Con «pequeñas mujeres rojas», la escritora española finaliza la trilogía del detective Arturo Zarco.
Con pequeñas mujeres rojas, la escritora española Marta Sanz finaliza la trilogía del detective Arturo Zarco y en este caso lo hace rastreando jirones de memoria sobre los crímenes cometidos durante la dictadura franquista, la más larga de la época actual.
Más que una novela de misterio es una novela política o ambas cosas a la vez. A través de su personaje principal, Paula Quiñones, que llega a Azafrán para encontrar fosas comunes, se van destejiendo relatos, voces corales sobre los horrores del franquismo en un pueblo que recién ahora está pudiendo poner en palabras tanto horror.
“Nosotros éramos oriundos y también éramos de otra parte. Somos los niños perdidos y las mujeres muertas. Dios no existe –damos fe de ello- y nosotros aquí andamos siempre sonrientes. Sabemos un montón de cosas. Sabemos que los recuerdos de Paula no pertenecen a este lugar. ¿Por qué llega entonces a este pueblucho para ocuparse de las tareas sucias, desenterrar los huesos muertos –hablamos metafóricamente-, reavivar los odios de una fogata en la que nos quemamos para regenerarnos de noche y al día siguiente volver a arder?”, se lee en el principio de la novela en la que las voces por recuperar la memoria se chocan con las que quieren volver a enterrar las palabras bajo la tierra.
Sanz, que visitó el año pasado la Feria del Libro, es doctora en filología. Ha publicado las novelas El frío, Lenguas muertas, Los mejores tiempos, Animales domésticos, Susana y los viejos y La lección de anatomía.
En Anagrama lleva publicadas las novelas Black, black, black, Un buen detective no se cansa jamás, Daniela Astor y la caja negra, Farándula y Clavícula. Además tiene un ensayo titulado Monstruas y centauras y un diario íntimo, Parte de mí.
PC