La escritora cordobesa Viviana Rivero volverá a la Feria del Libro, donde recibió el premio de los lectores en 2017 por su libro Los colores de la felicidad. Esta vez será para presentar el domingo 7 de mayo su nueva novela Apia de Roma.
Sobre la obra, la autora charló con Clarín Cultura. En esta oportunidad, Rivero viaja en el tiempo a la antigua Roma, conmocionada por la muerte de Julio César, para contar la historia de Apia Pópulus, una joven que lucha por hacerse un lugar en un mundo de hombres.
Tras casarse con un comerciante de perlas mucho mayor que ella, Apia debe afrontar la vida al lado de alguien a quien no ama en medio de un contexto de confabulaciones, tratando de cumplir con deberes impuestos. Su amistad con la esclava Furnilla será su único refugio hasta que el encuentro con un centurión cambie su vida para siempre.
-¿Cómo caracterizás al personaje de Apia?
-Es una mujer y como tal se van a encontrar con muchas cosas en común con cada una de nosotras. Más allá de las épocas, de las costumbres, de las vestimentas, hay tanto en común que, a medida que yo investigaba y decidía escribir sobre una mujer de Roma en la época de los emperadores, me impactaba, me impresionaba eso: descubrir cuántas cosas en común hay después de tantos miles de años.
Así que se van a encontrar con una mujer que siente muy parecido a lo que sentimos todas hoy. Por un lado, ella tiene esa veta de querer salir adelante, de superarse, de ir más allá de los límites que impone siempre la sociedad, más allá de los límites de los patriarcados. Ella quiere eso. Pero, por otro lado, también, se pone sus propias corazas que tampoco la benefician. Se pone las corazas que, tal vez, hasta el día de hoy las mujeres nos ponemos en algún momento de la vida, y ella tiene que aprender y tomar decisiones. A veces, cuando las personas se ponen una coraza, no pueden disfrutar a fondo, entonces, eso es un poco uno de los temas que trata el libro, de la necesidad de ella de superar esto.
-¿Cómo era para una mujer de esa época querer ser comerciante, como desea Apia?
-En la investigación que yo hago para el libro, antes de empezar a escribirlo, surgen algunos descubrimientos que son bastante recientes. Las mujeres ya negociaban y, al punto tal, que crean una banca, una banca creada de mujeres por mujeres. Encuentro unos artículos muy interesantes de una profesora de derecho romano de la cátedra en Castellón en España y tuve contacto con ella. Me encantaron sus artículos y hablábamos mucho. Se dieron en las lápidas unos hallazgos arqueológicos, sobre todo en Pompeya, que hablaban de cómo las mujeres hacían préstamos de dinero.
Ellas estaban fuera completamente de circuito económico, por más que podían heredar, por más que podían a veces manejar algo, pero no tenían la misma libertad que tenía el hombre. Eran muy pocas: las de mucho dinero podían manejar un poco esa libertad y a través de un tutor. Entonces cuando encuentro esto dije: bueno, voy a contar la vida de una de estas pioneras, de estas primeras mujeres que querían hacer las actividades que hacían los hombres, que querían manejar dinero, cosa que no era tan fácil.
Roma, otro planeta
-Es la primera vez que una de tus novelas toma una época tan distante. ¿Cómo cambió eso tu proceso de trabajo?
Fue tremendo. En realidad, esta era una idea que tenía hace mucho, escribir acerca de Roma. Yo creo que venía de la época en que estudié derecho romano, que me parecía tan interesante todo. Yo, este libro, lo preparé con muchos textos de derecho romano, más allá de otros de otros libros, muchísimos.
Estuve seis meses en España y me llevé una maleta especial llena de libros, todos sobre Roma y algunos conseguí allá. Fue una investigación grande, mucho más de lo que yo pensaba porque iba descubriendo más y más detalles. Y es casi como vivir en otro planeta, porque para comer, comían con las manos y acostados, se movían de un lado al otro con literas que eran llevadas por los esclavos. Entonces, la vida diaria era muy diferente. Además, siempre me gusta contárselo de una manera fácil al lector, para que lo disfrute. Trato de contarle los datos y que los vaya a disfrutando.
-Dijiste que investigás mucho porque te importa que sea creíble la reconstrucción histórica.
-Yo necesito que el lector no sienta que está en una novela actual. No, necesito hacerlo sentir en Roma. Esa es una de las razones por la cual, muchos de los capítulos, los de la parte antigua, comienzan con los murmullos de Roma y siempre contaba yo qué eran los murmullos y cuento, como para que quien lee se sumerja en eso. También hay ideas, palabritas. El triclinium, por ejemplo, no tiene un sinónimo porque el triclinium era el comedor, los camastros con las mesitas altas donde ellos se tendían para poder comer con la mano los alimentos que se ponían en la mesa redonda pequeñita en el medio, y tenía que estar en el libro.
-¿Por qué elegiste ese momento en particular de la antigua Roma?
-Me parecía muy interesante porque hay un quiebre cuando muere Julio César y cuando comienza a asumir el poder Augusto -Octavio que se hace llamar Augusto-, porque trae cambios para la mujer. Y es como que Apia está justo en el momento adecuado para poder sumergirse en esos cambios. Después, ya eran más comunes, pero ella tiene que ser una de las primeras que pide, que exige, que se trata de meter.
Es muy linda la época de Octavio. Si bien él no era tan bueno en las artes de guerra, era muy bueno políticamente, muy sagaz, muy astuto, muy frío, muy mujeriego. Apia es una de las mujeres que él elige y no le importa que sea casada, no le importa nada. Entonces yo quería contar un poco todas estas facetas que tenía este emperador, que, si bien trajo muchos adelantos para la mujer y a nivel de las leyes, por otro lado, él usaba sus posibilidades como hombre.
Quería ser recordado en la historia, entonces acá es cuando Apia deja su impronta, cuento, en la vida de Octavio. Hay un momento en que Octavio decide no usar más barba y nadie sabe por qué. A partir de allí todas las estatuas, todo, fueron sin barba. Y yo cuento que tiene que ver con Apia, que es ella quien le lleva a tomar esa decisión.
Libertad y amor
-¿Y los personajes de la esclava y de Manius Marcio, el centurión?
-Apia siempre ha estado sola, ha tenido que enfrentar de todo sola. Casada muy joven, como se acostumbraba en esa época. Su propio marido, bueno, casi entregándola en manos de emperadores. Entonces la única persona que tiene ella, en quien sabe que puede confiar, incondicional, es su esclava. Furnilla tiene la misma edad, son dos chicas que se han conocido a los quince años. Entonces empieza a aparecer Manius Marcio, que es un soldado de muchos ideales. Y Apia hasta en un momento va a tener que decidir por la vida de uno o la vida del otro. Y, realmente, una mujer, no sé si en esa época, por más que estuviera enamorada, iba a salvar al hombre que quería cuando todavía no había nada serio y sí a la persona como la esclava incondicional que le había salvado la vida muchas veces. Entonces se produce esto que me gusta a mí, someter al lector a que tenga que plantearse «no, no, que salve a la esclava, que siempre está con ella y le ha ayudado tanto», «no, que se quede con el amor de su vida».
Cuando empiezo a escribir esta novela, mi idea era esa: era mostrar dos mujeres unidas frente a la adversidad, más allá de la historia de amor que una de ellas podía tener o que se atrevía un poquito a soñar. A veces tenían tanto miedo de la falta de libertad que el amor pasaba a segundo plano.
Dos ciudades en una
-En la historia, Apia conoce una Roma que no sabía qué existía. ¿Cómo eran esas dos Romas?
-Era prácticamente dos ciudades, aun a nivel edilicio. Dicen que estaban las casas lujosísimas, mucho más lujosas de lo que tenemos en este momento. Algunas estaban en el Palatino o las grandes villas campestres, como ellos las llamaban, de Trastevere. Impensables, tres pisos y el tercero todo destinado para que vivieran los esclavos, que a veces eran cien, hasta 170, para una casa. Verdaderos ejércitos de sirvientes.
Por otro lado, estaba la Roma pobre, marginal, la de Suburra, que eran casillas apiladas, unas sobre otras, a medida que uno se acercaba a esa zona, el mal olor era tremendo. Entonces, realmente eran dos ciudades que convivían.
Apia vivía en la clase alta y nunca había conocido la clase baja pero para poder negociar, para poder entrar en los negocios donde no la dejan porque hay una cofradía de hombres, bueno, se disfraza de sirviente y entonces así es como entra a la cofradía y conoce un mundo completamente diferente, el mundo de la gente pobre, sencilla y humilde de Roma.
Cleopatra, personaje secundario
-Incorporaste la historia de Cleopatra a tu libro. ¿Por qué?
-Creo que a todos siempre nos ha interesado la vida de Cleopatra. Me gustó mucho a mí escribir esa parte porque, bueno, siempre hemos querido saber un poco más de esa mujer que se decía que era la más hermosa del mundo. Pero cuando uno investiga, yo creo que su mayor encanto estaba en lo sabia que era, en lo preparada, en lo inteligente. Entonces, uno quiere saber más y va de la mano la historia de ella con la de Apia.
Es como un personaje secundario Cleopatra en la vida de Apia. En mi libro, Apia es contemporánea a Cleopatra. Y hago ese paralelismo entre la vida de una y de otra que, prácticamente, son educadas de la misma forma: tenés que ser fuerte, si querés subsistir, tenés que ser fuerte. Y eso las lleva a ser poco flexibles y en algún momento de su existencia una va a saber volverse flexible por necesidad y la otra no. No vamos a decir quién. Y esto trae muchas consecuencias para su propia vida, para los descendientes, para los reinos que están en juego. Así que el lector va a poder ver esa parte psicológica de dos mujeres educadas de igual manera, pero que en algún momento una se anima a ser diferente.
-¿Cómo es volver a estar en la Feria del Libro?
-Bueno, la verdad que es un gran reencuentro. No siempre coincide que uno saca un libro con el comienzo de año, con el comienzo de la Feria. En ese año fue así y ahora, de nuevo. Entonces, es una alegría. El otro día le digo a una de las chicas de la editorial: «Están pidiendo más entradas». Porque habían planeado que los que fueran a ver mi charla podían tener la entrada gratuita. Iba a haber mil entradas porque la sala es para mil personas y ya están agotadas hace varios días, entonces yo sé que van a ir todas y no todas son de Buenos Aires. La verdad que es muy lindo ese reencuentro nacional. Para mí es devolverles el cariño.
Rivero presenta Apia de Roma el 7 de mayo a las 17.30 en la sala José Hernández, en Pabellón Rojo de la Feria.
JS/PC