Forrest Gump dijo que “la vida es como una caja de bombones, nunca sabes cuál te va a tocar” y no le faltaba razón. Sin embargo, creo que la frase puede actualizarse a una versión 2.0 más actual: la vida es como una caja de Grageas Bertie Bott de Todos los Sabores, nunca sabes la mierda o la delicia que te va a tocar.

La Industria del Videojuego se asemeja más a la caja de Grageas Bertie Bott que a una caja de bombones, ya que los bombones no dan tantos malos tragos como lo han hecho los videojuegos en los últimos tiempos. ¡Y que nadie se me eche las manos a la cabeza! Llevamos una temporada de juegos muy cuestionables y de lanzamientos desastrosos con alguna alegría puntual. Lo dicho: grageas = juegos.

En este contexto de crispación y lanzamientos cuestionables, mi baluarte y zona segura ha sido Destiny 2. Todos tenemos ese videojuego al que volvemos cuando nada funciona o cuando nos entran las crisis existenciales de a qué jugar. E incluso así estaba algo cansado y aburrido… hasta que me crucé con Diablo IV.

Diablo IV: he acudido a la llamada de Lilith y Santuario me ha seducido sin remedio

No tenía pensado jugar a Diablo IV. Acumulé 10-20 horas en Diablo III antes de que la versión física acabase literalmente en la estantería, quizás demasiado pronto. No estoy orgulloso del motivo: no me siento cómodo jugando con teclado y ratón a videojuegos en los que puedo echar muchas horas seguidas. Y antes de que me tiréis los tomates, recordad qué me dedico.

Volví a sentir la llamada de Diablo con esta entrega. Creí que descontento con los recientes lanzamientos y mi poca confianza en las nuevas entregas sería suficiente para evitar jugármela de nuevo, pero mi ilusión no es tan fácil de apagar y fui cediendo poco a poco: primero me dijeron que la versión de PS5 iba turboguay, luego que el control con mando es muy satisfactorio y finalmente recordé que tiene crossplay.

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El viernes de la semana pasada (2 de junio) comencé a mirar la Store de PS5 como un lobo que tantea el terreno y observa a su presa. Me consoló saber que la Edición Deluxe costaba 99 euros y sirvió realizar una breve negociación interna: «espero al día 6 de junio y me pillo la Edición Estándar. Mientras me conformo con ver directos en Twitch«. Solo quiero deciros que mentiros a vosotros mismos está muy mal.

El sábado, aburrido de Destiny 2 y con una soberana calentada, pensé: ¿por qué esperar al 6? Si encima esta semana es el Summer Game Fest y no voy a tener tiempo ni de quejarme por las conferencias. Mi lógica fue irrefutable y terminé comprando la Edición Deluxe de Diablo IV. Fue el principio del fin.

No voy a ir de víctima: sabía a la empozada que me estaba tirando. Tengo una capacidad ENORME para engancharme a este tipo de juegos y perder la noción del tiempo. Comencé a jugar a las 9:00 de la noche del sábado, acabé la primera sesión de juego a las 6:00 de la mañana del domingo, dormí 5 horas, a las 12:30 aprox volví a encender la PS5 y no la apagué hasta las 11:40 de la noche. Comía sentado en la posada entre misiones.

En el momento de escribir esto, PS5 dice que llevo 18 horas jugadas y mi Nigromante es Nivel 36. La cosa habrá cambiado mucho en el momento de publicar. Y sí, Diablo IV con mando es una tremenda gozada, especialmente porque puedo jugar tirado en mi silla o mi cama. En único problema que he tenido ha sido UN crasheo.

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Y si creíais que he soltado las mejores bombas, aquí viene la mejor: soy Nivel 36 y ni siquiera he terminado el hilo de misiones del Acto I, concretamente voy por la misión «Una fe fría y ferrea». Según me han comentado, debería avanzar un poquito. ¿Y qué he hecho durante 18 horas? Misiones secundarias, todas las mazmorras y mini-mazmorras que he encontrado, eventos de mundo, explorar, hablar con cualquier NPC que pueda… Haciendo un par de sinergias, he conseguido tener un mini-ejército de 10 esqueletos con mi Nigromante.

Estoy disfrutando muchísimo con Diablo IV porque mola y ha sido una verdadera sorpresa: no lo esperaba ni tenía planteamiento de jugarlo. Ahora no puedo pensar en otra cosa: quiero saber cómo avanza la historia, cómo son el resto de zonas del mapa, cuánto poder puede alcanzar mi Nigromante y aprender más cosas… quizás si dejo de distraerme con cada evento público logre avanzar.

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Creo que es buen momento para finalizar la publicación y volver a Diablo IV. Lilith me llama y soy incapaz de resistirme a su canto. Si os llama la atención y os gusta este tipo de juegos, os recomiendo darle una oportunidad. Si ya estáis disfrutando de Diablo IV, entonces solo puedo deciros: ¡Nos vemos en Santuario! Y antes de irme: ¿cómo ha sido vuestra experiencia al comenzar en Diablo IV?, ¿qué clase habéis escogido? Contadme en comentarios.

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