Jacques Bedel está feliz. A horas de inaugurar su nueva muestra Rapsodias, en el Museo Nacional de Bellas Artes de Santiago de Chile, revela que esta “asombrado por la eficiencia, la perfección y la profesionalidad” del equipo que trabaja allí. “La tecnología, la iluminación es perfecta, la sala. Una de las mejores exposiciones de mis trabajos«, continúa la seguidilla de elogios al staff del espacio insignia de Chile.
Sorprender a Bedel, artista con más de 50 años de trayectoria, no es fácil. Lo conseguimos por teléfono y conversamos largo. Desde la enorme sala que le destinaron en el museo –“tiene como una hectárea de tamaño”–, habla por teléfono con Cultura mientras ultima detalles de la muestra. Cuenta con la curaduría de Gabriel Palumbo y Florencia Baranger.
Aunque acaba de inaugurar, la historia de Bedel y el museo tiene más de 40 años y puntos de contacto con las obras perdidas de Ernesto Deira, repatriadas el año pasado a la Argentina y que se pudieron ver durante la segunda mitad de 2022 en el Museo de Bellas Artes en Buenos Aires.
En 1973 Bedel, quien además es un arquitecto eminente, formaba parte del CAYC. Jorge Glusberg, impulsor del grupo, había acordado llevar a Santiago de la muestra «Hacia un perfil del arte latinoamericano», compuesta por copias heliográficas de los artistas que conformaban el colectivo.
El golpe de estado de Augusto Pinochet truncó la muestra, pero las obras habían llegado a viajar hacia la capital chilena y quedaron olvidadas en un depósito hasta hace poco, cuando fueron descubiertas. «La exposición olvidada y una lectura de cuatro artistas chilenos» se llamó la exhibición, que finalmente se concretó en 2022 tras el hallazgo.
“A raíz de eso apareció el director del museo, Fernando Pérez Oyarzún, y combinamos hacer esta exposición acá”, retoma el relato Bedel.
Cuatro series de obras
Rapsodias está compuesta por obras realizadas entre 2014 y 2022, divididas en cuatro series que encuentran puntos de común entre ellas. Fiel a la multiplicidad de formatos que maneja Bedel, la muestra incluye pinturas, fotografías y relieves en materiales no convencionales como el plástico laminado policarbonato; pero también pintura clásica, de óleo sobre tela.
“Para mí el formato es secundario; lo que importa es la idea, llevarla a cabo. Hoy depende mucho de los materiales que se consiguen en Argentina. A partir de una idea uno se adapta a lo que sea”, sostiene el artista, aunque reconoce que para llenar la amplia sala Museo Matta debió trasladar obras de 12 metros de largo.
En la muestra sobrevuela la idea de libertad. “El artista es el único libre de pensar y hacer lo que se le da la gana. Si no aprovecha eso, no es un artista como corresponde», reflexiona desde el otro lado de la cordillera.
La temática de la libertad se evidencia en obras como «Rapsodia del mar», un paisaje marino con efectos ópticos que surgen de las diferentes capas visuales que consigue el artista. Algo similar sucede en «La gran muralla», que abarca 15 metros de muro de la sala para mostrar una cadena montañosa que se confunde con la nubosidad del cielo, mientras por debajo el mar baña la base de los cerros. Las obras elegidas por Bedel responden también a una relación topográfica con el país que recibe la muestra, un gesto a su anfitrión.
A Bedel le fascina leer sobre los virus. Mucho antes de que el tema se instalara a partir de la pandemia de Covid-19, él ya los había hecho objeto de sus obras, que responden al canon más clásico: óleo sobre tela. “Yo hago los virus desde hace 25 años. Para mí es un ente absolutamente mágico, por eso es una idea persistente. No es un organismo, no es ser viviente, no se sabe si está vivo o muerto. No se sabe ni siquiera qué rol cumple en la creación», cuenta transmitiendo su fascinación.
Virus para leer
Para Palumbo, curador de la muestra y crítico de arte habitual de revista Ñ, estos virus pueden “leerse”. “La grafía denota un intento de comunicación, una serie de señales, una línea de puntos que es necesario unir para encontrar el sentido”, plantea en el texto curatorial. De acuerdo con Palumbo, la serie se vincula a la “persistente rebeldía frente a la simplificación”.
De la ciencia Bedel salta a la religión. La serie «Deus ex machina» retoma la histórica relación entre el arte y la religión. Hay juegos de luces y sombras proyectadas en el interior de los templos católicos, para así crear un ambiente brumoso con evocaciones a la historia del arte que oscilan entre las acuarelas de William Turner y los paisajes del romanticismo alemán.
«La idea es generar una contradicción, un clima violento en un lugar que es la antípoda de un espacio de recogimiento, sagrado, de introspección. Si de repente se abre la cúpula y aparece una tormenta y se inunda todo, generás un conflicto de situaciones que te remite a esta contradicción”, propone como una opción interpretativa; pero él prefiere que cada visitante genere su propia historia.
Por último, Bedel presenta la serie «Memoria de América», paneles de polietileno negro, grabados con diferentes técnicas, con escenas donde recupera símbolos del arte mexicano y los pone en diálogo con nuevas posibilidades tecnológicas. “Los símbolos los uso porque me gustan, me da enorme placer la estético de estos dibujos”, explica.
De acuerdo al curador, el artista está lejos de caer en la tentación de buscar un discurso poscolonial a partir de temas regionales, sino que su mirada es colaborativa y no oposicional. “A esta altura de la cosecha, no creo que exista el arte latinoamericano, ni el japonés ni nada por el estilo. Todo está globalizado por esta universalidad del artista”, lanzará Bedel con la seguridad de alguien con más de medio siglo de trabajo.
Rapsodias
Dónde: Museo Nacional de Bellas Artes de Chile, José Miguel de La Barra 650, Santiago de Chile.
Cuándo: De martes a domingo, de 10:00 a 17:30 horas. Hasta el 25 de abril.
Entrada: gratuita.