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Transcurre a fines de la Primera Guerra Mundial y es la versión alemana del clásico de Hollywood, que obtuvo el Oscar a la mejor película.

¿Qué es un soldado sin una guerra? Lo dice un general, alemán, y resume en buena parte el sentido de esta Sin novedad en el frente, que es más que una remake de la película de 1930, ganadora del Oscar. Y que seguramente alcance una nominación al Oscar al mejor filme internacional, en el rubro donde Argentina, 1985, también pugna por un lugar.

El alemán Erich Maria Remarque escribió Western Front en 1928, o sea una década después de la finalización de la Primera Guerra Mundial. El filme hollywoodense se hizo casi de inmediato. Y ahora Edward Berger más que rever la película de Lewis Milestone va directo al material de origen, lo cambia, sí, pero la película es tan desgarradora y visceral como cualquiera del género bélico realizada en los últimos años.

Suele decirse que resulta difícil que una película bélica sea antibélica, por más que lo que deseen sus realizadores sea eso. Pasó con Coppola y Apocalypse Now, con Oliver Stone y Pelotón. Sin novedad en el frente, que muestra otra cara de la Primera Guerra Mundial, como hacía 1917, de Sam Mendes, ratifica el anhelo.




La película, que dura casi dos horas y media, no ahorra horrores en combate. Fotos Netflix

Sanguinaria, mostrando la mutilación, las heridas y el horror de los soldados, la desesperación, y también la solidaridad. Lo que hace el realizador es una suerte de parábola. Por un lado, ilustra cómo las guerras se repiten, y en particular en esta película, donde lo que Alemania deseaba era expandirse sobre Francia, y el título (Sin novedad en el frente) es precisamente eso: que en el frente no se ha avanzado más que unos pocos meros.

El protagonista es Paul (impecable interpretación de Felix Kammerer), un soldado que es enviado a combatir, con la ropa de otro. La película arranca con una fuerte imagen de varios soldados acribillados, y un joven soldado (Heinrich) que camina por ahí, muere. Es su ropa, la que termina en una masa sangrienta, embolsada la que lavada es reutilizada por Paul.




Paul (un siempre convincente Felix Kammerer), en medio de las trincheras.

Paul es casi tan joven como Henrich. El y sus compañeros del colegio están entusiasmados en marchar sobre París, cuando, en el tercer año de la guerra, es enlistado y enviado al frente de batalla.

Compañeros de armas

La película seguirá a Paul y a sus compañeros de armas, y no ahorrará -jamás- una gota de sangre, una víscera, un brazo o pierna mutilada.




Paul recibe la ropa de otro soldado, que había muerto en la guerra. El no lo sabe, y es como una parábola del filme.

Los soldados irán de trinchera en trinchera infestadas de ratas, con el barro y el agua en los pies, temiendo que un superior les grite que deban avanzar y, a campo descubierto, atacar frente a la artillería francesa.

De a poco, Paul trabará relación con un soldado mayor que él, Kat (Albrecht Schuch), que es de otra clase social (Kat no sabe leer), que perdió a su hijito y que ansía regresar con su esposa. El vínculo es fuerte entre ellos, vayan o no a robar algún animal de un corral en Champagne de un campesino francés.

Hay un personaje, el político liberal Erzberger (Daniel Brühl) que intenta lograr un armisticio, una paz así no se siguen sumando los cadáveres, pero por otra parte y del mismo lado alemán, está el general Friedrich (Devid Striesow), el de la frase del comienzo, que no entiende otras razones que las suyas, y envía a más tropas a una muerte más que probable.

“Sin novedad en el frente”

Muy buena

Bélica/Drama. Alemania, 2022. Título original: “Im Westen nichts Neues”. 148’, SAM 16. De: Edward Berger. Con: Felix Kammerer, Albrecht Schuch, Daniel Brühl, Aaron Hilmer. Disponible en: Netflix.

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