Hay algo en la televisión culinaria absolutamente fascinante. Y parte de que hoy el género «cocina» genere tanto seguimiento se lo debemos a Julia Child, que con su programa se convirtió en el primer icono de este tipo de programas. Algo que podemos ver en ‘Julia’, la serie biográfica que ha estrenado HBO Max..
Protagonizada por Sarah Lancashire como el personaje titular, la ficción de Daniel Goldfarb arranca presentando claramente y de forma muy directa el mundo en el que nos metemos en un retrato que, digamos, se nota que el creador se ha nutrido en la escuela de ‘La maravillosa Sra. Maisel‘. Esta circunstancia hace que se entiendan muchas decisiones creativas.
Por un lado, el buen pulso. Sin perder el rumbo de lo que se quiere contar. El centro de la historia es esta mujer «de gente bien» formada en Le Cordon Bleu y que acaba de publicar un libro de cocina francesa. La primera semilla de algo que la llevará a millones de hogares cada semana.
Un biopic entre fogones
Sin «tiempo», y diría que sin interés, en ahondar en el pasado de Julia Child, el guion nos lleva de inmediato a la odisea por lograr hacer un programa de televisión pública. Todo un reto en un momento en el que los ejecutivos y productores entendían esto como un lugar de cultura, sociedad, economía y refinamiento.
Así, la serie va bastante al meollo de la cuestión y tratando con los temas ya clásicos de las ficciones de época, estructurando cada episodio sobre una de las entregas del programa real (que duró diez años). Sobre todo de las que tienen una protagonista femenina: el sexismo, el feminismo, las dinámicas de poder y cómo estas se resisten al cambio, el clasicismo y choque generacional, etc.
Es cierto que al ser temas bastante manidos, a veces al guion le cuesta el desarrollarlos bien. Se intuye un poco de brocha gorda en la panorámica y, a ratos, no termina de funcionar bien cuando más «social» se pone. Cuando sí que logra brillar la serie es en esos momentos de televisión y sus circunstancias.
Lancashire está estupenda a todas luces, a pesar de que hay ratos en los que parece rozar la caricatura. Por otro lado, David Hyde Pearce sirve como contrapunto perfecto en su rol como amante marido que no tiene demasiado claro cómo ayudar o cuál es su papel ante la aventura que va a iniciar su mujer.
Quizás la mayor baza de la serie es, extrañamente, se humildad. Una falta de ambición que, lejos de perjudicarla, hace que sea una ficción cuyos errores son perdonados por la afabilidad y encanto que desprende. Por usar símiles culinarios y, sin ser deliciosa, ‘Julia’ desde luego es gustosa.