarra la jabalina? No eran tiempos aquellos de dejarse hundir en la grieta más antigua de Avellaneda cuando la oferta prometía un mejor verano para la barriada. En sus marcas, listos, ya. Y el tiro que aún retumba en el estómago y viene a recordar cada tanto esa mezcla de nervios e ilusiones por superar los miedos y los límites. “Busco atletas, no campeones”, aclaró de entrada el profesor. Para llegar a la meta -dijo- hay que mirar siempre hacia adelante, sin distraerse en los costados. Hablaba de los rivales, claro. Y para muchos hinchas del Rojo con la camiseta de Racing la lección sirvió para pasar la meta de aquel verano y algunos inviernos.