Desde realidades completamente opuestas, pero no exentas de polémica, Cannes estrena a competición los nuevos trabajos del ruso Kiril Serebrennikov y el sueco Tarik Saleh.

El primero, retrata desde su mirada de creador contemporáneo la historia de luces y sombras de uno de los orgullos nacionales, el compositor romántico Pyotr Tchaikowsky, mientras que el segundo se adentra en los puntos más oscuros de los entresijos del Estado en un thriller trepidante con un trasfondo religioso como poderosa forma política.


‘Tchaikowsky’s Wife’ (Kiril Serebrennikov)

El cineasta ruso Kiril Serebrennikov Vuelve a desfilar por la Croisette después de que el año pasado presentara ‘Petrov’s Flu’ a través de una videollamada, debido al arresto domiciliario que los rumores achacaron a desavenencias con el gobierno ruso. A pesar de las duras acusaciones al Festival de Cannes por esta polémica programación, el ruso compite de nuevo con un biopic musical, aunque en esta ocasión histórico, con el que rompe los cánones de un género en el que parecía que ya estaba todo escrito.

El director del hipnótico musical punk ‘Leto‘ devuelve los mejores rasgos de aquella para reformular la estructura formal de ésta con una fascinante puesta en escena que se apoya tanto en la palabra como con lo que no se dice. Una propuesta imaginativa con cámaras que siguen a personajes que rompen la cuarta pared, ensoñaciones inesperadas y un gran sentido del ritmo que confirman el talento estilístico del cineasta y deconstruyen magistralmente el encorsetamiento tradicional de los grandes dramas históricos.

Lástima de un punto de vista problemático que entrega un mensaje que resuena contradictorio e incómodo. Partiendo de la premisa por la que Tchaikowsky se habría casado, no por su propio interés de cubrir las apariencias, sino por insistencia y coacción de Antonina Miliukova, que según la película se agarrará a su estatus de “mujer de” hasta el final de sus días, ‘Tchaikowsky’s Wife’ entrega en primera persona el retrato de una mujer manipuladora y obsesiva a la vez que sufridora y mártir por voluntad propia.

‘Boy from Heaven’ (Tarik Saleh)

Tras la muerte del Gran Imán egipcio, los académicos de la más prestigiosa universidad de El Cairo se disponen a elegir a su sucesor de entre los tres candidatos más populares, que se debaten entre diferentes postulados y aproximaciones a la religión como vehículo del poder del Estado. La aparente votación democrática desatará una lucha encarnizada por el poder cuando el asistente de uno de los candidatos aparece muerto en el patio de la institución religiosa.

Un potente detonante que desembocará en una guerra interna que arrastrará a un inocente estudiante de primer curso (gran papel de Tawfeek Barhom), atrapado en una red de peligrosos intereses y mentiras, que no deja a nadie libre de culpa, desde los propios estudiantes hasta las autoridades religiosas y el gobierno.

El cineasta sueco de origen egipcio, Tarik Saleh (‘El Cairo Confidencial’), no deja títere con cabeza en esta historia dura de corrupción política y del alma que destapa lo peor de las cloacas del Estado y la autoridad religiosa que predica con su supuesta ejemplaridad moral, para luego retorcerla con tal de justificar sus propias bajezas éticas.

Boy From Heaven

Un trepidante thriller por las calles de un Cairo local y alejado de las miradas de los turistas que cuenta con una buena dosis de giros en todas direcciones y no pierde el interés, aunque su tramo central resulte algo ligero y superficial en comparación con su potente arranque dramático.

Con un estilo que bebe de los códigos de Hollywood, Tarik Saleh introduce en la ecuación un potente componente dialéctico que aporta debate y reflexión sobre el poder de la palabra como forma de control, introducido por portentosas interpretaciones como la del imponente actor egipcio Fares Fares. De lo más interesante en los primeros días de competición oficial.