A lo largo de los años, la gente acorraló a John Corbett en la calle, en el supermercado, en las cafeterías, para jurarle lealtad. «Cada uno que me encuentro es: ‘¡Yo era del equipo Aidan!», dice. Supone que esas personas mienten. «La gente no quiere herir mis sentimientos», dice. «Tienen mucho cuidado conmigo». En dos