La película El gerente, con dirección de Ariel Winograd (Mamá se fue de viaje, Cara de queso) y con protagónico de Leonardo Sbaraglia, es una nueva reunión entre el actor y director, y otra vez apelando a la comedia, en este caso, con fiebre mundalista. Luego pasará a la plataforma Paramount+, siempre con el guión de Patricio Vega, quien se basó en el libro El gerente de Noblex de María José Acosta, basada en hechos reales que tuvieron como eje la promoción creada por Gastón Bigio y Marcelo Romeo. El elenco se completa con las actuaciones de Carla Peterson, Luis Luque, Cecilia Dopazo, Valentín Wein, Marina Bellati, Mónica Raiola, Agus “Papryka” Suásquita, Ignacio Saralegui, entre otros. Sbaraglia en este 2022 acaba de ganar el Premio Sur como Mejor Actor Protagónico por su actuación en Errante corazón de Leonardo Brzezicki.

—¿Cuál fue el proceso de El gerente? ¿La filmaste en el mismo año de Hoy se arregla el mundo?

—Esta película la firmamos en abril de este año. Con Ariel Winograd había hecho Hoy se arregla el mundo justo antes de la pandemia. Este proyecto por la coyuntura del mundial se armó bastante rápido. (N.d.R: La acción ocurre antes el Mundial en Rusia, año 2018). La terminamos en abril y ahora la estrenamos. Tuve la posibilidad de hablar con Marcelo (Romeo), quien fue el verdadero gerente de esta historia, aunque es la conjunción de muchos personajes. Las campañas de marketing son el resultado de un equipo, pero quien puso la cara fue él. En este caso, mi protagonista es Álvaro, pero es una excusa para mostrar a un hombre que había perdido las riendas de su vida, que se había resignado con sus relaciones con su ex mujer y con su hijo e incluso con su trabajo. Lo más interesante de la película es ver a alguien que aprovecha la última bala.  La vida de pronto le da una segunda oportunidad y empieza tomar partido y riesgos.

—¿Cómo lo armaste desde lo exterior a este protagonista?

—Lo fuimos construyendo. La idea fue crear un personaje que fuese un tipo gris, vencido, anodino. Lo buscamos con el director y con la gente de efectos. Me abrieron el pelo, me dejé el bigote y engordé un poco. Algunos elementos me ayudaron a que hoy me veo y parezco diez años más. Cada vez más me gusta componer. Como actor siento que quiero tomar riesgos. Tengo la enorme fortuna de contar con alternativas laborales para poder hacerlo. Como fue el caso también de Errante corazón, que me sigue dando satisfacciones. 

—Las dos películas que estrenaste este año están signadas por el humor: ¿fue una casualidad?

—Es un poco casualidad. Creo que el encuentro con Winograd tiene que ver, ya que él maneja las comedias dramáticas, con matices emotivos y profundos. A mí me encanta. Me fue tocando ser un actor más dramático o intenso, pero la comedia me encanta y tiene más que ver conmigo. Soy una persona con mucho humor y también lo hay en mi vida. A veces es difícil encontrar un buen guión en las comedias, desgraciadamente está más asociado con lo frívolo. Quizás no sea políticamente correcto citar a Woody Allen, pero siento que a nivel cinematográfico es un genio. Sus películas demuestran una hondura incluso en ese tono supuestamente liviano, él muestra las contradicciones humanas. A mí lo que más me conmovió del guión y a lo largo del rodaje de El gerente fue cómo se me hizo presente mi abuelo paterno, Luis. Siempre sentí que su historia necesitaba una revisión, creo que quedó opacado. En esta filmación conviví con su espíritu, me sentí acompañado y fue como darle otra oportunidad a aquel recuerdo.  

—¿En esta relación de tu gerente con su hijo adolescente apareció tu propia hija Julia?

—Ella siempre se me aparece. Sobre todo en aquellos personajes donde la paternidad está en juego, también me pasó en Errante corazón, otra relación entre padre e hija o en Hoy se arregla el mundo. Esos vínculos que me tocan actuar en el cine, iluminan y reflexionan sobre la propia relación mía con mi hija. 

—¿Cómo ves la relación entre el cine y las plataformas?

—Hoy son una fuente de trabajo. Todo lo que hice este año fue con las plataformas, ya que en estos momentos financian al cine. Creo que es la posibilidad y una realidad. Es un fenómeno muy nuevo. Tenemos un Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) muy importante a pesar de todo. Ahora estamos esperando la resolución de la Cámara de Senadores para postergar los subsidios por cincuenta años. Hay mucha confusión. El dinero sale de un impuesto a las entradas, más lo que se les cobra a las empresas por el uso de la señal. La cultura me parece que es uno de los valores más importantes de nuestro país. Debemos sentir orgullo por su diversidad, experimentación y calidad que tenemos en ese ámbito. 

—¿Habrá más estrenos para este año?

—Estoy filmando algo en México, que no puedo hablar y que terminaré en noviembre. Tendré una participación especial en la próxima película de Benjamín Naishtat y María Alche, con el protagónico de Marcelo Subiotto, actor al que admiro mucho. Se llamará Puán, gira al rededor del mundo de la filosofía, e interpretaré a un profesor. También tengo otro proyecto para una serie junto a Ariel Winograd. Por ahora todas las propuestas serán para filmar aquí, en Argentina. 

—Debutaste en el cine con La noche de los lápices (1986), un año antes se había estrenado La historia oficial y ahora se estrenó Argentina 1985. ¿Crees que sabemos ficcionar sobre nuestro pasado?

—Insisto que Argentina 1985 es una película necesaria, dicen que la pasarán en las escuelas. Fueron documentos, a mí me llamaban en ese momento para dar charlas en los colegios. Esto es propio de nuestra cultura, nos hacemos cargos de nuestras heridas e historias. Aunque hay una parte de nuestra sociedad que quiere tapar. Pasa en España con la Guerra Civil, Pedro Almodóvar hizo un documental titulado El silencio de otros y también hace referencia a este tema en su última película, Madres paralelas. Nosotros nos hacemos cargo de muchas cosas de nuestra historia, aquí creo que somos mayoría, seguir revisando la historia para no repetirla, como dijeron: “Nunca más”. 

—Estuviste en España, más recientemente en México. ¿Qué dicen de nuestro país?

—En principio, las noticias que llegan afuera se leen muy dramáticamente, por ejemplo la inflación. También el atentado a la vicepresidenta fue muy fuerte adentro y afuera del país. Somos muy admirados por nuestra cultura y artistas. Lo otro dependerá del corresponsal que nos toque. Obviamente Bolsonaro no tiene buena relación con Argentina. Muchas veces las opiniones dependen de los medios y de los intereses que hay detrás. Sigo teniendo muchísima esperanza en Argentina, a la que sigo eligiendo para vivir. Es mi identidad y estoy muy orgulloso. Entiendo que es un país difícil (Se ríe).

“Quizás dentro de diez años me atreva”

Cuando se le pregunta por el teatro, Leonardo Sbaraglia subraya: “Cada vez que tengo unos días volvemos al escenario con El territorio del poder, nuestro ámbito es Hasta Trilce, haremos funciones también en diciembre. Le hablo a la gente y rompo la cuarta pared. El hecho teatral me sigue resultando mágico y sagrado. Se abre una energía maravillosa y ritual. Aprendo mucho con este espectáculo y este grupo. La dirección musical es de Fernando Tarrés, también están: María Heinen, Lucía Genout, Jero Carmona, Richard Nant, Damián Bolotín, Valentín Garvie, Pablo Fenoglio y Carto Brandán”.

“Siempre me tantean para los reality. – Confiesa- Incluso me llamaron para hacer Quién es la máscara. A veces es cuestión de animarse, hasta ahora no se me presentó como algo posible. Por lo general, tienen una delgada línea roja entre la ficción y tu propia persona. En mis cuarenta años de carrera, siempre quise tener un perfil profesional y puse en la balanza las ficciones. Puedo jugar en un reportaje, pero de ahí a integrar un programa lo veo complicado. Se necesita rating, discusiones y funcionan con tu propia persona, y prefiero no pisar esa línea”.

Con respecto a la dirección subraya: “Admiro a mis colegas actores que se han puesto a filmar como hace muy poco lo hizo Julio Chávez, con Cuando la miro, Fernán Miras con El peso de la ley, Juan Minujín con Vaquero, o la ópera prima de Dolores Fonzi. Pienso que es posible. Por ahora mi energía está puesta en la actuación, con proyectos que me entusiasman. Pero estoy tejiendo puentes, caminos y quizás dentro de diez años me atreva.”

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