Marianne Kneuer es catedrática de Política Comparada en la Universidad de Tecnología de Dresden y ex presidenta de la Asociación Mundial de Ciencia Política que organiza el 27 ° Congreso Mundial de Ciencias Políticas de IPSA que se desarrolla entre el 15 y 19 de julio en la sede de la UCA de Puerto Madero.

También es catedrática de Ciencias Políticas y actualmente ocupa el cargo de Directora del Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de Hildesheim, Alemania. De 1993 a 1999 fue miembro del equipo de planificación del Presidente Federal de Alemania, Roman Herzog.

Antes trabajó como periodista política (1989-1993). Desde 2007 es miembro de la Junta Directiva de la Sociedad Alemana de Ciencias Políticas; desde 2011 hasta 2013 como presidenta. Edita varias series de libros y es coeditora de la Revista de Política Comparada (Zeitschrift für Vergleichende Politikwissenschaft).

Su campo principal es la política comparada, especialmente la democratización y los estudios sobre democracia y autocracia, y en segundo lugar las relaciones internacionales: promoción de la democracia y política europea.

Su interés geográfico se centra en Europa Central, Oriental y Meridional, y se extiende a América Latina y Europa del Este. En este congreso internacional de Ciencia Política se va a referir a Mecanismos de la resiliencia democrática. Sobre este tema habla en esta entrevista realizada poco antes de su partida hacia Buenos Aires. 

–¿Qué visión tiene del estado actual de la democracia? ¿Considera que se encuentra en un estado de declive, de regresión? ¿En qué medida vivimos un tiempo de des-democratización?

–La democracia está sometida a una presión considerable en todo el mundo. La ola de democratización que provocó una considerable euforia después de 1989 fue sustituida por una regresión democrática. Por lo tanto, globalmente, observamos un movimiento de alejamiento de la democracia.

Dentro de este movimiento, el 70 por ciento de los casos se produce a causa de un proceso más bien gradual, también denominado erosión democrática. De hecho, desde 1990, la erosión democrática se ha convertido en la vía principal cuando las democracias retroceden.

Este proceso tiene una lógica pérfida: presidentes o jefes de gobierno legalmente elegidos desmantelan a propósito las «reglas del juego» democráticas (como los casos de Orbán en Hungría, Erdogan en Turquía, Bolsonaro en Brasil o Trump en Estados Unidos).

Como este proceso se efectúa de manera gradual es difícil para las/los ciudadanas/os percibirlo y por lo tanto difícil a reaccionar. Cuando uno se da cuenta de la foto completa, a menudo, ya es demasiado tarde.

Primer Ministro húngaro Viktor Orban.
Foto: REUTERS/Leonhard Foeger


Primer Ministro húngaro Viktor Orban.
Foto: REUTERS/Leonhard Foeger

–¿A quiénes afecta en particular esta erosión democrática?

–Esta tendencia presenta algunos aspectos preocupantes. En primer lugar, la erosión democrática afecta no sólo a las democracias deficientes, sino también a las liberales, en las que esta vía de subversión se inicia en un nivel elevado de calidad democrática (véase Hungría, Polonia, Brasil, Estados Unidos).

En segundo lugar, el resultado es incierto: la erosión democrática puede conducir al declive de una democracia liberal a una democracia deficiente, pero en algunos casos se deteriora aún más e incluso pasa el umbral hacia el autoritarismo.

Igualmente incierta es la inversión: sin embargo, la victoria electoral de la oposición es un posible final de la erosión, pero no equivale automáticamente a un retorno a la democracia. Otra preocupación se refiere a las implicancias internacionales: la distribución mundial de democracias liberales y autocracias ha agravado la competencia entre alternativas de régimen a escala global.

Además, los gobiernos de las democracias en proceso de erosión demuestran desafiar el orden internacional liberal renunciando cada vez más a los enfoques multilaterales y aplicando estrategias contrahegemónicas, retirándose de las instituciones internacionales o no adhiriéndose a los acuerdos internacionales.

La autocratización también está modificando el equilibrio del poder económico y las relaciones comerciales, en la medida en que países como India y Turquía están entrando en el grupo de los regímenes autoritarios. Por último, la guerra rusa contra Ucrania ha suscitado una nueva preocupación en materia de seguridad y una nueva sensibilidad de las democracias hacia su dependencia de las autocracias.

Kiev: la guerra rusa contra Ucrania ha suscitado una nueva preocupación en materia de seguridad, advierte Kneuer. Foto: EFE/EPA/SERGEY DOLZHENKO


Kiev: la guerra rusa contra Ucrania ha suscitado una nueva preocupación en materia de seguridad, advierte Kneuer.
Foto: EFE/EPA/SERGEY DOLZHENKO

Resiliencia democrática

–¿Cuándo y dónde surgió el concepto de resiliencia democrática? ¿Cuándo se recurre a este concepto?

–La resiliencia democrática es un concepto que en los últimos tiempos ha adquirido cada vez más relevancia en la investigación en ciencias políticas. No cabe duda de que la pandemia ha contribuido a que, tanto los responsables políticos como los politólogos reflexionen sobre la forma en que las sociedades desarrollan su capacidad de resistencia para soportar los retos de tales megacrisis.

Además, ha sido tema de debate recientemente porque se considera resiliencia democrática un remedio contra la erosión democrática. Aparentemente, resiliencia democrática también ha adquirido un nuevo atractivo para los expertos y los responsables políticos, ya que parece ofrecer una especie de poder defensivo, o incluso de inmunización, contra el virus de la autocratización que preocupa actualmente.

–¿Qué forma adopta?

–A diferencia de otras disciplinas científicas como la psicología o la ecología, la investigación sobre la democracia aún está en pañales en lo que respecta al estudio de este fenómeno.

Veo un camino prometedor en pensar la resiliencia en un modelo multinivel, es decir, que puede darse a nivel político-institucional, a nivel de actores intermediarios (partidos políticos, asociaciones, medios de comunicación) y a nivel de los ciudadanos.

Además, hay que desglosar la resiliencia para ver cómo funciona, por ejemplo, como una interacción entre un actor que ataca el sistema democrático y los ámbitos que reaccionan ante él. Es necesario identificar qué ámbitos y a qué nivel resultan ser especialmente vulnerables o resilientes.

–Hay autores que proponen tres posibles reacciones de los regímenes democráticos frente a los desafíos más fuertes de este tiempo: resistir sin cambios, adaptarse mediante cambios internos y recuperarse sin perder el carácter democrático de su régimen y de sus instituciones, organizaciones y procesos básicos constitutivos. ¿Alguna de estas opciones es válida para usted, en el que caso de que sea necesario elegir solo una de ellas?

–En principio, estas opciones de persistencia, adaptación y transformación en el sentido de renovación, me parecen válidas. Al mismo tiempo, sin embargo, es necesaria una visión diferenciada. Alguna/os autores asumen, por ejemplo, que «volver a la normalidad» o regresar al statu quo –es decir, no cambiar y persistir– es una opción eficiente y positiva.

Sin embargo, también se puede suponer lo contrario, es decir, que la persistencia en una situación determinada podría no ser la solución deseable o funcionalmente mejor. Hay que tener cuidado con un enfoque “one-fits-all” (una solución para todos). Es más probable que las situaciones de amenaza democrática sean diferentes. Así, los ataques a los organismos de control son, por supuesto, muy obvios para los gobiernos que quieren ampliar el poder ejecutivo.

En México, por ejemplo, se está intentando eliminar el Instituto Nacional Electoral (INE). Los ciudadanos protestan contra ello y se muestran resistentes al respecto. En otro caso, el objetivo puede ser otra institución y la resistencia, otra. Por lo tanto, lo primero que se necesita es un marco analítico para el estudio de la resiliencia y, del mismo modo, una visión contextual.

Trump y Bolsonaro en Mar-a-Lago en Palm Beach, Florida.Marzo de 2020.
Foto: REUTERS/Tom Brenner


Trump y Bolsonaro en Mar-a-Lago en Palm Beach, Florida.Marzo de 2020.
Foto: REUTERS/Tom Brenner

–¿Qué papel cree que cumple este Congreso de Ciencia Política en el mundo de hoy? ¿Por qué puede ser importante?

–Lo que he observado desde 2021 es que las/ospolitóloga/os están muy contentos y anhelan poder volver a reunirse en congresos. Notamos que faltaba drásticamente el intercambio científico y elementos importantes como las charlas directas, la creación de redes, etc.

Esto es especialmente cierto en el caso de los jóvenes investigadores, que sufrieron especialmente las condiciones del Covid y a los que se arrebataron importantes oportunidades para seguir formándose.

Por ello, me complace que IPSA, tras el también exitoso congreso virtual de 2021, pueda ofrecer ahora de nuevo un evento presencial. El hecho de que el congreso en Buenos Aires sea el de mayor participación en la historia de la IPSA (o sea en 74 años) muestra por un lado este deseo de encuentro académico personal, pero también comprueba lo viva que es la comunidad de politólogas/gos aquí en América Latina.

Por último, y por supuesto, este récord de asistencia es también un indicio del atractivo de Buenos Aires como sede. Este congreso también es importante porque demuestra los estrechos vínculos de IPSA con la ciencia política aquí en América Latina.

La misión de IPSA como organización global siempre ha sido llegar a todas las regiones del mundo y tender puentes. Honestamente, sin embargo, hay que decir que en el pasado IPSA fue a menudo percibida como distante de las comunidades nacionales y regionales.

En los últimos diez años, sin embargo, esto ha cambiado mucho. IPSA ha dado pasos decisivos con el fin de colaborar estrechamente con sus socios sobre el terreno y crear más oportunidades de cooperación regional.

Este congreso es una señal y una clara muestra de ello: ha logrado una excelente cooperación entre IPSA y la Sociedad Argentina de Análisis Político (SAAP), pero también una coordinación única entre las asociaciones nacionales latinoamericanas. Asi que es un congreso IPSA, un congreso argentino y al mismo tiempo continental. Esto es un gran éxito.

HP

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