En episodios anteriores … Tras recibirme en paños menores, la hechicera Keira Mertz accedió a ayudarme a conseguir más información sobre el paradero de Ciri. Trató de aprovecharse de mí (sí, también en ese sentido) para conseguir las investigaciones de una peligrosa enfermedad. Finalmente, logré que entrase en razón: me dio las investigaciones y partió hacia Kaer Morhen.
Me dirijo a la casa del Conjugador en The Witcher 3: Wild Hunt para que me explique la procedencia del Talismán o Amuleto de la mujer del Barón Sanguinario que encontré en Percha del Cuervo. Me gustaría decirte que esta publicación va sobre eso… pero no. Entiendo a quienes le gusta esta misión, pero a mí me parece una mierda.
Te resumo: fui a hablar con el Conjugador y me hizo ir a buscar a su cabra perdida Princesa porque la necesita para hacer un ritual que revela la ubicación de la esposa e hija del Barón. Maté a varios lobos y a un oso por el camino porque la cabra es boba y tiene más déficit de atención que yo (¡QUE YA ES DECIR!). Se la entrego al Conjugador, hace el ritual (se pone como la niña del exorcista) y me dice lo que ya sabía: El Cenagal del Jorobado, las Moiras.
Entonces, ¿esta aventura va sobre El Cenagal del Jorobado y las Moiras? ¡No! Decido hacer un alto en esta aventura de locos y pongo rumbo a un lugar que estaba deseando visitar: la Fosa del Diablo.
Un brujo atormentado, una armadura olvidada y una misteriosa enfermedad
La Fosa del Diablo se encuentra al oeste de Oxenfurt o al noreste de Percha del Cuervo. A las afueras de la gran mina encuentro a Falar, Sacerdote del Fuego Eterno. Preparo mi espada, pues mi último encuentro con uno de estos sacerdotes terminó con un grupo de rufianes intentando matarme. ¡Pero esta vez no! Falar me insta a bajar las armas y a dialogar. Se activa la misión «A la Sombra del Fuego Eterno«.
Me cuenta que está en su primera misión como sacerdote y que necesita ayuda. Una peste o enfermedad extraña aqueja la mina abandonada. Durante siglos se ha usado como una prisión para personas enfermas o que padecían aflicciones mentales. «Un antro en el que morir«, añade Geralt muy acertadamente. Sin embargo, Falar tiene la teoría de que algo está provocando la enfermedad.
Falar me entrega la llave y entro en los exteriores de la mina. Soy recibido por bandidos que están saqueando el lugar. Entonces me doy cuenta de que la misión requiere nivel 15 y yo soy nivel 8. Me cuesta un poco derrotar a los bandidos, pero compenso mi falta de daño con el sangrado que provocan mis espadas.
Entro en la mina, saco la antorcha y comienzo a caminar hacia la oscuridad hasta que llego a una zona de madera con una mesa y una carta: Nota de Reinald. Advierte que los humanos enfermos de la mina se comportan de formas extrañas, como si estuviesen poseídos. Algunos tienen clavos en sus cuerpos mutilados. Un poco más adelante encuentro la primera carta de Reinald, que admite haberse contagiado pese a ser un Brujo, pues sufre fiebres y pérdidas de memoria.
Atravieso un portón de madera y una antorcha se enciende sola. Hay algo que domina esta mina. Junto a la antorcha hay un símbolo de la escuela del lobo tallado en la roca. ¡Esto es lo que vine a buscar! Decido continuar con la espada de plata desenvainada… pero me veo obligado a enfundarla para sacar la lámpara que me regaló Keira Mertz. Comienzo a ver los horrores de la mina.
Una voz misteriosa me insta a seguir bajando. Guardo la lámpara y vuelvo a desenvainar la espada de plata. Otras cartas de Reinald deja ver sus pérdidas de memoria. No sabe cuánto tiempo lleva en la mina y casi ha perdido la esperanza de salir. Empiezo a pensar que me he metido en un problema muy chungo. Continúo más alerta que nunca.
Encuentro al primer enfermo poseído: su cuerpo tiene cortes por todos lados, clavos en las extremidades y rezuma vapores rojos. No cabe duda que es una maldición, magia muy oscura. Desaparece tan rápido como apareció. Más adelante encuentro rastros de sangre, que me llevan hasta una estructura de madera y a una nueva carta: un sacerdote que vino a ayudar, se infectó y buscó una cura hasta el final.
No hay rastro de más infectados. Solo huesos y oscuridad. Encuentro otra carta de Reinald: siente algo dentro de él que trata de controlarle. Sabe que va a morir en esa mina. ¿Cuánto hace que se escribieron estas cartas?, ¿podré llegar a tiempo para salvar al brujo? Acelero un poco el paso y justo entonces comienzan a atacarme los infectados. Son nivel 14. A nivel 8, cada uno es un mini-jefe. Mi habilidad con la espada y la señal Quen me salvan la vida.
Tras acabar con los infectados, encuentro una nueva carta: hubo revueltas, asesinatos y torturas en la mina abandonada. De ahí los clavos en los cuerpos. Cerca encuentro otra carta de Reinald, que revela:
- Una receta para elaborar una poción que permite a un brujo ser inmune a la posesión.
- No es una peste, sino la posesión de un Miasma. La técnica para echar de un cuerpo lanzar sucesivamente Yrden + Aard.
- Su ubicación en lo más profundo de la mina. Nadie debe acercarse sin tomarse la poción.
Elaboro la poción, derroto a los últimos poseídos y llego a la sala final, la más profunda de la mina. Allí encuentro a Reinald, un brujo de la escuela del lobo, enclaustrado en una montaña de estalactitas y estalagmitas formadas en su mayoría por sal pura.
Reinald sigue vivo y decido liberarlo usando la señal Aard. Comienza a balbucear sobre la presencia de la Miasma y que casi ha tomado el control total de su cuerpo. Me pide la poción para echarla de su cuerpo. Decido poner a prueba a Reinald con un recuerdo de su pasado… pero no pasa la prueba. El Miasma ya ha tomado el control.
El brujo se revuelve y aparece por un momento para decirme que me tome la poción y acabe lo que empezó hace tanto tiempo. Ese último arrebato le cuesta todo, pues la Miasma termina de tomar el control. Me bebo la poción y el brujo poseído ataca.
Podría darte mil excusas de por qué no me acordé de usar Yrden + Aard, pero la realidad es que estaba tan emocionado por tener un combate contra otro brujo, aunque estuviese controlado, que me decanto una «pelea justa»: dificultad alta y 6 niveles por debajo. ¡Alentador! Solo utilizamos nuestras espadas y la señal Quen. No me resulta fácil, pero logro derrotarlo.
El Miasma Rojo decide abandonar el cuerpo del brujo derrotado y atacarme directamente. Tiene ataques cuerpo a cuerpo, lanza fuego e invoca a humanos infectados. Ignoro a los infectados y centro todo mi daño en mi objetivo. Esquivar, golpear, esquivar, rodar lejos de los infectados, golpear y esquivar. Está feo que lo diga, pero mi habilidad con la espada y la señal de Quen hacen que el combate no sea tan difícil. Y honestamente, cualquier cosa es un paseo después de Elden Ring.
Con el Miasma Rojo derrotado, el espectro de Reinald sale de su cuerpo y me agradece la ayuda. También me cuenta que la responsable de abandonar el lugar es la iglesia del Fuego Eterno. Finalmente, me regala los diagramas de su armadura, que eran un prototipo que deberían haber llevado todos los brujos de la escuela. Se trata de la armadura de Henry Cavill en la serie de Netflix de The Witcher.
Por último, llamo a Falar para contarle la verdad sobre el Fuego Eterno, una institución que solo busca el poder y que deja morir a sus seguidores más necesitados. Nada basado en hechos reales, ¿verdad? Falar tiene una crisis de fe y finalmente reniega del Fuego Eterno y decide utilizar la mina como un refugio para los necesitados.
Ya tengo lo que vine a buscar y he arrebatado un seguidor al Fuego Eterno de rebote. ¡Nada mal! Salgo de la mina, monto en Sardinilla y decido que es el momento de hacer una visita a las Moiras del Cenagal del Jorobado. Keira Mertz y el Conjurador han acabado con mi paciencia, así que no voy a andarme con chorradas con ellas. Rumbo al cenagal…