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Elena Roger esta poseída. En verdad, sigue poseída por Edith Piaf desde que interpretó por primera vez al Gorrión de París, primero en Londres, y luego aquí, en 2009 y en el mismo Teatro Liceo que reabrió este martes 26 de julio, al cumplirse el 150º aniversario de la sala teatral más antigua de Buenos Aires.

Vulgar, hambrienta, sincera, pasional, nada egoísta. Caliente. Así es la Piaf que recorre por las venas de Roger, que se le hinchan cuando entona Non, je ne regrette rien o La vie en rose. La tiene como pegada más que tatuada en la piel.

Es que hablar de Piaf es hablar de Elena. Todavía resulta increíble que con su pequeño físico pueda aguantar el desgaste -por no decir sacrificio- que le demanda su tremenda performance en escena. La potencia de su voz, hasta cuando susurra, la entonación cayenguera, aunque no cante tango. La interpretación, que debería escribir con mayúsculas. La presencia.


Elena Roger vuelve a ser Edith Piaf, en la misma sala donde ya la encarnó en 2009. Fotos Alejandro Palacios

Aquí es cuando la palabra magnífica le queda chica.

Cómo decir, ni siquiera pensar que esta Elena es más madura que aquélla que vimos consagrarse y entregarse como Piaf hace trece años, si lo hace con la misma solvencia, el mismo fuego e iguales excelentes condiciones vocales. Elena es Piaf, y resulta difícil imaginar a Piaf sin pensar en Elena.


El mismo fuego. Elena es Piaf, y hablar de Piaf es hablar de Elena.

La puesta es casi idéntica a la que Adrián Suar había producido en 2009. El director repositor es Edgardo Millán, y Jamie Lloyd, que dirigió la obra escrita por Pam Gems en Londres y en Buenos Aires, también vino a supervisarla.

No hay muchos elementos de escenografía que destaquen, más que un micrófono de pie, una silla de ruedas y algún que otro elemento, porque la sensación de los espacios está lograda con efectos de luces. La iluminación, con lámparas blancas, amarillas, suaves o potentes, logran un efecto embriagador siempre, en cada una de las escenas.


Uno de los momentos impactantes visualmente: cuando Piaf conoce a Marcel Cerdan, una de sus tantas parejas.

Y si recordábamos especialmente la del ring, cuando Edith conoce combatiendo a Marcel Cerdan, “El Bombardero marroquí”, parece increíble que sintamos el mismo cosquilleo por los brazos, erizando la piel.

Es que la sensación, hace trece años y hoy, es que estamos viendo un espectáculo mayúsculo. Que así se ve en Broadway o en el West End londinense.


Vulgar, hambrienta, sincera, pasional: así es Piaf.

Piaf cuenta la vida de la cantante, desde que entonaba con su vozarrón en las calles, su paso por distintos escenarios parisinos, su participación en la Resistencia con la llegada del nazismo, sus actuaciones en Nueva York, hasta su muerte. Tuvo maridos, muchos más amantes y una hija que murió a los dos años, de la que no pudo despedirse.

En ese enorme arco de tiempo, en todas las escenas, está Elena Roger. Siempre. No descansa. Si no la vemos, atrapados e hipnotizados, la buscamos por los costados del escenario para verla regresar. Si sale, desaparece de escena, es para entrar de inmediato por un cambio de caracterización, cuando esto no lo hace directamente ante el público.


La iluminación es un eje fundamental en la puesta de Jamie Lloyd, que fue asistente de “Evita” cuando Roger la interpretó en Londres.

La sala del Liceo mantiene las mesitas con sillas y veladores de la época de Cabaret (el teatro cerró el 15 de marzo de 2020) y 28 meses después vuelve a recibir su público, igualmente remodelado. Pero no cambió la platea, que heredó de la puesta original del Cabaret de los viejos años, por ejemplo, del Studio 54 en pleno Broadway.


El tamaño del escenario del Liceo es ideal para la obra.

Y es, probablemente, un espacio escénico, por sus dimensiones ideal para esta obra y el desempeño y la realización de Elena Roger.

Y así como ella se entrega allí arriba del escenario, nosotros -todos- nos rendimos en un aplauso final interminable.

“Piaf”

Excelente

Drama musical. Autor: Pam Gems. Dirección: Jamie Lloyd. Con: Elena Roger, Julia Calvo, Rodrigo Pedreira, Natalia Cociuffo, Diego Jaraz, Iván Espeche. Sala: Liceo. Entradas de $1.000 (tertulia joven, hasta menores de 25 años) a $6.500.

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