No podría haber escogido mejor compañero de viaje para mi iniciación en los juegos de dado y lápiz. Como en Assassin’s Creed Valhalla, Roll & Raid me ha tenido los últimos días reclutando vikingos, conquistando territorios y aprovechando los saqueos para mejorar mi asentamiento.
Lo mejor de todo es que, pese a cambiar los graficotes por la imaginación y la consola por un trozo de papel, la experiencia de jugarlo tanto en familia como en solitario ha sido divertidísima. Cualquier miedo que pudiese tener sobre este tipo de formato ha desaparecido de un plumazo.
Cómo se juega a Roll & Raid
Con dos años para convertir tu asentamiento en el más poderoso de todos, las partidas de Roll & Raid se separan en dos años con ocho turnos cada uno que simulan cuatro meses de invierno y otros cuatro de verano, cada uno de ellos con sus particularidades.
Para alcanzar nuestro objetivo empezaremos lanzando los tres dados de recursos que tenemos a nuestra disposición, uno de cada color para reflejar las distintas opciones de producción que tenemos disponibles: madera, metales o vikingos.
Mediante un árbol de progreso que podemos personalizar a nuestro antojo para perseguir los recursos que más nos puedan ayudar a conseguir nuestro objetivo, elegiremos dos de esos dados para ir mejorando la producción, consiguiendo habilidades pasivas, favores de los dioses o construyendo los barcos y hachas que necesitamos para el siguiente paso: saquear.
Con distintos objetivos aleatorios que se pondrán sobre la mesa, nuestro papel a partir de aquí será elegir qué lugar vamos a saquear, luchar contra uno de nuestros rivales sacrificando vikingos por ver quién se queda con el objetivo elegido y, si ganamos esa batalla, gastar los recursos necesarios para el viaje y lanzarnos a la batalla a base de tiradas de dados para hacernos con el control de esa región.
Un juego de mesa con alma de pasatiempo
Reconozco que, más por inexperiencia que por falta de curiosidad, el primer contacto con Roll & Raid se me hizo muy cuesta arriba. La hoja en la que ir apunatando todos los detalles de tu avance y el de tu ejército es de esas cosas que, al menos en la primera impresión, son capaces de abrumar bastante.
Por suerte basta con hacer la primera ronda para entender que todo esto, pese a la aparente complejidad dibujada a base de símbolos y casillas, es bastante más simple de lo que parece y ni siquiera requiere de un par de lecturas de las reglas para pillarle el truco.
Llevar la cuenta de lo que tienes y no tienes se ve de un plumazo, apuntar tus progresos es lo bastante ágil para que la partida no se haga pesada y todo se resuelve lo suficientemente rápido para que, antes de que te des cuenta, ya estés encarando la recta final y empieces a cosechar todos los frutos del esfuerzo que has hecho a base de mejorar tu asentamiento durante los turnos anteriores.
Con hojas que puedes utilizar por delante y por detrás, el bloc de las mismas es lo suficientemente gordo como para que dé pereza ponerse a contar cuántas hay, pero mucho te tiene que acabar gustando Roll & Raid como para que llegue un punto en el que te preocupes por eso. Y puedes creerme, si te acaba enganchando tanto como a mí, vas a jugar bastante.