La agilidad con la que afronta Clint Eastwood los rodajes, especialmente de un tiempo a esta parte, ha amplificado la austeridad visual que ha caracterizado muchas veces su cine como director. Es por ello que puede dejar una sensación de simpleza o de descuido en sus películas recientes, dejando en cierto modo pasar algunas joyas fabulosas que ha ido dejando en los últimos años.
Cierto que películas como ‘Cry Macho‘ han sufrido bastante por este proceso acelerado, pero no dejan de relucir grandes momentos dramáticos donde exhibe ese músculo fordiano que nunca deja de estar ahí. De todos modos, no deja de ser una versión menor de la gran película que realizó previamente y es uno de sus éxitos más notables que menos se han comentado. Se trata de ‘Mula‘.
Todo esto para qué
La película hace uno de sus habituales paseos por el streaming, incorporándose al catálogo de Netflix. Una oportunidad perfecta para disfrutar de una de las mejores películas que ha realizado en la última década, empleando el género de la road movie para hacer una historia de antihéroe crepuscular hábilmente desmontado y deconstruido.
Eastwood regresa ante las cámaras para contar la historia real de un horticultor octogenario que se encuentra en una situación precaria en lo financiero. Para poder sostenerse, no perder sus propiedades y poder dar un apoyo económico a su nieta, se mete a traficante de drogas para un cártel mexicano. Su apariencia de viejo dócil e inocente le ayuda a conducir kilos de cocaína a lo largo del país sin mayor esfuerzo.
Sin embargo, y aunque sea una conclusión facilona, el dinero no le va a dar la felicidad y el amor de su familia. A pesar del toque de thriller (con un poco de aroma sutil de western moderno) que tiene la tensión con el cártel y la búsqueda que realiza la DEA con el personaje de Bradley Cooper, el verdadero conflicto en el corazón de ‘Mula’ está con una familia a la que ha descuidado y fallado durante años.
‘Mula’: Eastwood al desnudo
Sin muchos aspavientos, Eastwood hace un drama exquisito que se siente muy personal, introduciendo a su propia hija en el reparto para acentuar la deconstrucción tanto del cowboy como de sí mismo. El héroe complicado y obsesionado con el trabajo queda aquí más desnudado que nunca en su cine, haciendo reflexiones profundas sobre qué supone realmente ser un héroe y para quién.
El valor de tiempo que se pasa con la gente que importa, la intrascendencia del legado. Eastwood se expone a lo grande en una película deliberadamente pequeña, que mantiene las grandes virtudes desde la austeridad y hasta sorprende con un humor algo casposo que aquí se siente tierno. Probablemente porque tenemos a un autor en uno de sus mayores puntos de sinceridad, y eso engrandece esta imperfecta película crepuscular.