La popular actriz Soledad Silveyra, es todo un símbolo del espectáculo en el país. Desde muy pequeña tuvo que dedicarse a trabajar por necesidades económicas y debutó en TV a los 12 años, donde protagonizó telenovelas como “Rolando Rivas, taxista”, “Pobre diabla”, “Vidas robadas” o “Secretos de amor”. En 1998 lo hizo como conductora en el ciclo de Utilísima que emitió Canal 13, luego vendría “Gran hermano”, y más tarde “Un tiempo después”, el programa donde se investigaban hechos de la historia argentina y en el que tuvo una entrevista exclusiva con la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Además, fue jurado del “Bailando por un sueño”.
En su paso por el cine también conoció el éxito junto a figuras populares como Luis Sandrini, Palito Ortega y Sandro, además de ser el recordado objeto de deseo de un asesino a sueldo en “Últimos días de la víctima”, junto a Federico Luppi. En teatro, medio en el que confiesa sentirse como pez en el agua, tuvo trabajos elogiados en obras como “Sabor a miel”, “La malasangre”, “El hombre elefante”, “Perdidos en Yonkers”, «Las visiones de Simone Machard», entre otras.
Ahora, celebra 59 años de una extensa y fructífera carrera artística con “Pasta de estrellas”, la comedia que estrenó en Paseo La Plaza. Allí interpreta a una legendaria actriz de telenovelas que encuentra refugio detrás del mostrador de un negocio en Barracas y para hacerlo tuvo que aprender a amasar tortellinis.
Cálida, sensible, afectuosa y cordial, recibe a NOTICIAS en su departamento de Recoleta, decorado con excelente buen gusto.
Noticias: ¿Debutó siendo muy chica?
Silveyra: A los 12 años en televisión y a los 14 en teatro, que hice “Los chicos también pecan”, con Darío Vittori y dirección de Nino Fortuna Olazábal. Nunca me voy a olvidar el gesto de generosidad de Darío. Mi madre estaba mal, tuve una infancia muy complicada. Yo no tenía posibilidad de alquilar nada en Mar del Plata y él me llevó a vivir a su casa y compartí el cuarto con sus hijas. La gente que te ayuda en los momentos difíciles no se olvida.
Noticias: ¿Cómo llegó la actuación a su vida?
Silveyra: Gracias al actor Zelmar Gueñol (miembro del recordado grupo los Cinco Grandes del Buen Humor junto a Juan Carlos Cambón, Guillermo Rico, Jorge Luz, Rafael Carret). Él venía a casa porque era amigo de la familia y me veía cuando yo me ponía sombreros y me vestía con cosas que encontraba en los roperos. Encerrada en el baño, yo hacía como una especie de Pinky, con sus capelinas, porque siempre me gustaba verla entrar a Talcahuano 638, donde me crié, e imaginaba que cuando fuera grande, quería ser como ella.
Noticias: Usted jugaba mucho con su hermano pequeño.
Silveyra: Sin darme cuenta, era como una especie de Antígona porque sacaba a mi hermano de la bañera, lo ponía en otra posición. Pobrecito, mi vida de Dios. Tenía nueve años menos y era como un muñeco para mí. De bebé ya lo agarraba y lo usaba en mis dramatizaciones (risas).
Noticias: ¿Qué le atraía de ese mundo?
Silveyra: En casa no había un mango. Era una familia de clase media que había vendido los jarrones, las alfombras persas, todo. De golpe muere el segundo marido de mamá y quedamos en la calle. Zelmar me preguntó: “¿Por qué no vas a dar una prueba como actriz?” Le respondí con una palabra muy de la época: “No, eso es un cacherío”. Cincuenta y nueve años atrás, ser actriz era sinónimo de prostitución. No estaba para nada bien visto. Pero él me llevó al canal, dí la prueba y empecé a trabajar en una novela que se hacía en Teleonce de calle Pavón con la Tana Rinaldi, María Aurelia Bisutti y Rodolfo Salerno.
Noticias: ¿El estallido de popularidad llegaría más tarde?
Silveyra: Claro. Imaginate que con 15 años pude volver a comprar muebles y rearmar la casa. Filmé con Palito Ortega “Un muchacho como yo”, con Sandro “Quiero llenarme de ti” y “Gitano”, que fueron tremendos éxitos de público. Ahí conocí a Jaramillo (José María, su exmarido con quien tuvo a sus hijos Baltazar y Facundo) que me vio en un rodaje y yo me moría de vergüenza.
Noticias: Y llegó “Rolando Rivas, taxista” con 40 puntos de rating.
Silveyra: A los 19 hago “Así en la villa como en el cielo”, de Abel Santa Cruz con Guillermo Bredeston y Gabriela Gili, donde Claudio (García Satur) hacía un personaje llamado Sabino. El canal 13 y supongo que Alberto (Migré), deciden ponerlo como protagonista de una nueva novela. Alberto a mí no me quería para el rol, la quería a Nora Cárpena. Pero como la anterior había andado tan bien de rating, el canal me pidió y me salvó. Pude hacer ese éxito que, más allá de todo lo que aprendí, me quedó que la humildad es el mejor camino. Que no hay que creérsela nunca, que en esta profesión se empieza todos los días de nuevo. Me acuerdo que llegamos a Córdoba y todos los tacheros nos recibieron con banderas argentinas. Éramos Eva Perón y el General saludando. No podía creer lo que pasaba. Yo mismo me dije: “Esto Sole no te lo creas porque no será siempre así”. Ahí me dí cuenta lo que es el trabajo de la humildad para el actor. El ego es un gran enemigo y hay que tenerlo en su medida necesaria.
Noticias: El éxito es pasajero.
Silveyra: Todos los actores la hemos pasado mal y hasta hubo que pedir plata prestada en algún momento. Pero, gracias a Dios, en tantos años de profesión, no pasé muchas malarias.
Noticias: ¿Cómo era trabajar con Migré?
Silveyra: Maravilloso. Él vivía en el control, ponía la música, corregía mucho la letra, era muy puntilloso, exigente, grabábamos muchas horas por día, dejábamos el alma. Me acuerdo que una gran discusión era porque Alberto quería que el personaje de Mónica Helguera Paz, una chica “paqueta” que vivía en Barrio Parque, tuviera una camelia en el vestido; una antigüedad. Yo que era una piba que cambió de sector social, le explicaba que las chicas “bien” también usaban jean y remera. Creo que se la gané porque la camelia nunca apareció (risas).
Noticias: ¿Solo estuvo en la primera temporada?
Silveyra: Estaba recién casada y ya había nacido mi primer hijo. Era tal la atracción de esa pareja que todo el mundo hablaba de los besos y decidí escaparme. Yo estaba muy enamorada de Jaramillo. Después vendría “Pobre diabla”, dirigida por Alejandro Doria y mi gran encuentro con la Zorrilla (China). Con dirección de ella llegaría el premio con “Perdidos en Yonkers”, de Neil Simon.
Noticias: ¿Qué recuerdos conserva de China?
Silveyra: Para mí fue un referente, una madre, una hermana mayor, una gran amiga. Una vez coincidimos las dos haciendo teatro en Venezuela y me llama para decirme: “Sole, hay una exposición de Berni en el Teresa Carreño. Te paso a buscar y vamos m’hija” (imita la forma de hablar de Zorrilla). Llegamos, comienza a sacar fotos hasta que un señor le dice que no se podía y ella le explica que éramos actrices rioplatenses, muy conocidas y que la lleve a hablar con el director del museo. En el trayecto veo que había un documental sobre Dior que me interesaba y China convenció a este hombre para que nos pasaran la filmación, a nosotras dos solas, en un salón enorme. Comienza y China se durmió, empezó a roncar y yo la codeaba (risas). Ella era mágica.
Noticias: ¿Busca trabajo cuando lo tiene?
Silveyra: Sí, por las dudas. Cuando termine la obra me gustaría hacer algo que pueda meter en una valijita y recorrer el país, ser una actriz federal.
Noticias: ¿Disfruta sus nietos?
Silveyra: ¡Claro! Clarita, una de los cinco que tengo, que estudia teatro con Cris Morena, quiere pasar los 15 años en Grecia y yo le pregunto: “¿Crees que tu abuela es Susana Giménez?” (risas).
Noticias: Le propongo un ejercicio. Supongamos que suena el timbre y no espera a nadie. ¿Quién le gustaría que viniera del pasado?
Silveyra: Mi abuela Soledad (se emociona). Me gustaría poder abrazarla. Nunca se enfermó hasta los 93 años. Me crío. Si no hubiera sido por ella no sé dónde estaría. Quisiera poder hacerle tantas preguntas. Sobre todo, de mi madre que se suicidó a los 50 años luego de muchos intentos…(piensa) También le pediría que me pase la receta de la carne al pajarito que nunca más volví a comer (risas).