Durante los 90 fue el niño bonito del cine español: Fernando Ramallo era el adolescente por defecto en muchas de las películas de corte independiente que se hacían en nuestro país. Debería ser el icono de una generación, un actor maduro con personalidad propia y unas facciones reconocibles. Y, sin embargo, sobrevive como puede en el pico y pala de la interpretación. Seguro que viendo ‘Krámpack’ te lo has preguntado más de una vez: ¿Qué fue de Fernando Ramallo?
Una buena vida
El 3 de abril de 1980 (o sea, hace ya 43 años) Fernando Ramallo nació en Madrid, cerca de Argüelles, en una época en la que los skinheads ocupaban las calles y la protección al estudiante era, digamos, mínima. Fue en esa situación, a los 15 años, cuando Ramallo, un chaval que era «un niño viejo, un chaval muy atormentado» (según comentó con El Confidencial), de esos que escribían poesía y se obsesionaban con la muerte, conoció a David Trueba.
Trueba, por aquel entonces, venía de dirigir ‘El peor programa de la semana’ y quería al actor perfecto para su ópera prima. Quiso la casualidad que acabara en el instituto de Ramallo (o más bien se colara en el casting)… Y que, de entre mil personas, le eligieran a él para protagonizar ‘La buena vida’. La película consiguió cuatro nominaciones al Goya (y ganó uno para Luis Cuenca). Funcionó tan bien que el año siguiente ya estaba rodando ‘Carreteras secundarias’ junto a Antonio Resines y Maribel Verdú. Palabras mayores de finales de los 90.
Por ‘Carreteras secundarias’, Ramallo fue nominado a mejor actor revelación en los Goya junto a Manuel Manquiña (‘Airbag’) y un incontestable Andoni Erburu, el niño de ‘Secretos del corazón’ que, tras ganar el premio y hacer otra película más, desapareció del mapa porque se le venía grande. Eso es algo que, desde luego, no le iba a pasar a Ramallo, que había encontrado su vocación. De hecho, se hizo tan popular que ni siquiera protagonizar uno de los mayores fracasos de la historia del cine español, la más o menos reivindicable ‘El corazón del guerrero’, de Daniel Monzón (‘Celda 211’), le impidió seguir adelante.
Y los proyectos, qué
En el 2000 protagonizó una de las películas de despertar sexual más honestas del cine cañí junto a Jordi Vilches: ‘Krámpack’ fue todo un éxito internacional que participó en festivales de Cannes, Bogotá y Estocolmo. Y después, el silencio. «Aún no entiendo lo que sucedió. Pasé de rechazar proyectos a no recibirlos», comentaba el actor. Por suerte, no tuvo caída en las drogas ni problemas de dinero. Entre otras cosas, porque eran sus padres los que se lo gestionaban y solo se lo gastó en dar clases y quitarse el acné.
Ni sus apariciones en la olvidadísima serie ‘Ellas son así’, que se emitió en Telecinco, ni su último gran protagonista en ‘Algunas chicas doblan las piernas cuando hablan’, le permitieron continuar con su carrera cinematográfica con cierta normalidad. Las películas empezaron a perder calidad y glamour (‘Seres queridos’, ‘A+’, ‘El corazón de la tierra’) y las series que le ofrecían, como ‘Diez en Ibiza’, emitida en TVE, no terminaban de despegar.
Y si no hay trabajo, toca dedicarse a lo que haya. Ramallo, entre papel y papel, trabajó de teleoperador, animador en fiestas o dependiente de una tienda de ropa. «Lo normal es empezar a trabajar en lo que sea y acabar de actor; mi carrera ha sido al revés», comentaba a El Confidencial. Sin embargo, el actor está muy lejos de tirar la toalla. De hecho, según afirmaba en su canal de YouTube (Las cosas de Fernando Ramallo), solo ha estado cuatro meses sin actuar en teatro desde entonces.
Paso al digital
Y en cuanto al cine, ¿qué? Pues si Mahoma no va a la montaña, la montaña irá a Mahoma. Ramallo ha hecho de todo: desde interpretarse a sí mismo en un episodio de la fantástica ‘¿Qué fue de Jorge Sanz?’ hasta volver a hacer de Tristán, su personaje de ‘La buena vida’, en ‘Casi 40’ (que recaudó cuatro veces lo que había costado) o aparecer en la serie de ciencia-ficción de bajísimo presupuesto ‘Otros monstruos’, que puedes ver en Filmin.
Lo último que hemos sabido de Ramallo es que planea una nueva película, sigue adelante con su canal de YouTube… Y ha tenido problemas con el SEPE, algo que ha contado a cada uno de sus fans en Reels de Instagram y en vídeos donde explica la realidad de ser un actor en España que no se llame Luis Tosar. Sin embargo, «rendirse» es una palabra que no entra en su diccionario.
«Necesito vivir otras vidas», comentaba. «Esta la detesto». Pocos actores más de raza que Ramallo, que continúa, imperturbable, esperando ese nuevo papel que lo vuelva a catapultar a la fama y darse, ahora sí, a la buena vida.