joan-collins-cuenta-su-historia:-violada-por-su-primer-marido-y-tratada-de-prostituta-y-de-perra

“No soy una chica mala”, dijo Joan Collins, recostada en un sofá blanco. “Era una chica muy inocente. Pero tenía el pelo oscuro y los ojos verdes, y supongo que decían que ardía“.

Esto ocurría en una tarde californiana, bañada por el sol, en su departamento, que forma parte de un lujoso edificio a las afueras de Beverly Hills. Joan Collins, una actriz cuya carrera ha oscilado entre lo sublime (La tierra de los faraones), lo ridículo (El imperio de las hormigas) y lo sublimemente ridículo (Dinastía), llevaba pantalones blancos, una blusa color aguamarina y zapatilla blancas.

Un diamante rosa del tamaño de una frutilla pesaba en uno de sus dedos; el cabello alborotado. ¿Cuántas cebras sintéticas murieron por esos almohadones? ¿Y ese puf? Muchas.

En cuanto al calor, bueno, hacía 29 grados afuera.


Joan Collins, en la fiesta de Vanity Fair, luego de los Oscar 2022. Foto Patrick T. Fallon / AFP

Repaso por la vida de una diva

Collins, de 88 años, me invitó a su casa, me ofreció café, agua y un surtido de galletas de lujo, para hablar de This Is Joan Collins (Esta es Joan Collins), un documental que se emitió en la BBC el día de Año Nuevo y que llegó a BritBox, la plataforma británica competidora de Netflix.

¿Qué significó hacer un repaso de su vida para el proyecto? “No soy muy analítica”, dijo lánguidamente. “Simplemente lo hago. Simplemente me pongo a hacerlo”.

Para la película, Collins dio acceso a sus archivos y películas caseras a los productores. Por lo demás, descarta su contribución. “Dije: ‘No pongan demasiados desnudos’“. Pero ella narra la película con gran parte de lo que dice adaptado de sus memorias.

“Aquí estoy”, ronronea en los primeros momentos, “después de siete décadas en el negocio, para contarles un par de cosas sobre cómo sobrevivir a los peligros de la profesión y lo que realmente se siente al conseguir lo que uno quiere”.


Joan Collins en “Dinastía”. Su último gran papel.

Una niñez en plena guerra

Joan Collins nació en Londres, en 1933, hija mayor de una profesora de danza y un agente de talentos. De niña, vivió el Blitz de Londres -los bombardeos, las evacuaciones, los desarraigos-, lo que la hizo impaciente ante lo que percibe como lamentaciones.

“Tengo que decir que cada vez que leo sobre un actor hoy en día, todos han sufrido abusos o han tenido una infancia terrible”, dijo. “Yo tuve una gran infancia, aparte de la guerra”.

A los 17 años, firmó con un estudio cinematográfico británico. No cree que fuera glamorosa. No entonces. Pero la prensa no estaba de acuerdo, y recuerda algunos de los apodos que le pusieron: la chica mala de Gran Bretaña, la prostituta de los cafés, el tórrido equipaje. La encasillaron en ese sentido.

Al principio, le molestaba, dijo, “luego me encogí de hombros y seguí adelante”.

A los 21 años, la Fox la contrató y se fue a California. Se había separado de su primer marido, Maxwell Reed, un actor que la había violado en su primera cita. Como escribió en sus primeras memorias, Pasado Imperfecto: una autobiografía, y que reitera en el documental, la mayoría de los hombres que conoció en el negocio eran depredadores.

Recuerda que la persiguieron en una casa de Palm Springs y que la intentaron seducir en un auto. Luego dejó de recordar. “Son todos recuerdos desagradables que no deseo revivir”, dijo. “Sucedió. Les pasaba a las chicas todo el tiempo”.

¿Cómo sobrevivió a eso? Se encogió de hombros y siguió adelante. “Muchas veces me reía en sus caras”, dice.

La mala reputación

En estos primeros años, adquirió una reputación de promiscuidad, que no era del todo merecida, aunque se convirtió en parte de su fama. (Una subasta de 2015 de sus pertenencias incluía no sólo cartas de amor, sino también el respaldo de su cama).


Joan Collins nunca se preocupó por el qué dirán: “Encogí los hombros y seguí”, dice.

“Sí tuve muchos novios, pero de forma secuencial”, dijo. “Y me acostaba con algunos de ellos. No al mismo tiempo. Creo que me adelanté a mi tiempo, porque las mujeres no hacían eso”.

A los 30 años, se casó con el actor y compositor Anthony Newley y tuvo dos hijos.

Cuando su relación con Newley terminó, se casó con el ejecutivo musical Ron Kass y tuvo una hija.

Más tarde, hubo un cuarto matrimonio, con el cantante sueco Peter Holm. (“El único que no entendí fue el sueco”, dijo. “Fue un error total”). Ahora vive con su quinto marido, el productor teatral Percy Gibson. Él fue quien trajo el agua y se llevó las galletitas.

Su salida de la industria y su difícil regreso

Dejó la industria después de casarse con Newley, y le costó volver. El documental incluye fragmentos de un punto especialmente bajo, la película de serie B de inversores inmobiliarios contra insectos mutantes El imperio de las hormigas (1977). ¿Cómo se enfrentó al material de mala calidad? “Lo haces lo mejor que puedes”, dice. “Te aprendes tus líneas, aciertas y pones manos a la obra”.


Joan Collins y su quinto marido, Percy Gibson. Foto Patrick T. Fallon / AFP

Sólo en contadas ocasiones pudo escapar del encasillamiento, pero también se encogió de hombros al contar una conversación que tuvo con el actor John Gielgud, en la que éste le dijo que, como nunca podía escapar de su físico, nunca podría interpretar a una mujer fea. “Eso fue cierto durante algunos años”.

Cree que la buena apariencia puede ser un factor disuasivo a la hora de conseguir papeles de calidad: “De lo que se dan cuenta las jóvenes actrices de hoy en día, por lo que la mayoría trata de parecer lo más normal posible”.

A finales de la década de los ´70, reapareció con dos películas de género suave –El semental y La perra– adaptadas de novelas de su hermana Jackie Collins. Esta exposición la llevó a su papel más famoso, Alexis en la telenovela nocturna de Aaron Spelling, Dinastía.

A pesar de las conocidas luchas en el estudio y de la mezquina reacción de los productores a sus demandas de igualdad salarial, sigue estando orgullosa de Dinastía.

Muchos de los recuerdos que aparecen en su departamento son de esa época. “Era glamorosa”, dice. “Se trataba de gente muy, muy rica, la mayoría de ellos lindos”. La comparó con el éxito actual de Succession, aunque comentó que en Succession llevan ropas más ordinarias.


Mucho para contar. Joan Collins, en un libro autobográfico.

Dinastía, el último gran papel

Dinastía terminó hace más de tres décadas. Joan Collins no ha tenido un gran papel desde entonces. Cree saber por qué. “Los directores de casting dicen: ‘No podemos usar a Joan Collins en este papel de perra, porque es demasiado obvio’. Y ‘Oh, no, no podemos tenerla en este otro papel. Sólo puede hacer de perra“.

Aun así, siguió adelante, describiendo su glamorosa vida en columnas para el semanario británico The Spectator, donde Boris Johnson fue su jefe alguna vez. “Alegre, muy divertido, gran bufón”, fue como lo describió, reconociendo que bufón era quizás la palabra equivocada.

“Nunca sacó una palabra de mis diarios”, añadió.

Collins no ha cambiado mucho. (Incluso su aspecto se ha alteró muy poco, aunque afirma haber probado el bótox sólo una vez: “Grité y abandoné la consulta”). Y tampoco está segura de que la industria del entretenimiento lo haya hecho.

“No tengo hombres que se me insinúen, así que no lo sé”, dice. “Pero creo que probablemente”. Aun así, a raíz del movimiento #MeToo, parecía preocupada sobre todo por los hombres.

“Tristemente, creo que ahora los hombres jóvenes están sufriendo por ser etiquetados como tóxicamente masculinos“, dijo, “debido a este aumento de la antimasculinidad”.

Y sin embargo, se identifica como feminista. “Creo que las mujeres son iguales a los hombres en todos los sentidos”, dijo. “Excepto en la fuerza física. La gente dice que no quemé el corpiño, que uso lápiz labial. ¿Y qué? Estoy muy orgullosa de ser mujer”. Añadió que odia que le llamen actor (neutro para denominar a los actores en general), y prefiere actriz.


Joan Collins, John Forsythe y Linda Evans, protagonistas de Dinastía.

“¿Qué tiene de malo ser actriz?”, dijo. “¿Qué tiene de malo ser madre? ¿Qué tiene de malo ser mujer? ¿Chica? No me gusta que me quiten esa palabra”.

Esto fue alrededor de una hora después de la conversación, justo antes de que me invitaran a retirarme del departamento con la misma calidez con la que me habían recibido: había llegado un fotógrafo y Collins tenía que hacer un trabajo de limpieza. Pero antes tenía que preguntarle por la frase inicial del documental: ¿Qué se siente realmente al conseguir lo que quieres?

Se levanta cada mañana y da las gracias “a Dios o a quien sea”, dijo. “Quiero decir que tengo mucha suerte”.

Luego añadió, con algo que podría haber sido un guiño, “Pero a veces uno se crea su propia suerte, ¿no?”.

Fuente: The New York Times

Traducción: Patricia Sar

WD

TEMAS QUE APARECEN EN ESTA NOTA

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here