La edición 24 del Bafici deja en claro una cosa: la intención del festival de que su programación sea una proclama, que no sea tanto una reacción a lo que hace el universo de los festivales (cada vez más parecido entre sí, en contra de su naturaleza inicial al menos en estos lares) y sí sea, como viene siendo hace años, el festival con más estrenos de películas argentinas en el mundo, un lugar sin mayoría de programación “obvia” (es decir, el bingo de otros festivales, aquello que a veces la redes braman y que eventualmente se verá) y que apuesta incluso a película no tan vistas en festivales europeos. Desde el 19 de abril, el Bafici camina otra vez por la ciudad de Buenos Aires. Y lo hará hasta el 1 de mayo, el último día, un día que, claro, será virtual, aprovechando la naturaleza híbrida del festival, que posee casi un 50% de su festival en la plataforma Vivamos Cultura (la misma donde se pueden comprar las entradas, a irrisorio precio de 300 pesos para el público general y 200 los jubilados y estudiantes). Bafici vuelve, mostrando que un festival de cine puede ser muchas cosas, pero nunca puede dejar de ser un acto de valentía y de cuidado.

La valentía implica, decíamos, una mirada a la programación global distinta. En este caso, se puede ver en diferentes decisiones. La ya mencionada celebración del cine argentino es una de ellas, con nombres como Mariano Llinás, José Celestino Campusano, el hallazgo de Lucía Seles, Verónica Chen, Martín Shanly, y hasta el debut como directora de Dolores Fonzi. Y esos son solo algunos nombres, de muchos, de decenas, de films argentino que siguen eligiendo al Bafici como su primer paso en suelo argentino. Otras decisiones implican por ejemplo iluminar rincones nuevos del cine, sin dejar de pensar en el público de Buenos Aires y la ciudad (¿de qué sirve presentar un festival en una ciudad si no se piensa en lo que debe ser para la ciudad que lo contiene?). Buenos Aires es una ciudad de cine, y el regreso al centro, a los cines del centro, que han definido a varias generaciones, inyectó al festival de un mística domiciliaria que no tenía desde sus comienzos en el Abasto. Entre su nuevo mapa (aunque hay sedes como Parque Centenario, el Teatro 25 de Mayo y hasta una pantalla al aire libre en Costanera Sur, detrás de la ciudad deportiva de Boca Juniors) y su programación, Bafici se encuentra más vivo que nunca.  

Eso, esa libertad, es un mérito de Javier Porta Fouz, su director artístico, que ha sabido construir en sus años delante del festival, una identidad, lejos de la demagogia y más cerca de la independencia para programar negando el menú más simple, el McCine (que no habla tanto de su calidad, si no de lo fácil que es celebrar lo obvio, lo que se pide en las ventanillas del cine).

El punto de encuentro del festival será El Cultural San Martín, y las salas en está edición serán, claro, el San Maratón, el Cine Multiplex Monumental Lavalle, Lorca, Gaumont, Alianza Fancesa, la Lugones, el Cosmos y Arthaus. Una sala a celebrar es el Museo del Cine, que tendrá varias películas a lo largo del festival. Las películas de apertura, fiel a la línea que celebra cortos y largos y que acompaña al festival desde 2021, serán el corto Continuum – La playa, de Mariana Bomba, y Último Recurso, la comedia de Matías Zulanski, protagonizada por María Villary Tamara Leschner.

La India de autor dice presente por primera vez en el festival. Los festivales deberían ser sitios para descubrir cine. Y si bien ver películas nuevas, claro, es descubrir, aquí se habla de realmente descubrir, de tomar algo que existía fuera de varios mapas (el experto, el cinéfilo, el estudiante, el que solo ama ir al cine), y darle vida, sacarlo a la luz. Lejos de la moda de hace cinco minutos, y más cerca de la huella editorial que un festival de cine debe tener. El foco dedicado a Rajat Kapoor, que implica la visita por primera vez de un autor de la India, uno personal aunque industrial, implica acercarse a una de los países más poderosos del cine global. Eso es un logro, y uno que aquí se traduce varios films del autor y una charla pública el miércoles 26.

Baficito: La animación y los relatos para niños y adolecentes. Un clásico del festival y una sección pionera que sigue funcionando como uno de los pocos rincones donde se busca un cine para niños y adolescentes realmente distinto. Un cine que pasa lejos de los caprichos de las distribuidores como Disney o Star, y que presenta opciones que muchas veces no vuelven a verse en nuestras pantallas, ninguna de ellas. En esta ocasión, regresan clásicos como Michel Ocelot, con su Le pharaon, le sauvage et la princesse, otra lección de un maestro del medio. Se suman dos rescates: por un lado, la española Érase una vez…, y el film de Manuel García Ferré, Trapito. El lujo es la visita del brasileño Ale Abreu, que presenta su premiado film Perlimps y la argentina Desperté con un sueño.

El terror, los rescates y el cine que regresa. Por supuesto, Bafici apuesta a la novedad, pero en esta edición hay varios rescates por fuera de la norma. Uno de los ciclos que abraza el fenómeno actual del horror, es Brittania Lado B: Noches de terror, que permite ver en pantalla grande clásicos como Muertos de risa o al mismísimo Christopher Lee. Porta Fouz, el director artístico, declaró que está edición está dedicada a Rafael Filippelli, y en Homenajes se podrá ver No va más. Se podrá ver la hermosa comedia de Joh Fortenberry, A Night at the Roxbury, y Educación física, otro clásico reciente, de Pablo Cerda. Se suma chilena El gran circo Chamorro, un clásico de los años 50. Se suma Nada solo, del director argentino Ezequiel Acuña.

Clément Cogitore, el visitante absurdo de Francia. Una de las películas de Clément Cogitore es Ni le ciel ni la terre, cuenta la historia de soldados. Primero, ellos disparan y su perro desaparece. “Ya volverá”, piensan en voz alta. De repente, dos de ellos desaparecen. Así, el cine de Cogitore, que ha pasado por festivales como Cannes, llega por fin como corresponde al Bafici, y los hace de la mano de An Archipelago, Bielutin, Parmi Nous, The Evil Eye y Goutte d’or. Es un experto en generar mutaciones nuevas, que no creíamos que el cine podía todavía felizmente sufrir. Una de las celebraciones más atendibles del festival: la posibilidad de escuchar a Cogitore en persona reflexionando sobre su cine.

Norberto Ramos del Val,  el salvaje español. De España con independencia: Norberto Ramos del Val filma desde hace mucho, y filma contra viento y marea. Dueño de una filmografía de 14 películas, de las cuales cinco ahora llegan a la Argentina, Del Val pisará por primera vez el territorio del Bafici. Un cine que apela a la comedia falsamente nihilista pero que entiende en sus impulsos, en su salvajismo, cuales son los tontos males de este mundo generalmente cruel. Nota a no ignorar: Norberto Ramos del Val, que tendrá una charla en el festival, es principalmente un autor de comedias. Y eso prueba otro de los dogmas del Bafici: la comedia se define y defiende con hechos, con estrenos mundiales y no meros gestos.

Messi en la pantalla grande:  el autocine popular. Un hito de la ciudad vuelve a Costanera Sur: el autocine (gratis, claro, y también disponible para aquellos que se acerquen a pie). Pero en esta ocasión, vuelve mundialista, o al menos con ganas de celebrar a la selección de Messi. Por primera vez, se podrá ver en pantalla grande Sean Eternos, el documental de Netflix que muestra la cruzada justo antes de Qatar del hoy adorado equipo. Esa función será el 22 de abril. El domingo 23 de abril será el turno del animé: llega el clásico Mi vecino Totoro, justo para festejar los 35 años del clásico de Hayao Miyazaki, y justo antes del estreno de su versión de “carne y hueso”, regresan animados y siempe épicos Los Caballeros del Zodíaco: La leyenda del santuario.

La medianoche y su furioso andar de culto y a los sustos. El terror, otro habitante del Bafici. Si hay un destacado de lujo este año a la hora del espanto es la Noche Especial Otra película maldita, el film de Alberto Andrés Fasce y Mario Varela que recorre en la voz de expertos la historia completa del horror en la pantalla grande en nuestro país. Un documento necesario que incluso se vió al aire libre en el Parque Centenario. ¿Conocen a los títeres de mano po-te-hi? Es hora de descubrir un clásico taiwanés, a partir de la novedad de Demigod: The Legend Begins. ¿Quieren marionetas infernalmente adorables? Es hora de correr a ver Scary Friend, algo que va dejar contento tanto a fans de los Muppets y de Meet the Feebles.

La comedia, un eterno paraguas que de todo nos cuida. La comedia: siempre un ejemplo de lo que no hacen otros festivales. Aquí tiene su propia sección, y recorre el mundo. Desde el sorprendente corto El muñeco, del realizador Guido Segal, al ultrapop corto de Jacky Goldberg, Dilemma Dilemma, la comedia del festival pisa varias mutaciones del más amado de los géneros del cine. El fantástico caso del Golem es un film español destinado a ser un objeto de culto: ritmo feroz, estética muy personal y, claro, varios Golem en acción. Allí está entonces el largo, If Yes, Okay, del adorado Dick El Demasiado, música y artista de culto. Incluso el viaje familiar de Luxembourg, Luxembourg, es otra de las paradas obligatorias del festival.

La música que vemos todo: grandes éxitos que se bailan. Es un amor que nadie, nunca, pudo superar: Bafici y la música. Bafici siempre ha hablado fuerte y claro a la hora de su romance con los documentales musicales. Este año hay documentales sobre estudios musicales que son monumentos en vida (A Film About Studio Electrophonique), dobles de Charly García (Alguien en el mundo piensa en mí), la mítica banda CAN (CAN and Me), la intimidad de Liliana Herrero y Horacio González (Canción sobre canción), la fascinante y muy recomendable Dusty & Stones, el mockumentary Escocia no es un banco, el saludo a Miúcha, a Max´s Kansas City, a la música de Irlanda, a Daniel Melero, a Roberta Flack y a la banda Tequila. Mejor imposible.

También te puede interesar