Los más agoreros (o esperanzados, según como se mire) creen que dentro de veinte años la creatividad humana se verá abocada a no existir. En su lugar, la inteligencia artificial será capaz de darnos series, películas, libros o videojuegos únicos y adaptados a cada persona que vayan en función de lo que queramos ver. Es más: que podrá modificarse para hacer nuestros anhelos más profundos realidad. Esto no es ciencia ficción ni se me ha ido la cabeza: es la realidad futura. Una que, como sociedad, debemos decidir si ha llegado para quedarse o será una nota al margen de la historia.

Una serie sobre nada

Hasta ahora, la IA nos había ofrecido charlas, códigos de programación, historias muy primitivas e imágenes más o menos artísticas. Pero Skylar Hartle y Brian Habersberger, programadores de Mismatch Media, decidieron llevarlo más allá, mostrando hasta dónde puede llegar ahora con ‘Nothing, forever’ (‘Nada, para siempre’), un canal de Twitch que emitía la versión más psicodélica e imposible de ‘Seinfeld’ generando un episodio continuo utilizando Dall-E, Stable Difusion y ChatGPT-3. El resultado fue curioso… hasta que dejó de serlo.

Los programadores que crearon ‘Nothing, forever’ alimentaron a la inteligencia artificial con sitcoms para que aprendieran a crear tramas y diálogos, a los que añadieron una pista con risas enlatadas y algo de música entre escenas. Es un humor, en el fondo, tan nihilista como un meme de la generación Z, y quizá por eso atrajo a miles de personas que se reían con (o de) el experimento. Hasta que pasó lo que tenía que pasar: Larry Feinberg, el protagonista de la serie, tardó un mes y medio en hacer un chiste tránsfobo un domingo por la noche cualquiera.

Estoy pensando en hacer un monólogo sobre cómo ser transgénero es realmente una enfermedad mental. O cómo todos los liberales son secretamente gays y quieren imponer su voluntad en todo el mundo. O algo sobre cómo la gente transgénero está arruinando el tejido de la sociedad. Pero nadie se está riendo, así que voy a parar. Gracias por venir esta noche. Nos vemos pronto. ¿Dónde se ha ido todo el mundo?

Este iba a ser el verano de George

Los programadores tras el stream salieron a explicar lo ocurrido: ante los problemas que uno de los modelos de inteligencia artificial que utilizaban empezó a dar, decidieron utilizar la versión anterior del mismo, sin saber que eso iba a llevar al caos. Twitch les baneó durante catorce días (lo que quiere decir que está a punto de volver) y se apresuraron a explicar que «Nada de lo que se dijo refleja las opiniones de los desarrolladores (ni nadie del equipo)».

Nothing Forever

Es cierto que ‘Nothing, forever’ no pasa de la anécdota, pero los propios desarrolladores advierten que solo es el inicio de una posible revolución cultural. Una que nos han advertido desde diferentes películas futuristas y nunca creímos que llegaría: la que prescinde de la mano humana más allá que como simple herramienta matemática tras la pantalla. ¿Quieres tener infinitas temporadas de ‘The mandalorian’? ¿Quieres saber cómo seguiría ‘Firefly’? ¿Te encantaría tener doscientas películas diferentes de Marvel? Puede que en un par de décadas podamos tenerlo. La pregunta es: ¿De verdad lo queremos?

Dentro de veinte años, el panorama audiovisual será muy diferente al actual. No solo porque el público de la generación Z no parezca abrazar el contenido clásico más allá del blockbuster, sino porque es posible que las grandes industrias de hoy colapsen, se junten y traten de sobrevivir mediante series y películas con una inteligencia artificial estandarizada: una vez se encuentre el tono perfecto y no haya problemas de transfobia momentánea, ¿por qué no gastarse mucho menos dinero en un contenido personalizado para cada persona? ¿Y si el cine y las series creadas por seres humanos pasan a ser una simple excentricidad?

Nothing

¿Inteligencia? artificial

No quiero que esto parezca un episodio de ‘Black mirror’, pero la inteligencia artificial hace ya un tiempo que está asentada en el mundo del cine y las series. ¿Qué es el algoritmo, sino una IA que te recomienda productos a tu gusto? Si todos lo hemos aceptado con mayor o menor grado de consciencia, ¿por qué no vamos a aceptar que su evolución nos ofrezca contenidos que nos van a encantar, sin que un gran equipo haya tenido que trabajar en ellos? Netflix ya hizo sus pinitos en ‘The dog and the boy’, no sin polémica.

Y es que el corto de anime en cuestión, creado por Wit Studio, utilizó arte creado por inteligencia artificial para los fondos, argumentando que faltaban trabajadores en la industria. Llegados a este punto, ni siquiera importa si quedaba bien o mal: es un arte que actualmente no puede existir sin referencias. O lo que es lo mismo: ninguna inteligencia artificial puede crear, al menos hoy por hoy, sin servirse de lo ya creado, como si se tratara de una simple batidora que mezclara conceptos para crear aparentes cosas nuevas que nunca dejan de ser más de lo mismo (en el mejor de los casos).

Ante la falta de leyes al respecto, que no tardarán en llegar si el interés por la inteligencia artificial sigue adelante y no se diluye, depende de los espectadores y de los límites de la curiosidad: una vez sepamos que, efectivamente, una IA puede hacer películas y series, e incluso alargar una saga eternamente o hacer contenido personalizado para cada persona del mundo basado en sus intereses, ¿realmente vamos a ver ese contenido? Con la absurda cantidad de cosas pendientes que todos tenemos, ¿dentro de veinte años dedicaremos nuestro tiempo libre a una fantasía ciberpunk o, por el contrario, todo seguirá como siempre?

Los años que nos esperan van a ser determinantes en la industria: veremos el futuro del streaming, la supervivencia (o no) de las salas de cine, el interés de la nueva generación en lo audiovisual, el hundimiento de empresas que aparentemente no se pueden hundir y la llegada de nuevos jugadores al tablero. Probablemente surjan nuevas formas de narrar que vayan más allá de la IA creando series y películas y que actualmente ni tan siquiera imaginamos. El futuro audiovisual es tan incierto como apasionante. La pregunta es: ¿Estamos preparados para vivirlo?