Aid Herrera (1905-1993) se sentaba en la cama de su hijo Dante mientras su marido, el pintor Juan Grela, daba clases. Ella agarraba un papelito, se sacaba los anteojos, por ejemplo, y los dibujaba.

También buscaba formas entre las paredes descascaradas de su casa de Rosario. Caras, pájaros y flores, que «guardaba» en un cuaderno.

Pero cuando Grela terminaba de dar clases -fue el maestro clave de la ciudad-, ella enseguida escondía su trabajo.

Un día él la descubrió. Le puso una jarra, una silla de paja y otros objetos adelante y le «sugirió» pintarlos. Aid sacó todo y se largó, «sin copiar».

Un lugar en la tierra. Exhibida en la Fundación Osde de Rosario en 2017.


Un lugar en la tierra. Exhibida en la Fundación Osde de Rosario en 2017.

Estanislao Mijalichén, alumno de Grela, le dio otro envión: la animó a sumarse a las clases de grabado. «Grela me tomó como una alumna más», dijo ella.

Era franca. Contó que se enteró que salía con un pintor cuando él la invitó a ver una muestra y, una vez que ella dijo «Este cuadro me gusta», él le confesó «Lo hice yo». Que cuando recién se habían casado y la plata no alcanzaba, ella fabricaba carbonillas con ramitas de sauce quemadas y cartulinas, con papeles para envolver fideos que planchaba.

Aid Herrera. Gentileza Museo Moderno


Aid Herrera. Gentileza Museo Moderno

En 1962 exhibió en una muestra colectiva y un año después, en una individual. En 2017, tras 24 años sin exposiciones en Rosario, le dedicaron una en la sede de la Fundación Osde. Allí mostró Un lugar en la tierra y otras piezas pobladas por pájaros.

Ahora algunas obras suyas se exhiben en Manifiesto verde, el homenaje a Nicolás García Uriburu, pionero del arte ecológico global, en el Museo Moderno de la Ciudad de Buenos Aires.

No se pierdan la expo ni el trabajo de Aid. Sus piezas naif, a las que la poeta Beatriz Vignoli describió como «visiones de una utopía de sencillo bienestar», son tremendamente libres. Y, quizás también por eso, tan conmovedoras.

JS

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