Juraría que no es la primera vez que comento por aquí las muchas ganas que tengo de engancharme a un multijugador. Y no pondría la mano en el fuego por miedo a quemarme, pero no sería descabellado asegurar que en más de una ocasión también he comentado tener en la punta de los dedos ese deseado juego.
Sé de buena tinta -porque estoy aquí escribiendo en vez de enviciado- que el sueño de perderme en una u otra gran promesa acabó mucho más pronto de lo que me habría gustado. Quiero creer que, esta vez sí, Halo Infinite va a ser ese juego.
Y no por tenerle unas ganas desmedidas, que también, sino porque veo pocas opciones de ver cómo se trunca todo lo que 343 Industries ha hecho bien esta vez. Quién me iba a decir que escribiría eso mismo hace 10 años.
Un voto de confianza para 343
Vaya por delante que mi estima hacia el estudio de Microsoft encargado de seguir el trabajo de Bungie es, como en el caso de The Coalition con el Gears de Epic Games, limitado. Ni sus campañas han conseguido dejarme huella, ni sus ideas para el multijugador me han convencido especialmente.
La base es la que es y en Halo 5, polémicas con cofres a un lado, ya dieron buena cuenta de lo que podían ser capaces de ofrecer a la hora de mantener ese espíritu de Halo 3 que para muchos permanece intachable. Tuvimos nuestros más y nuestros menos con el progreso o la elección de armas, pero por mapas y ritmo de las partidas era un online innegablemente divertido.
Lo visto durante la beta de Halo Infinite viene a destacar que, frente a todas las asperezas que se hayan podido generar respecto al estudio, la intención de 343 es escuchar al público y aprender de los errores. Pero eso sí, sin hipotecar su creatividad a lo que reclame la masa.
En resumen, que ok a lo de volver a los orígenes y que todos los jugadores empiecen por igual con las mismas armas (probablemente una de las cosas que más me gustan de Halo), pero adelante también con un gancho que probablemente habría levantado más de una ceja si se hubiese sometido a votación popular.
El acierto está en todos los clips y gifs con los que probablemente te hayas cruzado ya. Tanto los de maestros del headshot pegando mochetazos a la cabeza a varios metros de distancia, como los que tiran de balancearse a lo Tarzán para recorrer el mapa de punta a punta y arrearle un culatazo en toda la cara al que dispara desde lejos con su rifle.
Un nuevo contrincante
En un mercado saturadísimo de shooters, y en un año hasta los topes de novedades consagradas como la de Call of Duty o Battlefield, la llegada de Halo Infinite inevitablemente genera dudas. Nadie se sorprenderá al leer que la franquicia ha perdido gran parte de ese envidiable fuelle que tenía hace más de una década.
Sin embargo es fácil contestar a quienes se cuestionan qué pinta el Jefe Maestro en esa guerra. Una respuesta simple para una pregunta fácil: ofrece algo distinto. Ofrece una acción y frenetismo como la de antaño.
Tiroteos que te permiten revolverte y darle la vuelta al encuentro, mapas con espíritu de espejo que parecen sacados de las mejores mentes de CS:GO, tiroteos a pie en grupos reducidos o en vehículos en plena guerra, igualdad de condiciones al inicio de cada partida y, sobre todo, lo increíblemente divertido que es sacarte una partida memorable que combine tiros a la cabeza, golpes en toda la cara y bombas pegadas al culo.
Y añade a ese apetecible menú el hecho de ser free-to-play. Halo siempre me ha parecido uno de esos juegos que provoca cierto rechazo entre ciertos fans de los shooters, y sé de buena tinta que bastan un par de partidas para entender a qué viene tanto revuelo. Estoy deseando ver cómo se abre esa puerta a un público nuevo.
Habrá tiempo de hablar más sobre el excelentísimo trabajo que parece haber detrás del juego a nivel visual y sonido -de locos lo de algunos efectos- cuando podamos probarlo más en profundidad, pero no quería dejar pasar la oportunidad de dejar por escrito, una vez más pero con un entusiasmo distinto, que Halo Infinite promete ser mi nuevo multijugador de cabecera. A ver si esta es la buena.