Ha sido un proceso alargado en el tiempo, que ha conllevado una maduración y una erosión contra los puntos desfavorables. La nueva generación de consolas dio su pistoletazo de salida hace ya casi un año y dedicándome a este sector, es inevitable acabar sucumbiendo a los encantos de los novedosos sistemas. Ya sea utilizando argumentos de ocio o trabajo, opté por una línea continuista para introducirme en el futuro de la industria.

Una PS5 llegó a mi casa, tras pelearme durante una semana con la falta de stock. La decisión era sencilla: 79 juegos de PS4 en formato físico me miraban desde la estantería, más unos cuantos acumulados en los últimos años a través de PlayStation Plus. A todo ello hay que sumar el otro punto clave, ya que no está dentro de mis perspectivas perderme exclusivos tan potentes como Marvel’s Spider-Man 2, Horizon Forbidden West o God of War: Ragnarok.

God of War Ragnarok

Han pasado muchos meses y todavía estoy satisfecho con mi elección, pero los acontecimientos comenzaron a hacerme reflexionar. Microsoft sacaba pecho con las cifras de usuarios que se suscribían a Xbox Game Pass, provocaba uno de los terremotos más trascendentes de la historia al comprar Bethesda y plantaba semillas en su huerto gracias a su fabulosa cartera de estudios exclusivos.

El caramelo cada vez era más grande y más apetecible. Jamás había tenido una Xbox; apenas recuerdo ver una Xbox original en casa de algún amigo en la época en la que PS2 reinaba con puño de hierro, pude probar muchas veces la Xbox 360 y he catado a cuentagotas las virtudes de la Xbox One. Con todo, ni una sola de ellas llegó a ser de mi propiedad. Eso ha terminado; Microsoft me ha convencido y he dado uno de los saltos más importantes de mi vida como jugador: me he comprado una Xbox Series X.

Game Pass: la clave de la victoria

Marzo de 2020. El confinamiento domiciliario a causa del coronavirus aparece en España y es momento de recurrir a todas las formas de ocio posibles. Fiel a mi propia tradición, decido abrir una puerta a más juegos sin terminar los que ya tengo pendientes. Esa puerta se llama Game Pass en PC y me conduce a un enorme catálogo.

Gris, Hellblade Senua’s Sacrifice, ReCore o los dos Ori son algunos de los títulos que devoré con pasión. ¿Un servicio que me permite jugar desde AAA de calibre hasta propuestas indie de lo más resultonas? No hubo marcha atrás posible, ya que desde el primer mes de suscripción, jamás me volví a dar de baja. Si las dudas me surgían, un nueva oportunidad en forma de Battletoads, Gato Roboto o Minit me disuadían de cortar la relación.

Recore

Soy reticente al formato digital, a pesar de sus obvias ventajas. Me gusta contemplar mi colección bien ordenada y a mi alcance, pero está claro que mantener toda tu biblioteca de juegos a tan solo una descarga es tremendamente cómodo. Xbox Game Pass me ha permitido estrechar lazos con esta variante y de formas que ni siquiera había pensado.

Al incluir tanta variedad, me puedo permitir el lujo de probar obras que sé que de otra forma difícilmente me acercaría. El mencionado Gato Roboto es un ejemplo perfecto o Deliver Us The Moon. O incluso no verme arriesgando el dinero a una compra para un juego que sí, tiene muy buena pinta, pero me quedo a expensas de que me convenza (no miro para nadie, State of Decay 2).

Esa es la ventaja que me permite Game Pass: la capacidad de elegir y equivocarme. Sin riesgos, sin ataduras. Por otro lado, como fanático de los trofeos de PlayStation que soy, una fibra de mi ser se inquieta si ve un porcentaje bajo del total de trofeos en un juego. Aquí, una vez más, me libero de cadenas tan frágiles y me olvido de los logros. No me resultan tan atractivos y eso lo veo como una oportunidad.

Qué decir de recibir exclusivos de lanzamiento, el acuerdo entre Microsoft y Electronic Arts para incluir EA Play sin coste superior en la suscripción o el uso de FPS Boost para incrementar el rendimiento de multitud de títulos. Me gustaría hacer una especial mención de honor a Psychonauts 2, al cual pude jugar en su preview, ya que supuso un espaldarazo definitivo a que no podía permitirme perder tal despliegue de imaginación de Double Fine.

Psychonauts 2

Forza Horizon 5 o Starfield son obras que ahora sí que no faltarán en mi pantalla. Todavía falta ese verdadero golpe de realidad en el que, efectivamente, habrá juegos de Bethesda que no estarán disponibles en otras plataformas y no quiero perderme esa nave a las estrellas. La futura introducción del juego en la nube liberará espacio en los discos duros y podré darle un tiento más al servicio en mi PC.

Sí, choco las cinco con un yo imaginario ante la decisión tomada. Me he tirado a la piscina de lleno, con tres años de Game Pass asegurados. El sistema de Rewards es otro puntazo que, si eres capaz de equilibrar adecuadamente, te puede reportar meses de suscripción gratuitos.

Por último, ante la ausencia de una Xbox en mi casa, las consecuencias son claras. Jugué mucho a las hordas de Gears of War 2 y fui acorralado en el multijugador local de Halo 3 ODST, pero realmente nunca me he pasado algún juego de esas sagas al completo (honrosa excepción de la campaña cooperativa del segundo juego de Marcus Fenix). Quizás veáis de vez en cuando por aquí qué me está pareciendo ese pack tan interesante llamado Halo: The Master Chief Collection

Halo 4

Abrumado por las opciones

Nadie me avisó de ello. La Xbox Series X es una consola que se acerca mucho más al concepto de PC que el resto de sus competidoras. A lo largo de mi vida en PlayStation apenas me había tenido que preocupar por opciones típicas como que al encender la TV también lo hiciese la consola o determinar el tiempo que pasará hasta que la consola se apague si no realizo ninguna acción.

En PS5 nada ha cambiado. Se agregan más posibilidades, pero a la práctica apenas he encontrado diferencias con PS4. Mi configuración básica no ha variado y los añadidos como las tarjetas de seguimiento de trofeos me han resultado un pobre intento de ayudar en una tarea que resuelvo fácilmente con un vídeo de YouTube delante.

Interfaz Xbox

Son muchas, muchísimas las opciones que tiene entre sus tripas la consola de Microsoft. Es todo tan configurable que resulta absurdo, en el mejor sentido de la palabra. Poder elegir la duración de un banner emergente, escoger cuándo quieres que se active el modo nocturno… todo está pensado para que tu Xbox sea tuya y de nadie más. Incluso he activado la contraseña a través del mando, no vaya a ser que se cuele un ladrón en mi casa y quiera jugar por la noche.

De poco serviría al usuario medio, aquí presente, toda este abanico de posibilidades si no fuera porque todas y cada una de ellas están detalladas al milímetro. ¿Quieres calibrar la pantalla? Esto es lo que conseguirás haciéndolo y para que sirve. ¿Deseas activar el modo de energía de inicio inmediato? Estos son los costes derivados para la consola. Pequeños párrafos, frases cortas y concisas. Aquí nadie debe perderse y no lo hará porque son muchos los puntos de apoyo.

La accesibilidad también es un apartado muy destacable. Independientemente de dispositivos como el Xbox Adaptative Controller, tenemos a un narrador, transcripción de texto a audio o ajuste de texto al tamaño que prefiramos, entre otros. Realmente no me hace falta ninguna de estas funciones, pero está claro que el poseerlas la convierte en un objetivo importante para aquellos que sí las necesitan.

xCloud

Mención aparte merece la app de Xbox para el móvil. Durante la instalación de la Xbox Series X la descargué y pasa a convertirse en una herramienta muy válida. El control remoto de la consola me permite desaparecer un rato de delante de la pantalla, comprobar si un juego se ha instalado y apagarla a distancia. Aunque la verdadera explosión en mi cabeza ha sido probar xCloud, uno de los avances más interesantes de los últimos años. Ninguna latencia, toda la experiencia y tremendamente fluido. Explorar Game Pass, administrar la biblioteca y muchas otras opciones me han convencido para que permanezca en mi móvil.

La comodidad al alcance de la mano

Seguramente con este último salto de generación se esté perdiendo en gran medida ese factor tan relevante hace años como era la diferencia gráfica. Jamás he quedado más asombrado de lo que me pareció jugar por primera vez a Uncharted 2 o a Dead Space; aquello era un salto, pero con pértiga. El enfoque para los próximos años se centrará principalmente en otros aspectos, como una mayor densidad de los mundos o cargas instantáneas.

Una calidad de vida mayor y mejor para la experiencia de juego. Aún conociendo las bondades del Quick Resume, no ha impedido que me sorprendiese que, tras haber apagado la consola y encendido al día siguiente, la partida de Golf With Your Friends siguiese activa. Es un pequeño momentazo que disfrutaré más de una vez.

Uno de los puntos de conflicto era el mando. No es que no me gustase, pero existía un debate interno sobre si sería capaz de acostumbrarme. Debate cerrado: ligero, cómodo y con unos adecuados grips que he colocado en los jostycks convenientemente. Las sensaciones de agarre por la parte trasera son muy buenas, no tanto el hecho de que haya que cargarlo a base de pilas. Sí, he pensado en una batería, aunque por ahora me mantendré con las amigas alcalinas. El tiempo dirá cada cuánto tengo que recurrir a una nueva remesa de ellas.

Xbox Series X

Sin ninguna discusión, lo más engorroso hasta el momento ha sido la interfaz de Xbox Series X. No me ha resultado especialmente intuitiva, con demasiados iconos en pantalla, si bien en el primer nivel sí que todo resulta más limpio. Es al descender a otros apartados cuando no comprendo la decisión de crear recuadros con incentivos de reserva o títulos en tendencia en Xbox. Todo ello debería permanecer en la Microsoft Store, la cual sí que me ha resultado agradable. Con todo, se avecina una recomposición personal de la interfaz en el futuro.

Suma puntos el hecho de que sea silenciosa, sin ninguna estridencia. El mayor ruido que sale de ella es el sonido de encendido y luce perfecta en vertical, ocupando poco espacio. Puede que a lo largo de todo el post hayáis notado que estoy contento con mi Xbox Series X y no puedo negarlo. Ha llevado años, pero Microsoft finalmente ha dado los pasos necesarios para acercarse hasta mí. Para muchos estaré diciendo obviedades o resaltando hecho más que familiares para ellos. En mi caso, estoy descubriendo una relación que espero que se mantenga en el tiempo.