La serie polaca intenta abarcar varios temas a la vez, pero pese al esfuerzo del elenco, no termina de definir su rumbo.
Del año 2022 al 2052. Ése es el viaje en el tiempo, ida y vuelta, que hace La chica y el cosmonauta, la nueva producción de Netflix. La miniserie polaca también oscila entre la ciencia ficción y la historia de amor. O al menos en cómo los vínculos perduran a lo largo de los años.
En las primeras escenas, se ve a un astronauta dormido en el espacio. No sabemos qué ocurrió con él. Una pantalla de su nave indica: “Comenzando la recuperación de funciones vitales”.
A los pocos segundos, el hombre se despierta. Estuvo en un proceso de hibernación durante 30 años y su cuerpo no sufrió ni un signo del paso del tiempo. Cuando todos lo daban por muerto, regresa a este planeta en el que vive su ex mujer que ¿aún lo ama?
Entre el amor y la experimentación
A lo largo de seis episodios de casi una hora contados en flashbacks paralelos, la serie pendula entre dos grandes temas. Por un lado, la construcción de una historia de ciencia ficción, en la que polacos y rusos se pelean por el astronauta. Y un trasfondo de reflexión sobre la experimentación con seres humanos al modo de Black Mirror.
Por el otro, la historia de amor de Nikodem y Marta. Es decir, el regreso de un amor perdido -en este caso, en el tiempo y en el espacio- luego de algunas décadas y con un agravante: ella está casada y tiene una hija con Bogdan, un antiguo amigo-enemigo de la fuerza aérea. Al estilo Top Gun, pero polaca.
En la literatura, en el cine y en las series, la ciencia ficción es una herramienta metafórica y poderosa para hablar de la condición humana. El problema acá no radica en los temas elegidos, que le permiten al director pendular entre la ciencia ficción y el drama amoroso.
Quizás el mayor error es no hincarle el diente a ninguno en profundidad. Por momentos, la historia es una cuestión de estado entre polacos y rusos. Luego los realizadores quieren teorizar sobre la crueldad pura de las corporaciones privadas y su idea de extender la vida humana por varios años. Y, finalmente, buscan contar la historia de amor a través de flashbacks.
El elenco, encabezado por Vanessa Aleksander y Jakub Sasak, hace un trabajo encomiable; la serie está bien filmada y tiene un correcto diseño de producción. Pero nada de eso resulta suficiente, porque el material del que está hecha es flojo.
Por momentos, como esas cámaras al vacío de los astronautas, la serie se transforma en algo etéreo, poco definido, sin brillo… Como el sueño frío del cosmonauta. Nada es consistente. Nada es lo suficientemente emocionante, inteligente o bello. Todo a medias. Y hacia el final se sacan conclusiones demasiado apresuradas.
Un astronauta que despierta 30 años después sin que le haya pasado un día en el cuerpo. La criogenización como un hecho y no como una quimera. Una historia de amor. Una pelea de estado entre rusos y polacos. La serie tenía todo el potencial para convertirse en una buena historia. Pero termina siendo una sucesión de escenarios aburridos y repetitivos. En fin: una nave que se queda a mitad de camino.
Ficha
La chica y el cosmonauta
Calificación: Regular.
Género: Ciencia ficción Protagonistas: Vanessa Aleksander, Jedrzej Hycnar y Jakub Sasak Creadores: Agata Malesinska y Bartosz Prokopowicz Emisión: Netflix Duración: seis episodios de 50 minutos.
WD